Comer al Señor, por Witness Lee

ACEPTAMOS EL QUEBRANTAMIENTO PARA OBTENER UNA RICA COSECHA

Para recoger el maná no tenemos que trabajar, pero para obtener el producto de la tierra de Canaán, sí. Mientras disfrutamos al Señor y le recibimos en nuestro ser, El muchas veces ocasiona circunstancias difíciles y permite dificultades que a la postre redundan en nuestro bien, a fin de que la semilla crezca en nosotros y se reproduzca. Por ejemplo, una hermana cuyo esposo la mortifica continuamente, ora diariamente pidiéndole al Señor que haga que su esposo lo ame a El como ella lo ama. No obstante, cuanto más ora, él menos ama al Señor; cuanto más ella invoca al Señor y ora-lee la Palabra, menos interés muestra el esposo por las cosas de Dios. Antes el esposo iba a dos reuniones por semana, pero ahora no va ni a media. ¿Qué hace uno en ese caso? Todo ello acontece como resultado de que el Señor incita al viento del norte a soplar en nuestra dirección (Cnt. 4:16). En vez de pedirle al Señor que cambie al esposo, pídale más bien que crezca en usted. Dígale: “Señor, quiero estar dispuesta a aceptar lo que Tú estás haciendo. Señor, subyúgame desde mi interior. Haz que me someta a Tu mano y acepte el quebrantamiento”. Más tarde, usted agradecerá y alabará al Señor, ya que por estar dispuesta a ser quebrantada, la vida divina creció en usted.

Usted empieza a aceptar el quebrantamiento que le sobreviene cuando la vida que está en su interior crece un poco hoy, y un poco más al día siguiente. Sin embargo, el tercer día sus hijos tal vez estén del lado de su esposo y la quebranten a usted aún más. ¿Qué debe hacer en tal caso? Una vez más es el viento del norte que sopla para quebrantarla. Aprenda a aceptarlo. ¿Sabía que cuando aceptamos el quebrantamiento e invocamos de nuevo al Señor, el sabor es maravilloso? Cuando invocamos al Señor, El viene, y entonces, tenemos la cosecha. De este modo tenemos un suministro abundante de semilla para sembrar y de pan para comer. Al mismo tiempo, podemos traer a la reunión esa décima parte que es nuestra mejor porción, las primicias de nuestros productos, a fin de comer y disfrutar con los santos. Nuestra adoración consiste en comer así. Esto es lo que falta en el cristianismo y también en nuestro medio, y es esto lo que el Señor desea recobrar. Sin este elemento, es muy difícil que la iglesia madure, que la novia se prepare y que el Señor regrese; por eso es tan decisivo.

(Comer al Señor, capítulo 4, por Witness Lee)