“YO SOY...”
Ahora somos creyentes, somos salvos, y Dios nos dio a Cristo para que sea nuestra vida. Sin embargo, constantemente le estamos pidiendo cosas. No le pedimos una ni dos ni tres ni diez ni ciento, sino millares y millones de cosas. Pensamos que todas esas cosas son importantes. Pero Dios nos muestra que Cristo es y debe ser todo lo que necesitamos.
Por eso la Palabra de Dios declara que el nombre de Cristo es “Yo soy”. No quiero hablar mucho de este asunto fuera del contexto bíblico; examinemos lo que la Biblia dice al respecto.
Verdadera comida
En el evangelio de Juan, el Señor declara que El es el pan de vida. Nosotros le pedimos frecuentemente a Dios que nos alimente, pensando que existe algo en la Palabra llamado “alimento”. Como tenemos hambre, le decimos: “Por favor, danos comida”. No obstante, resulta extraño que quienes piden comida, no la reciben. Los que piden y ruegan que se les dé alimento son los que más hambre pasan. Durante los años que tengo de servicio al Señor (aunque no han sido muchos), nunca he conocido una persona que le haya pedido comida a Dios, y que la haya recibido. Tal vez ustedes pregunten: “¿Significa eso que la Palabra de Dios está equivocada? ¿No es verdad que Lucas 1:53 afirma que Dios colmará de bienes a los hambrientos?” Es cierto que los hambrientos serán saciados de bienes. ¿Pero qué es lo que en realidad los sacia? Debemos tener presente que la comida no nos satisface, pero Cristo sí. Muchas veces sentimos hambre y estamos necesitados, y creemos que Dios tiene comida para nosotros; así que oramos y esperamos recibirla, aunque no sabemos cómo. Todo lo que sabemos es que debemos acudir al Señor, creer, recibir y disfrutar más. Pero lo asombroso es que cuando creemos, recibimos; y cuando buscamos más al Señor, aunque no recibimos el alimento que esperábamos, somos saciados. Al buscar al Señor, al hablar con El y recibirle, quedamos satisfechos. La comida de Dios es Cristo. Su comida no es comida física, pues Dios no tiene cosas para nosotros; el alimento que nos da es Cristo mismo. Los chinos tienen una expresión con la que califican algo de redundante, la cual se traduciría “mil páginas del mismo tema”. Tal vez no nos parezca bueno repetir, pero ante Dios, todas Sus cosas son “mil páginas del mismo tema”. No importa qué busquemos en lugar del Señor, El siempre nos da lo mismo; nos da a Cristo, quien es “mil páginas del mismo tema”. El satisface nuestras necesidades, ya que las cosas nunca podrán hacerlo.
Justicia y santificación
Muchas veces alabo al Señor y me regocijo porque mi justicia no es el fruto de mi comportamiento, sino la persona del Señor Jesús. Debido a que el Señor es mi justicia, cada vez que hago mención de ésta, no sólo puedo decir que tengo justicia o justificación, sino que puedo hablar con ella, alabarla y darle gloria. ¿No es esto maravilloso? Pueden preguntarse cómo es que alguien puede dar gloria a su justicia. Sí, con frecuencia le doy gloria a mi justicia, puesto que el Señor Jesús es mi justicia. Mi santificación no es obra mía. Cuando alabo a mi santificación, no estoy alabando mis obras; yo aborrezco mis propias obras, sin embargo, puedo decir que alabo mi santificación, pues mi Señor es mi santificación. ¿Se dan cuenta de que éstas son dos cosas completamente diferentes? No se trata de cosas, sino del Señor.
(Cristo es todas las cosas y los asuntos espirituales, capítulo 4, por Watchman Nee)