EL CONOCIMIENTO PERSONAL DE LAS ESCRITURAS
Familiarizarnos con la Palabra de Dios
literalmente
El primer constituyente básico de una profecía es el conocimiento personal de las Escrituras. Para ganar tal conocimiento, tenemos que familiarizarnos con la Palabra de Dios de manera literal. Incluso debemos memorizar muchos versículos cruciales de la Biblia. Por ejemplo, debemos memorizar el primer versículo de libros tales como Génesis, Salmos, Mateo, Juan y Hebreos. Además, debemos memorizar versículos como Juan 3:6, 16, y 36; Juan 14:26 y 15:26; y Juan 15:16 y Romanos 15:16. Además, necesitamos inventar una manera particular que nos permita recordar el libro, capítulo y versículo de los versículos cruciales.
Familiarizarnos como el Señor lo hizo
en Mateo 4:4, 7, 10
Según Mateo 4:4, 7 y 10, el Señor Jesús estaba familiarizado con la Palabra de Dios literalmente. Cuando el Señor reprendió a Satanás en Mateo 4, Él recitó tres versículos de Deuteronomio (8:3; 6:16, 13). Esto nos muestra que Él estaba muy familiarizado con ese libro.
Familiarizarnos como el apóstol lo hizo
en Romanos 1:17; 3:4, 10-18
El apóstol Pablo también estaba muy familiarizado con la Palabra de Dios literalmente. Las palabras de Pablo en Romanos 1:17 y 3:4, 10-18 son citas del Antiguo Testamento. Ya sea que Pablo hubiera tenido el Antiguo Testamento delante de sí o que hubiera memorizado estos versículos, él estaba muy familiarizado con ellos.
Conocer las denotaciones profundas
y los significados espirituales
de la Palabra de Dios
Para tener un conocimiento personal de las Escrituras, no debemos conocer sólo el texto de las Escrituras, sino también las denotaciones profundas y los significados espirituales de la Palabra de Dios. Muchas personas pueden entender superficialmente ciertos versículos, como por ejemplo Juan 3:16, pero no conocen las denotaciones más profundas de estos versículos. Casi todos pueden entender un versículo literalmente, es decir, según las letras en blanco y negro impresas en el papel, pero uno debe tener la perspicacia, una vista que profundice, para ver las denotaciones más profundas. Casi todos los versículos de la Biblia contienen denotaciones profundas. Ciertos versículos, como por ejemplo Juan 3:16, no sólo contienen una denotación superficial, sino que también contienen algo más profundo. La Biblia es profunda, y nadie puede entenderla por completo. Debajo de su superficie hay muchos secretos y misterios. Si tratamos de entender la Biblia de modo superficial, no alcanzaremos a tener una comprensión adecuada, debido a que la profundidad de la Biblia es ilimitada.
Conocer las denotaciones profundas
El entendimiento que el Señor tenía en cuanto a Éxodo 3:6, que se revela en Mateo 22:31-32, nos da un cuadro de lo que es conocer las denotaciones profundas de la Palabra de Dios. Éxodo 3:6 dice: “Yo soy [...] el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Es fácil ver la denotación superficial de este versículo, pero nadie pudo ver la denotación más profunda hasta que vino el más sabio de todos, el Señor Jesús. En Mateo 22:31-32 el Señor dijo: “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: ‘Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Conforme a la interpretación que el Señor dio de este versículo, Dios es Dios de vivos y no Dios de muertos; por lo tanto, aunque Abraham, Isaac y Jacob murieron y fueron sepultados, serán resucitados. Ellos son seres vivos, y Dios es su Dios. Con esta breve palabra podemos ver que el Señor Jesús entendió la Palabra de Dios en su denotación profunda.
El entendimiento del apóstol Pablo respecto a Salmos 8:4-6, que se revela en Hebreos 2:5-9, es otro ejemplo de lo que es conocer las denotaciones profundas de la Palabra de Dios. Salmos 8:4-6 dice: “¿Qué es el hombre mortal, para que te acuerdes de él, / y el hijo del hombre, para que le visites? / Lo has hecho a Él un poco inferior a los ángeles / y lo has coronado de gloria y de honra. / Pues le has hecho señorear sobre las obras de Tus manos; / todo lo has puesto bajo Sus pies”. Tal vez pensemos que nosotros entendemos estos versículos. Sin embargo, la frase lo has coronado de gloria y de honra implica algo muy alto y profundo que es difícil de comprender. Dios le dio a Adán dominio sobre todas las cosas, pero no lo coronó de gloria y de honra. Además, Dios tampoco sometió todo bajo los pies de Adán. Estos versículos hablan de Aquel cuya cabeza tiene una corona de gloria y de honra y bajo cuyos pies están sometidas todas las cosas. Pablo entendió estos tres versículos más profundamente que todos los maestros judíos. Estos maestros tal vez decían que estos versículos se referían a Adán, pero Pablo se dio cuenta de que debían tener un significado más elevado y más extenso. Así que, en Hebreos 2 él interpretó esta porción de la Palabra de Dios conforme a una denotación más profunda. Según la interpretación de Pablo, estos versículos se refieren a Cristo en Su ascensión, en Su segunda venida y Su reino de mil años, y en la eternidad. En Su ascensión Cristo fue coronado de gloria y de honra, y en Su reino y en la eternidad, Dios someterá todas las cosas bajo Sus pies. Pablo entendió esta porción de la Palabra de Dios en su denotación más profunda.
También podemos ver el conocimiento que Pablo tenía de las denotaciones más profundas de la Palabra de Dios según lo que Él entendía de Salmos 2:7, como se revela en Hechos 13:33. Salmos 2:7 dice: “Contaré el decreto de Jehová; / Él me dijo: Mi Hijo eres Tú; / Yo te he engendrado hoy”. Aparentemente, esta fue una palabra que Dios habló a David, el rey de Israel. Sin embargo, Hechos 13:33 dice: “La cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: ‘Mi Hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy’”. Según su denotación más profunda, Salmos 2:7 se refiere a la resurrección de Cristo. Pablo nos dice claramente que la resurrección de Cristo fue Su nacimiento. Cristo fue engendrado por Dios cuando resucitó. Cristo era el Hijo unigénito de Dios (Jn. 3:16) cuando se encarnó, pero nació como Hijo primogénito de Dios en Su resurrección. El nacimiento de Cristo como Hijo primogénito indica que muchos otros lo seguirían por medio de nacer de Dios y llegar a ser los muchos hijos de Dios (Ro. 8:29). Con esta interpretación podemos ver cuán profundo era el entendimiento que el apóstol tenía de la Biblia. Nuestro entendimiento de la Biblia es muy superficial comparado con el de Pablo.
La denotación profunda de las Escrituras puede encontrarse también en Juan 3:16, que fue entendido superficialmente por muchos creyentes a través de los siglos. Juan 3:16 es uno de los versículos más profundos de la Biblia. Para comprender cualquier versículo de la Biblia, debemos prestar atención al contexto del versículo. Juan 3:16 se encuentra en un capítulo que consta de treinta y seis versículos. Así que, para entender este versículo, debemos tomar en cuenta todo el capítulo.
El tema de Juan 3 es la regeneración. Para ser regenerados, necesitamos dos cosas: la cruz y el Espíritu. Los versículos 14 y 15 de este capítulo dicen: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, tenga vida eterna”. Podemos ser regenerados porque el Señor Jesús fue crucificado por nosotros. Al ser mordidos por la serpiente antigua, es decir, el diablo, Satanás, llegamos a ser serpientes, (Gn. 3:1, 13-15; Ap. 12:9a). Pero el Señor Jesús murió en la cruz en la forma de la serpiente, o sea, en la forma nuestra. Él murió como nuestro sustituto para que tuviéramos vida eterna. El versículo 6 de Juan 3 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. El Espíritu que se menciona aquí es el Espíritu vivificante. Así que, somos regenerados por medio de la crucifixión de Cristo y por medio de Cristo mismo, quien llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45).
El capítulo 3 de Juan también nos dice claramente que la regeneración tiene como fin el aumento de Cristo. Los versículos anteriores al versículo 16, nos dicen de qué modo podemos ser regenerados, y los versículos posteriores nos dicen que aquellos que han sido regenerados son el aumento de Cristo, y que este aumento, es el complemento de Cristo, Su novia. Así que, estos versículos revelan que el Señor Jesús vino en la forma de una serpiente, es decir, “en semejanza de carne de pecado” (Ro. 8:3), para morir por nosotros, y ahora, después de haber muerto y resucitado, Él es el Novio que espera tenernos como Su novia. El matrimonio del Novio y la novia acontecerá en Apocalipsis 19, pero la preparación para ese matrimonio se ve en Juan 3.
Juan 3:16 dice que Dios dio a Su Hijo unigénito, no al hombre, sino al mundo. Este versículo no dice que Dios amó al hombre, sino al mundo, y el mundo no está compuesto de hombres, sino de “serpientes”. Todas las naciones de esta tierra son naciones de “serpientes”. El mundo mencionado en Juan 3:16 no denota la tierra, sino al hombre caído que ha sido sorbido por Satanás, la serpiente, y se ha convertido en un sistema satánico. Ésta es la razón por la cual el Señor Jesús dijo que Él sería levantado y moriría como serpiente, como nuestro Sustituto. Así que, Dios amó a las “serpientes”, y dio Su Hijo a estas “serpientes”. Además, Su Hijo vino a ser una serpiente para que todas estas serpientes moribundas pudieran ser vivificadas al recibir la vida eterna. Esta vida eterna produce los creyentes en Cristo y también forma y edifica el Cuerpo de Cristo como Su novia.
Juan 3:16 indica además que el Dios que amó al mundo serpentino es triuno. El hecho de que se mencione al Hijo en este versículo es una indicación del Dios Triuno. El Dios simple no tiene un Hijo; es el Dios Triuno quien tiene un Hijo.
Todo esto es la denotación más profunda de Juan 3:16. En breve, esta denotación es que el Dios Triuno, revelado en Génesis 1, de tal manera amó a la gente serpentina del mundo satánico que les dio a Su Hijo unigénito, el Segundo de Su trinidad divina en encarnación, para que muriera por ellos en la forma de la serpiente como Sustituto y llegara a ser el Espíritu vivificante, para que los que creyeran en Él como el Redentor fuesen regenerados con Su vida eterna por medio de Él mismo como el Espíritu vivificante, a fin de que fuesen los muchos hijos de Dios (Jn. 1:12; He. 2:10) y Sus muchos hermanos (Ro. 8:29), para constituir Su Cuerpo, la iglesia (Ef. 1:23), como Su aumento y Su novia, con el propósito de satisfacerlo y expresarlo; esto será consumado en la Nueva Jerusalén, como se revela en Apocalipsis 21 y 22, a fin de manifestar al Dios Triuno procesado y consumado para el cumplimiento de Su economía eterna. Así que, tal denotación no sólo es profunda, sino también profundamente amplia en su extensión, la cual abarca toda la Biblia, desde el primer capítulo en Génesis 1, hasta el último capítulo en Apocalipsis 22.
(
Práctica del profetizar, La, capítulo 3, por Witness Lee)