LA VISION INTRINSECA DEL CUERPO DE CRISTO
REVELADA EN EFESIOS 4
Los constituyentes de la mezcla
de Dios y los creyentes
Necesitamos estar en un éxtasis para recibir la visión intrínseca del Cuerpo de Cristo revelada en Efesios 4. Este capítulo dice que debemos ser diligentes en guardar la unidad del Espíritu (v. 3). Luego continúa diciendo: “Un Cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (vs. 4-6). ¿Quién entiende esto? Con el entendimiento natural, nadie puede comprenderlo. En estos versículos se nos presentan cuatro personas: un Cuerpo, un Espíritu, un Señor, y un Dios y Padre. Estas cuatro personas han sido agrupadas, siendo la primera humana y las otras tres divinas. El Cuerpo es humano, el Espíritu es divino, el Señor es divino y Dios el Padre es divino.
¿Por qué están agrupadas en Efesios 4:4-6 estas cuatro personas? ¿Ha visto usted alguna vez esta visión, esta escena? Hemos visto muchos grupos de personas, pero ¿hemos visto este pequeño grupo de cuatro personas, una que es humana y las otras tres divinas? Quizás hayamos leído Efesios 4 muchas veces sin haber visto este grupo de cuatro personas. Ver esto es una gran luz; es una visión, un video. Aquí vemos cuatro personas, y todas ellas son muy activas. El Cuerpo, el Espíritu, el Señor y Dios el Padre están mezclándose activamente.
Quizás hayamos visto algo en Efesios 4, pero el escenario que hemos visto es imperfecto. Tenemos un “video roto”; no hemos visto una visión completa y perfecta. El Espíritu, el Señor y el Padre están haciendo una sola obra. Ellos están obrando para mezclarse con el Cuerpo. Efesios 4 presenta el verdadero escenario del Cuerpo de Cristo. Este grupo de cuatro personas —el Cuerpo, el Espíritu, el Señor y Dios el Padre— forman una sola unidad, y esta unidad, esta entidad, es el Cuerpo de Cristo, la iglesia. El Padre está corporificado en el Hijo, el Hijo es hecho real como el Espíritu, y el Espíritu se mezcla con los creyentes. Dicha mezcla constituye el Cuerpo de Cristo. Todos debemos ver esto. Si lo vemos, desaparecerán todos los problemas entre los santos y entre las iglesias. Todos los problemas sólo pueden resolverse al recibir tal visión.
Actualmente, algunos en el recobro del Señor todavía compiten y ambicionan una posición y un nombre. Es vergonzoso admitirlo, pero es la verdad. ¿Por qué aún ocurren estas cosas? Porque no tenemos la visión celestial. Nos hace falta ver el video espiritual, celestial y divino. Si vemos dicho video, todos los problemas se resolverán. La mezcla del Cuerpo junto con el Espíritu, el Señor y Dios el Padre, revelada en Efesios 4:4-6, es invisible. Dicha escena no puede verse con los ojos humanos ni percibirse con los sentidos naturales; por eso necesitamos que nos sobrevenga un éxtasis.
Ya dijimos que el Cuerpo de Cristo, la iglesia, es humana, pero no lo es en el sentido natural; la iglesia es celestialmente humana. La humanidad natural ha sido crucificada, resucitada, elevada y mezclada con los tres de la Trinidad Divina. Estamos mezclados con el Espíritu, lo cual hace que tengamos una esperanza; estamos mezclados con el Hijo, lo cual hace que tengamos la fe que nos une a El y el bautismo que nos separa de Adán; y también estamos mezclados con el Padre, quien está sobre todos, por todos y en todos. El Cuerpo de Cristo es una mezcla de lo humano y lo divino.
Dios el Padre, quien está sobre todos, por todos y en todos, es el origen, la fuente, de la visión completa del Cuerpo de Cristo. El es el origen del Cuerpo. Dios el Hijo, quien es el Señor y la corporificación del Padre, es el elemento. El Hijo se está mezclando con nosotros mediante la fe y el bautismo. Y Dios el Espíritu, quien hace real a Dios el Hijo, es la esencia. El Espíritu se está mezclando con nosotros a fin de que un día todos seamos completamente transformados, conformados a la imagen del Hijo y glorificados en El. Esta es la Trinidad Divina que obra para mezclarse de forma completa con Su pueblo escogido, el Cuerpo.
Esta mezcla ya ha comenzado, pero todavía no ha concluido sino que aún continúa. Tenemos reuniones del ministerio y de la iglesia con el propósito de estar reunidos en Cristo para mezclarnos totalmente con El. No asistimos a las reuniones meramente de forma externa. Detrás de estas reuniones hay algo invisible, lo cual es la mezcla. Al asistir a las reuniones, nos mezclamos con el Dios Triuno. Por una parte, nos mezclamos unos con otros, pero la mejor mezcla es la del propio Dios Triuno con todos nosotros.
Ciertamente podemos testificar que en las reuniones se intensifica esta mezcla con Dios, pero debemos permanecer en ella aún cuando no estemos reunidos. Necesitamos ser aquellos que se mezclan con el Dios Triuno todo el tiempo. Esta mezcla resuelve todos los problemas. Por ejemplo, dos hermanas pueden reñir entre sí por no estar en esta mezcla, pero cuando regresan a ella, son motivadas a perdonarse mutuamente. Algunos casados quizás tengan problemas matrimoniales, pero después de mezclarse con el Dios Triuno en las reuniones, sus problemas se resuelven. La mezcla divina resuelve todos nuestros problemas.
(
Visión intrínseca del Cuerpo de Cristo, La, capítulo 4, por Witness Lee)