LA ACTITUD DE LOS CREYENTES
CON RESPECTO A LA VENIDA DE CRISTO
Amarla, esperarla
y tomarla como un incentivo
Debido a que sabemos que la segunda venida del Señor es tan especial, debemos amar Su manifestación (2 Ti. 4:8). La Biblia concluye con esta frase: “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap. 22:20). Si leemos el Nuevo Testamento, no nos es difícil darnos cuenta de que los apóstoles creían firmemente que el Señor regresaría pronto y también llevaban una vida en la cual siempre se preparaban para la segunda venida del Señor. En la historia de la iglesia, sabemos que la señorita M. E. Barber fue alguien que llevó una vida semejante. El último día de 1925, el hermano Nee fue a orar con ella, y ella oró de este modo: “Señor, ¿Tú realmente quieres decir que dejarás pasar el año 1925, y que esperarás hasta 1926 antes de regresar? Pues bien, en este último día del año te sigo pidiendo que regreses hoy”. Poco después, el hermano Nee se encontró con ella en la calle, y ella nuevamente le dijo: “Es muy extraño que hasta este día el Señor no haya regresado”. No debemos pensar que por el simple hecho de entender las señales de la venida del Señor, podemos ser negligentes, amar el mundo primero para después seguir al Señor cuando llegue la última semana. No podemos darnos ese lujo. Debemos creer que el Señor es digno de ser temido. En Lucas 12 el Señor contó una parábola de un hombre rico que trataba de acumular bienes para sí, a fin de que su alma lo disfrutara y se regocijara. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te reclaman el alma” (vs. 16-20). Cada día que tenemos se debe a la gracia del Señor. Por lo tanto, mientras el Señor nos permita vivir el día de hoy, mientras tengamos aliento, debemos amar al Señor y Su manifestación, esperar la venida del Señor (Fil. 3:20) y siempre tomar Su venida como un incentivo.
En 2 Timoteo 4:1 Pablo dijo a Timoteo: “Delante de Dios y de Cristo Jesús, que juzgará a los vivos y a los muertos, te encargo solemnemente por Su manifestación y por Su reino”. Pablo dio esta exhortación poco antes de su martirio. Él dijo que había peleado la buena batalla, acabado la carrera y guardado la fe, y que en el tribunal le sería dada la corona de justicia, la cual también sería dada a todos los que aman la manifestación del Señor (vs. 6-8). Él le recordó a Timoteo, y también a nosotros, por el juicio y reino del Señor, que debemos llevar una vida que ama la manifestación del Señor. Esto nos guardará de desanimarnos, de retroceder y de debilitarnos, para así permanecer fieles hasta el fin.
Velar y estar preparados
Cuando el Señor regrese, Él vendrá secretamente como ladrón a los que le aman, y se los llevará como Sus tesoros a Su presencia en los cielos (Mt. 24:42-43). Por lo tanto, debemos velar y estar preparados (25:13; 24:44). Si deseamos ser arrebatados, primero debemos ser llenos del aliento celestial y tener aceite en nuestras vasijas. Si estamos arraigados en la tierra y ocupados diariamente con los afanes de esta vida y con los placeres terrenales, no seremos arrebatados cuando llegue ese momento. Debemos acordarnos de la esposa de Lot. Debido a que amaba y apreciaba el mundo maligno que Dios iba a juzgar y destruir completamente, ella miró hacia atrás. De este modo, se convirtió en una columna de sal y fue dejada para sufrir en un lugar de vergüenza. Esto debe servirnos de advertencia a nosotros. Si amamos el mundo, el Señor nos dejará aquí para pasar por la gran tribulación a fin de que seamos avergonzados hasta que maduremos y seamos arrebatados.
Rogar que puedan prevalecer
El Señor también nos recordó que debíamos mirar por nosotros mismos y velar, rogando en todo tiempo, no sea que nuestros corazones se carguen de disipación (o glotonería) y embriaguez y de los afanes de esta vida, y aquel día de la gran tribulación venga de repente sobre nosotros como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Debemos guardar nuestros corazones y darle al Señor plena cabida en nuestro ser a fin de lograr escapar de todas estas cosas y estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lc. 21:34-36; cfr. Ap. 12:5-6, 14).
La madurez no es algo que se logra de la noche a la mañana. Por lo tanto, con relación a Su venida debemos prepararnos, amarle y crecer en Él, para que en Su manifestación estemos maduros para ser arrebatados y recibir la recompensa.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Kuching, Malasia, el 31 de octubre de 1990).
(
Presentación actual de la manera ordenada por Dios y las señales acerca de la venida de Cristo, La, capítulo 7, por Witness Lee)