Estudio-vida de Daniel, por Witness Lee

VII. NABUCODONOSOR SE ASOMBRA Y HABLA A SUS CONSEJEROS

Nabucodonosor se asombró y dijo a sus consejeros: “¿No echamos a tres varones atados dentro del fuego? [...] ¡Mirad! Veo a cuatro varones sueltos que caminan en medio del fuego sin sufrir ningún daño. Y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses” (vs. 24-25). Esta cuarta persona era Cristo. Cristo había venido para acompañar a Sus tres vencedores que padecían tribulación y persecución y para convertir el fuego en un lugar placentero donde se podía pasear.

Nuestro pensamiento natural es que debemos apartarnos del fuego de nuestras circunstancias. Podríamos pensar que si tenemos un esposo problemático o una esposa fastidiosa, debemos orar pidiendo que Dios nos libre de tal situación. Pero el Señor nos diría: “No me gustaría librarte de esta situación en la que te encuentras en tu vida matrimonial; más bien, te mantendré allí y vendré para hacer de ese entorno un lugar placentero”.

Cuando el enemigo nos arroje en el horno, debemos comprender que no es necesario pedirle al Señor que nos libre. Él vendrá para acompañarnos y cuidarnos en medio de nuestro sufrimiento, convirtiendo esa situación de sufrimiento en una situación placentera. Puedo testificar de esto con base en mi experiencia cuando fui encarcelado por el ejército japonés que invadió China. Durante ese tiempo de sufrimiento, el Señor estuvo conmigo. Un día, mientras conversaba con el Señor, tuve el profundo sentir de que Él estaba allí conmigo en prisión. Lloré delante de Él diciéndole: “Señor, Tú sabes por qué estoy aquí”. En lugar de librarme inmediatamente de aquella prisión, el Señor, mediante Su presencia, convirtió aquella prisión en un lugar placentero. Del mismo modo que el Señor acompañó a aquellos vencedores que padecían sufrimientos en Babilonia, Él nos acompañará en medio de nuestro sufrimiento hoy en día.

(Estudio-vida de Daniel, capítulo 5, por Witness Lee)