Resultado de la dispensación de la Trinidad procesada y la transmisión del Cristo que lo transciende todo, El, por Witness Lee

EL RESULTADO DEL DISPENSAR DEL HIJO

Acabamos de ver el resultado del dispensar del Padre; ahora, queremos seguir adelante y ver el resultado del dispensar del Hijo, el cual declara el cumplimiento del propósito eterno de Dios. Esto nos es revelado en Efesios 1:7-12. Estos versículos dicen: “En quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de los delitos según las riquezas de Su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría y prudencia, dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo, para la economía de la plenitud de los tiempos, de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En El asimismo fuimos designados como herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de Su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de Su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.

Mediante la abundante gracia de Dios, Cristo cumplió la redención para nosotros, y esta redención está destinada a perdonar nuestros delitos. Esto es bastante fácil de entender, pero los versículos mencionados arriba están llenos de expresiones y palabras difíciles tales como: misterio, voluntad, beneplácito, propuesto, la economía de la plenitud de los tiempos, y hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Debemos ver la revelación intrínseca y el significado de esta porción difícil de Efesios 1.

Dios, conforme a Su deseo e intención, hizo una economía, y el centro de la economía divina es el deseo de Dios de tener muchos hijos. Dios creó el universo para Sus muchos hijos, pero el hombre cayó. Ahora en este universo permanecen dos cosas horribles: la rebelión de Satanás con sus ángeles y la caída del hombre. Estas dos cosas llevaron el universo a la ruina. Dios creó el universo en un hermoso orden. Pero la rebelión de Satanás y la caída del hombre acabaron con este hermoso orden. Después de la caída del hombre, en la segunda generación humana, Caín mató a Abel, su hermano menor (Gn. 4:8). Todo lo maligno, como por ejemplo el homicidio, la fornicación, el robo, el engaño y la mentira muestran que hoy en día el mundo está en una situación revuelta. Hoy todo está revuelto. Esta situación revuelta ha invadido aun a la iglesia. Algunos rebeldes aun intentaron introducir la situación revuelta de la raza humana en el recobro.

Pero Dios no abandonaría nunca Su economía eterna. El es constante y muy insistente. Primero, El aplicó Su salvación anticipada a la humanidad, para que ésta pudiese seguir en esta tierra. Luego, El mismo vino para ser hombre. No sólo creó el hombre, sino que vino también a formar parte de la humanidad, para ser uno con el hombre. El llevó una vida humana durante treinta años y medio. Entonces, El fue calificado para ir a la cruz y pasar por una muerte maravillosa, una muerte todo-inclusiva. En esa muerte, El solucionó el problema del pecado, el problema del viejo hombre, el problema del mundo, el problema de Satanás, y aun el problema de la muerte. El solucionó todo problema y acabó con todo lo relacionado con la vieja creación. El descansó durante tres días y luego se levantó.

En Su resurrección, llegó a ser otra clase de persona. Como Dios en Su encarnación, se hizo hombre (Jn. 1:14). Ahora en resurrección El se hizo Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Dios se hizo hombre para solucionar todos los problemas, para acabar con todas las cosas negativas en toda la tierra y aun en todo el universo. Entonces, como el postrer Adán, el postrer hombre, el fin de la humanidad, se levantó para ser el Espíritu vivificante. El Dios que se unió al hombre se hizo el Espíritu vivificante en Su divinidad y en Su humanidad.

Mucha gente se opone a esta revelación bíblica. Ellos piensan que los tres de la Deidad son separados y que no podemos decir que el Hijo se hizo el Espíritu. Se preocupan solamente por su teología, y no por el hecho espiritual y divino. La Biblia dice en 1 Corintios 15:45: “fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. El Señor en quien creemos, Jesucristo, quien es el postrer Adán, fue hecho Espíritu vivificante. Pablo dijo que Cristo vive en nosotros, (Gá. 2:20a). Si Cristo no fuera el Espíritu vivificante, ¿cómo podría vivir en nosotros? Cristo vive en nosotros, obra en nosotros, y aun hace Su hogar en nuestro corazón (Ef. 3:17). En 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor esté con tu espíritu”. Si El no fuera el Espíritu, ¿cómo podría estar con nosotros en nuestro espíritu? Cuanto mucho, sólo podría estar entre nosotros y no dentro de nuestro espíritu.

Cuando vine a este país, muchos santos me dijeron que no sabían que tenían un espíritu humano. Hoy en día son muchos los cristianos que no creen que Cristo como el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante, ni creen que tienen un espíritu. No poseen estos dos puntos claves. Sin estos dos puntos claves, no se puede vivir una vida cristiana. La Biblia nos enseña que Dios formó un espíritu dentro del hombre (Gn. 2:7; Pr. 20:27; Job 32:8; Zac. 12:1). La Biblia nos enseña también cómo Dios se hizo hombre y murió para cumplir la redención a fin de acabar con la vieja creación. Luego se levantó. Al levantarse, El se convirtió en otra persona, el Espíritu vivificante, para entrar en nosotros. El se levantó por la mañana. Por la tarde, El regresó a los discípulos y sopló sobre ellos, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20:22). En aquel momento, El era el Espíritu vivificante para que Sus discípulos lo recibieran. Desde aquel momento, los puntos claves de la vida cristiana son el Espíritu vivificante y nuestro espíritu.

Hoy en día, El es el Espíritu vivificante. El no solamente resucitó, sino que trascendió a los cielos y pasó a través de los cielos (He. 4:14). El Cristo ascendido tiene por lo menos doce posiciones. Cada posición lo califica para ministrar en cierta esfera. En Su ascensión, fue entronizado como Señor de todos y fue designado, asignado, para ser el Cristo de Dios (Hch. 2:36). El es el Líder de todos los gobernantes (Hch. 5:31a). El es el Salvador (Hch. 5:31b). Aunque queramos salvar gente, no lo podemos hacer, pero El lo puede todo. Por ser el Omnipotente, puede salvarnos. Es el Sumo Sacerdote (He. 4:15; 7:26) y el Abogado (1 Jn. 2:1b). Es el Intercesor, aquel que intercede por nosotros (He. 7:25). También es el Mediador del nuevo pacto (8:6) y la seguridad del nuevo testamento (7:22). El es el dador de vida (Jn. 10:10b), el Consolador (14:16-17), y el Dios-Cordero (Ap. 22:1b). El está en los cielos ministrando perpetuamente. El punto clave es que hoy El es el Espíritu vivificante. Si no lo fuera, nunca podría ser el Sumo Sacerdote que ministra a nosotros. Nunca podría ser el dador de vida, ni tampoco el Consolador. El es el Espíritu vivificante que pone en vigencia Su pacto, y lleva a cabo lo que El ha cumplido por medio de Su muerte todo-inclusiva.

Efesios 1 nos muestra que en El tenemos redención. El nos redimió para Sí mismo. Estábamos caídos en Adán. Allí era donde estábamos. Pero la redención de Cristo nos redimió y nos sacó de ese lugar, y nos introdujo en El mismo como esfera y elemento. En realidad, esta esfera y este elemento son el Espíritu. El es el Espíritu vivificante y El nos redimió, sacándonos de Adán para introducirnos en El mismo como el Espíritu vivificante. Como redimidos de Cristo, todos debemos declarar: “¡Estoy en el Espíritu!” No estamos en la tierra, ni tampoco en los cielos; estamos en el Espíritu. El Espíritu es nuestro lugar. El Espíritu es nuestra esfera. El Espíritu es nuestro elemento. En esta esfera y con este elemento, Cristo está obrando cada día para transformarnos.

El Espíritu, el cual es la esfera y el elemento, es el Espíritu que santifica y transforma. El nos transforma metabólicamente, haciendo de nosotros un tesoro particular para ser Su posesión personal, Su herencia (Ef. 1:11). Dios quiere heredar algo. El quiere heredar aquellos que eran antes pecadores y que se convirtieron en un tesoro. Hoy en día estamos en el capullo, pero llegaremos a ser una mariposa. Esperamos ser glorificados, y Dios también espera vernos glorificados. Entonces El tendrá un tesoro completo. Esto puede parecer un sueño, pero un día este sueño se cumplirá.

El Espíritu que transforma nos pone en la posición correcta. Antes de ser salvos, estábamos en una situación revuelta. Estábamos en la ruina de la muerte y de las tinieblas, pero el Espíritu en Su santificación que busca nos devolvió a Dios. Nosotros creímos en Cristo, y el Espíritu siguió santificándonos al regenerarnos. Luego, este Espíritu, que es Cristo mismo, continúa Su obra santificadora para transformarnos cada día, poniéndonos en una posición correcta.

Puede ser que un hermano hable con su esposa fuera del Espíritu de una manera revuelta. Pero gradualmente, el Señor transforma este hermano para que esté consciente de que su proceder no es el del Señor. El proceder del Señor no está en nuestra carne ni en nuestra mentalidad norteamericana. Su manera está en nuestro espíritu. Finalmente, el Señor trabajará continuamente en este hermano para hacerlo volver a su espíritu. Allí, el Espíritu Santo va a su encuentro para resplandecer sobre él, iluminarlo, y hablar con él de una manera personal. Quizá el Espíritu diga: “De ahora en adelante no hables a tu esposa sin Mi hablar”. Esto pondrá a este hermano en una posición correcta.

El Espíritu que transforma nos pone paulatinamente en una posición correcta. No sólo somos corregidos o ajustados exteriormente sino también transformados interiormente. El Cristo mismo que está viviendo en nosotros, trabajando en nosotros, y haciendo Su hogar en nosotros nos transforma día tras día. Cuando una persona se muda a una nueva casa, ella hace muchos cambios. Cristo está haciendo Su hogar en nosotros y cambia muchas cosas dentro de nosotros.

En nuestra vida matrimonial, nos encontramos en un situación confusa la mayor parte del tiempo. La actitud de la esposa hacia su marido quizá no sea la adecuada. Es confusa. Pero cada día el Cristo que vive en nosotros fija Su morada. El nos está transformando, nos está poniendo en una posición correcta. Esta transformación hace de nosotros un tesoro. Dios hace de nosotros Su tesoro al transformarnos.

Mientras somos transformados, nuestra posición se vuelve correcta, es decir, somos reunidos bajo Cristo, quien es la Cabeza. Es hermoso ver esto. En el recobro del Señor, debemos ser aquellos que aman a Jesús y que fueron reunidos bajo Cristo, quien es la Cabeza. Cuando estamos bajo la Cabeza, no hay tormenta, ni pelea, ni confusión, ni caos. Por el contrario, todo está en buen orden. Nosotros los que amamos a Jesús debemos llevar la delantera para ser reunidos en Cristo nuestra Cabeza. Finalmente todas las cosas en los cielos y en la tierra serán reunidas bajo una cabeza en Cristo.

Dios lo dio para ser Cabeza sobre todas las cosas, pero hoy en día estas cosas no quieren ser reunidas bajo Su autoridad. Pero nosotros, los que lo amamos, debemos tomar la iniciativa de ser reunidos en Cristo. Todo el universo de hoy está en una situación confusa. Todo el universo debe ser puesto en la posición correcta, bajo la Cabeza. Nosotros los que amamos a Jesús estamos dispuestos en la redención de Cristo a ser trasformados por el Espíritu que santifica para ser puestos en la posición correcta. Esta es la razón por la cual el Señor necesita un recobro. Ente nosotros no debería haber ninguna disputa, pelea ni discusión. Sólo debe haber comunión y sumisión.

Todo esto se debe al dispensar del Hijo. El dispensar del Hijo en Su redención y Su obra de transformación por medio del Espíritu que santifica da por resultado la herencia preparada como tesoro para Dios. El dispensar del Padre da por resultado un grupo de hijos. El dispensar del Hijo da por resultado que todos nosotros somos hechos un tesoro. Ahora Dios no sólo tiene un grupo de hijos, sino que estos hijos llegan a ser Su tesoro, Su herencia. Muchos de nosotros vinieron a esta conferencia de muy lejos porque queremos ser puestos en la posición correcta. ¿Qué está haciendo el Señor hoy en Su dispensar? El nos está poniendo en una posición correcta al transformarnos en nuestra alma. Esta transformación incluye nuestra renovación y conformación a la imagen de Cristo, lo cual da por resultado una herencia producida para Dios.

(Resultado de la dispensación de la Trinidad procesada y la transmisión del Cristo que lo transciende todo, El, capítulo 2, por Witness Lee)