Práctica de la vida de iglesia según la manera ordenada por Dios, La, por Witness Lee

I. VER LA ECONOMÍA DE DIOS

El primero de estos requisitos previos consiste en que veamos la economía de Dios (1 Ti. 1:4b). Aunque en la Biblia la economía de Dios se menciona clara y enfáticamente, muchos cristianos no saben nada acerca de la economía de Dios. En 1 Corintios 9:17 y Efesios 1:10, algunas versiones traducen la palabra oikonomía como “dispensación”. Aunque esta traducción no es incorrecta, el significado y la denotación correctos de la palabra dispensación se ha perdido. Entre los cristianos generalmente se cree que esta palabra se refiere a una era o período en que Dios trata con el hombre según cierto principio. Por tanto, es difícil que un lector de la Biblia entienda el significado correcto de la palabra oikonomía.

La palabra griega oikonomía significa “ley doméstica” y denota un manejo doméstico, una administración de familia, un gobierno familiar y, por derivación, una distribución, un plan o una economía para la administración. La economía de Dios es la economía doméstica de Dios, Su administración doméstica, la cual consiste en impartirse en Cristo a Su pueblo escogido a fin de obtener una casa que lo exprese, la cual es la iglesia (1 Ti. 3:15), el Cuerpo de Cristo. Al hablar de esta impartición en la economía de Dios, prefiero usar el verbo impartir en lugar de dispensar, porque éste es un poco ambiguo. Cuando decimos que Dios se imparte a Sí mismo, el significado es claro, pero si hablamos de la dispensación de Dios, no queda claro lo que queremos decir.

A. Para que haya un organismo que exprese a Dios en Su trinidad

Si hemos de profetizar, debemos ver lo que es la economía de Dios. La economía de Dios tiene como fin producir un organismo, y la finalidad de este organismo no es nuestro propio interés, beneficio ni logros, sino la expresión de Dios en Su trinidad (Ef. 3:16-19). Aparte de Su trinidad, no hay manera de que Dios se exprese. Para expresarse adecuadamente, un ser humano necesita un cuerpo en el que todas las partes funcionen bien. También necesita una mente y una parte emotiva. Cuando una persona habla, debe ejercitar su parte emotiva, y también necesita usar mucho la mente. Antes de ministrar la palabra del Señor, muchas veces oro, diciendo: “Señor, infúndeme Tus riquezas. Infunde Tu pensamiento y Tu manera de pensar en mi mente, e infunde Tu afecto y sentimientos en mi parte emotiva”. Sin orar así, me sería difícil expresar al Señor en lo que comparto. No es suficiente simplemente tener poder o impacto al hablar. También es necesario que se nos infundan el pensamiento y los sentimientos del Señor.

Para expresarse, Dios necesita Su trinidad. En 2 Corintios 13:14 se nos dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. A veces me preguntaba por qué este versículo es tan complicado en su expresión. Me parece que habría sido más breve decir: “La gracia, el amor y la comunión de Dios sean con todos vosotros”. ¿Por qué Dios necesita ser tan complicado? La gracia de Cristo no es algo sencillo. Incluye la encarnación de Cristo, Su humanidad con Su vivir humano, Su muerte en Su humanidad, Su resurrección, Su ascensión y el derramamiento de Su mismo ser sobre Su Cuerpo. De igual manera, el amor de Dios y la comunión del Espíritu abarcan mucho. Esto tiene como finalidad la expresión de Dios. Dios es expresado en el amor del Padre, en la gracia del Hijo y en la comunión del Espíritu, es decir, en Su trinidad. Así que, a fin de expresarse, Dios necesita Su trinidad.

(Práctica de la vida de iglesia según la manera ordenada por Dios, La, capítulo 1, por Witness Lee)