Hebreos 12:22 hace referencia a “la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”. Ésta es “la Jerusalén de arriba” (Gá. 4:26), “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén” (Ap. 21:2; 3:12), la cual Dios ha preparado para Su pueblo (He. 11:16). Ella también es “el tabernáculo de Dios”, donde Dios morará con el hombre por la eternidad (Ap. 21:3). Los patriarcas esperaban con anhelo esta ciudad, y nosotros también debemos buscarla así.
Según Hebreos 12:22, la ciudad del Dios vivo es la Jerusalén celestial. Este versículo no dice que Jerusalén está en los cielos, sino que ella es celestial. Esta ciudad es celestial en cuanto a naturaleza.
La Nueva Jerusalén es la ciudad del Dios vivo y, como tal, es la ciudad que tiene fundamentos (He. 11:10). Estos fundamentos, que son sólidos e inconmovibles, están compuestos por piedras preciosas de doce clases representadas por los doce apóstoles (Ap. 21:19-20). Como seres humanos creados por Dios, los apóstoles eran originalmente barro, pero fueron regenerados y transformados en piedras preciosas para el edificio eterno de Dios. Efesios 2:20 dice que la iglesia está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. En Hebreos 11:10 vemos que esta ciudad tiene fundamentos, y en Apocalipsis 21:19-20 vemos los doce fundamentos de la ciudad.
La ciudad del Dios vivo, la ciudad que tiene fundamentos, ha sido preparada por Dios. Hebreos 11:16b dice: “Les ha preparado una ciudad”. Esta preparación es el proceso por el cual ha pasado el Dios Triuno procesado, el cual incluye la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Esta preparación también tiene por finalidad producir a los creyentes neotestamentarios como hijos de Dios para que sean los componentes de la madre, quien es la ciudad, y para que sean conjuntamente edificados con el elemento divino del Dios Triuno y la obra espiritual que realiza el Espíritu del Dios Triuno. Esta preparación es simplemente la redención eterna efectuada por nuestro Dios en Su Trinidad Divina mediante el proceso por el cual pasó y la obra que Él consumó conforme a Su economía eterna.
Esta ciudad fue diseñada y edificada por Dios. Hebreos 11:10 dice que el Arquitecto y Constructor de esta ciudad es Dios. La palabra griega traducida en este versículo “Arquitecto” también puede ser traducida “edificador” o “artífice”. Esto indica que Dios es un diestro proyectista y un perito artífice.
Efesios 2:10 dice que la iglesia es la obra maestra de Dios. La palabra griega aquí traducida “obra maestra” es póiema, la cual significa algo que ha sido escrito o compuesto como poema. La iglesia es un poema escrito por Dios. Puesto que la poesía expresa la sabiduría del escritor y puesto que la iglesia es el poema de Dios, Su multiforme sabiduría es dada a conocer por medio de la iglesia (3:10). La Nueva Jerusalén, la ciudad del Dios vivo, como máxima consumación de la iglesia, está llena de sabiduría. Dios diseñó la Nueva Jerusalén con Su sabiduría, y esta ciudad exhibe Su sabiduría. Afirmar que la Nueva Jerusalén es apenas una ciudad material sería menospreciar la sabiduría de Dios y a Él mismo como Arquitecto eterno y sabio. Dios es un sabio proyectista y artífice que ha diseñado la Nueva Jerusalén de modo que ella sea la manifestación plena de Su multiforme sabiduría.
El diseño de Dios es revelado en el libro de Efesios. En esta epístola Pablo hace referencia al diseño concebido por Dios para Su ciudad. En los capítulos 1 y 3 Pablo presenta la economía de Dios, la cual es el plan de Dios con su correspondiente diseño. Ciertamente, Dios no ha diseñado una ciudad material ni tampoco tiene la intención de edificar una ciudad material. Lo que Dios ha diseñado y edificado es una entidad espiritual con miras a Su expresión corporativa.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 254-264), capítulo 3, por Witness Lee)