La Nueva Jerusalén no es solamente el tabernáculo de Dios, sino también la esposa del Cristo redentor. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento Dios asemeja a Su pueblo escogido a una esposa que le satisface en amor (Is. 54:6; Jer. 3:1; Ez. 16:8; Os. 2:19; 2 Co. 11:2; Ef. 5:31-32). En la Nueva Jerusalén como esposa del Cristo redentor, Dios obtendrá plena satisfacción en amor.
Apocalipsis 21:9b y 10 dicen: “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”. Una mujer es novia principalmente el día de bodas, mientras que una esposa lo es toda la vida. La Nueva Jerusalén será la novia durante el milenio, es decir por mil años, que es como un día (2 P. 3:8), y será la esposa en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad. La novia en el milenio incluirá únicamente a los santos vencedores, pero la esposa en el cielo nuevo y la tierra nueva incluirá a todos los hijos de Dios que fueron redimidos y regenerados (Ap. 21:7).
La Nueva Jerusalén será una con el Cristo redentor, así como Eva llegó a ser una con Adán. Eva fue edificada de una costilla tomada del costado de Adán, y luego fue traída de regreso a él para ser una sola carne con él, es decir, para llegar a ser uno con él en naturaleza y en vida (Gn. 2:21-24; Ef. 5:25-27, 29-32). Este mismo principio se aplica a la Nueva Jerusalén como esposa del Cristo redentor. Ella será una con su Redentor en naturaleza y en vida. Nuevamente vemos que la Nueva Jerusalén no puede ser una ciudad material, pues una ciudad física no podría ser hecha una con Cristo en vida y naturaleza. A la Nueva Jerusalén no solamente se le añadirá el elemento divino y la naturaleza santa de Dios por medio de que éstos sean forjados en ella, sino que, además, ella será hecha una con el Cristo redentor en naturaleza y en vida.
La Nueva Jerusalén, la esposa del Cristo redentor, tiene como su versión en miniatura a la iglesia. Esto es lo que revela lo dicho por Pablo en Efesios 5:22-32, donde él se refiere a la iglesia como complemento de Cristo. En realidad, la iglesia forma parte de Cristo, pues ella procede de Cristo y es para Él, así como Eva procedía de Adán y era para Adán.
En Efesios 5:32 Pablo dice: “Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia”. Que Cristo y la iglesia sean un solo espíritu (1 Co. 6:17), lo cual es tipificado por el hecho de que marido y esposa son hechos una sola carne, es el gran misterio. Ciertamente es un gran misterio que la iglesia como complemento de Cristo proceda de Cristo, tenga la misma vida y naturaleza de Cristo y sea uno con Cristo.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 254-264), capítulo 5, por Witness Lee)