Riquezas y la plenitud de Cristo y el avanzado recobro del Señor hoy en día, La, por Witness Lee

RECOBRAR EL QUE TODOS LOS CREYENTES PROFETICEN

No sólo necesitamos ser perfeccionados, sino que también necesitamos avanzar a la práctica del profetizar. Por medio de esto, todos los creyentes podrán hablar por el Señor. No sólo hablarán sus propias palabras, sino que aprenderán a proclamar al Señor y a depositar las riquezas de Cristo en los demás. Cuando el hombre experimenta estas riquezas, ellas se convierten en la plenitud de Cristo. Ésta es la realidad y contenido de la vida de iglesia. Hoy en día, esta situación, por lo general, está carente entre los santos. En sus reuniones, en su mayor parte, dependen de que una persona hable. Eso no es lo suficientemente rico. Supongamos que todos los hermanos y hermanas pudieran profetizar, y todos pudieran presentar algunas riquezas. Esto sería como un ágape de la iglesia, al cual todos traen un platillo. Si todos trajeran algo, el ágape ciertamente sería muy rico.

Así pues, conforme a la Biblia, la manera de reunirnos hoy consiste en que todos hablen. No sólo los hermanos deben hablar, sino también las hermanas. Nadie debe venir con las manos vacías, sino que todos deben suministrar a Cristo a otros. Ésta es la manera en que se edifica la iglesia. Si todos vienen con las manos vacías, el resultado será que regresaremos a la vieja manera, donde un pastor es contratado para hablarles a todos. Esta clase de reunión semana tras semana y año tras año no tiene mucho valor.

Por esta razón, hoy no solamente necesita ser recobrado Efesios 4, sino también 1 Corintios 14. En los pasados dos mil años, no muchos han prestado atención a estos dos pasajes. Pero esta vez cuando los estudiamos específicamente, el Señor nos los abrió y nos mostró que si realmente queremos edificar la iglesia, no podemos depender más de un solo orador. En primer lugar, todos tienen que practicar Efesios 4, perfeccionando a los santos uno por uno en las reuniones de hogar y en las reuniones de grupo. Después de esto, cada santo debe profetizar en las reuniones. Todos ellos deben hablar por el Señor y todos deben proclamar al Señor. En otras palabras, todos deben exhibir las riquezas de Cristo. Sólo entonces la iglesia será edificada.

Profetizar es el don más sobresaliente

Pablo nos reveló en 1 Corintios 14 que profetizar es el don más sobresaliente. Todos los demás dones son secundarios. Puesto que profetizar es hablar por el Señor e impartir al Señor en otros, este don es necesariamente el más elevado y el más sobresaliente. El don de hablar en lenguas está por debajo de todos los dones, porque no edifica a la iglesia. Profetizar es el don que edifica a la iglesia. Asimismo, si procuramos el profetizar, nosotros mismos también sobresaldremos. Es por eso que Pablo nos exhortó en 1 Corintios 14:1 a que anheláramos el profetizar. Al final del capítulo, en el versículo 39, él dijo nuevamente: “Así que, hermanos míos, anhelad el profetizar”.

Profetizar es hablar a los hombres para edificación, aliento y consolación con miras a la edificación de la iglesia

Cuando hablamos a los hombres para edificación, aliento y consolación, nos referimos a las riquezas de Cristo. Si todos hablan de estas cosas, la iglesia será edificada.

Todos los creyentes pueden y deben profetizar

Si en la reunión todos profetizan uno por uno y entra algún incrédulo, por todos será convencido, por todos será examinado. Los secretos de su corazón se harán manifiestos; y podrá humillarse delante de Dios (1 Co. 14:24-25). Por lo tanto, en esta clase de profetizar, todos aprenden y todos pueden ser alentados (v. 31). En resumen, todas las riquezas de Cristo son liberadas por medio del profetizar de cada miembro de Cristo. Algunas profecías son para edificación, y otras para aliento o consolación. Incluso otras son para convencer o examinar y para hacer que se manifiesten los secretos del corazón. Al final, todos aprenderán y serán alentados. El resultado es que todos recibirán un suministro y la iglesia será edificada.

En 1 Corintios 14:26 se nos dice: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación, tiene lengua, tiene interpretación”. Esto nos revela que cada vez que nos reunimos, todos deben “tener” algo. Lo que cada uno tenga, debe liberarlo por medio de su hablar. Conforme a Efesios 5, incluso nuestros himnos no son primordialmente para ser cantados, sino para ser hablados. El versículo 19 dice: “Hablando unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones”. Debemos usar los himnos de una manera muy viviente. Hablando con propiedad, mientras nos hablamos unos a otros, existe una gran posibilidad de que estemos profetizando. Además, la enseñanza y revelación también son formas de profetizar. Si en las reuniones de la iglesia todos profetizamos, podremos edificarnos unos a otros en mutualidad.

(Riquezas y la plenitud de Cristo y el avanzado recobro del Señor hoy en día, La, capítulo 6, por Witness Lee)