LA VENIDA —LA PARUSÍA (PRESENCIA)— DE CRISTO
Ahora hablaremos acerca de la venida —la parusía— de Cristo. La palabra griega parusía significa “presencia”; en la antigüedad se aplicaba a la venida de una persona muy honorable. En el Nuevo Testamento esta palabra se refiere a la venida de Cristo, la presencia de la persona más honorable. Esta presencia durará por cierto período de tiempo. Comenzará primero en el cielo con el arrebatamiento de los vencedores antes de los tres años y medio de la gran tribulación (Ap. 12:5; 14:1; Lc. 21:36); luego, a finales de la gran tribulación, descenderá y permanecerá en el aire (1 Ts. 4:16-17); y por último, cuando concluya la gran tribulación, vendrá del aire a la tierra (2 Ts. 2:8).
El arrebatamiento de los santos
En lo que a los vencedores se refiere, el arrebatamiento de los santos a la presencia de Cristo tendrá lugar antes que empiece la gran tribulación, pero en lo que a la mayoría de los santos se refiere, éste ocurrirá en el último día de la gran tribulación. Antes que empiece la gran tribulación, el hijo varón será arrebatado a la presencia de Cristo en los cielos donde está el trono de Dios (Ap. 12:5). Las primicias también serán arrebatadas a la presencia de Cristo en los cielos, donde está el monte de Sion celestial (14:1-4). Además, los demás vencedores que estén vivos en ese tiempo serán arrebatados a la presencia de Cristo en los cielos y estarán en pie delante de Él (Mt. 24:40-41; Lc. 21:36; Ap. 3:10) para disfrutar de la presencia del Señor y escapar de la gran tribulación.
La mayoría de los creyentes, aquellos que no sean arrebatados antes de la gran tribulación, serán dejados para pasar por la gran tribulación a fin que lleguen a la madurez. Durante ese período de tiempo, habrá numerosas calamidades sobrenaturales, y el anticristo hará todo lo posible para oprimir cruelmente a los santos. Como resultado, el mundo dejará de ser tan atractivo. Aunque los creyentes experimentarán el cuidado y sustento de Dios, con todo, experimentarán mucha miseria. Luego, cuando se terminen los tres años y medio, al sonido de la última trompeta, todos los santos que han muerto a lo largo de las generaciones serán resucitados y ellos, junto con los que estén vivos y hayan quedado, serán arrebatados a la presencia de Cristo en el aire (1 Ts. 4:15-17; 1 Co. 15:51-52). Esto incluirá el arrebatamiento de las diez vírgenes resucitadas (Mt. 25:1-12) y el arrebatamiento de los dos testigos, quienes serán resucitados (Ap. 11:11-12). En aquel tiempo el Señor establecerá Su tribunal para juzgar a todos los santos (2 Co. 5:10), y también se casará con Sus vencedores, quienes serán invitados a la fiesta de bodas del Cordero como la novia de Cristo (Ap. 19:7-9). Después de esto, Cristo se manifestará públicamente.
La destrucción del anticristo
Después de la fiesta de bodas del Cordero, Cristo vendrá con Sus vencedores —Su esposa con quien recién se ha casado—, los cuales serán Su ejército para combatir contra el anticristo, los reyes que están bajo su mando y los ejércitos de ellos en Armagedón (16:14, 16). En aquel tiempo, los ejércitos del anticristo se congregarán para hacer guerra y destruir a la nación de Israel. Allí Cristo pisará el gran lagar de la ira de Dios (14:19), y la sangre llegará a hasta los frenos de los caballos (v. 20). Debido a que pisará este lagar, la ropa de Cristo estará teñida en sangre (19:13). Por un lado, Cristo reducirá a nada al anticristo con la manifestación de Su venida (2 Ts. 2:8); por otro, Él, como relámpago, aparecerá a los hijos de Israel, y toda la casa de Israel será salva (Mt. 24:27, 30; Ap. 1:7; Ro. 11:26-27; Zac. 12:10-14). Después de esto, Cristo enviará a un ángel para que ate a Satanás y lo arroje al abismo (Ap. 20:1-3). De este modo, Él traerá Su reino a la tierra (11:15; 12:10a). Él se sentará en Su trono de gloria para juzgar a las naciones que aún vivan en aquel tiempo y separará los unos de los otros. Las “ovejas”, aquellos que obedezcan al evangelio eterno y cuiden de los creyentes sufrientes, serán bendecidos y contados como justos para heredar el reino; pero los “cabritos”, aquellos que desobedezcan al evangelio eterno, serán maldecidos y sufrirán la perdición eterna (Mt. 25:31-46; Hch. 10:42b; 2 Ti. 4:1).
La restauración de Israel
Durante la gran tribulación, Israel será hollada por el anticristo y su ejército (Ap. 11:2). Además, las calamidades principales de la gran tribulación ocurrirán en aquella tierra (Mt. 24:16-22). Al final el anticristo matará a muchos de los judíos y los rodeará en el monte de los Olivos. Sin embargo, justo en ese momento de peligro, Cristo vendrá de las nubes del cielo con poder y gran gloria, y todos los de Israel mirarán a Aquel a quien traspasaron, y plañirán por Él y se arrepentirán (v. 30; Zac. 12:10). Entonces Cristo descenderá sobre el monte de los Olivos para salvar a Israel (14:4-5). Después que Cristo haya juzgado a las naciones, enviará a Sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a todos los hijos de Israel, de los cuatro vientos, para que habiten en la buena tierra que prometió a Abraham. Ése será el tiempo de la restauración de la nación de Israel (Mt. 24:31), lo cual traerá consigo la restauración de todas las cosas (Hch. 3:21). A partir de ese momento, empezará la era del reino.
(
Presentación actual de la manera ordenada por Dios y las señales acerca de la venida de Cristo, La, capítulo 7, por Witness Lee)