LOS ELEMENTOS QUE COMPONEN UNA PROFECÍA
SEGÚN LA MANERA DESCRITA EN 1 CORINTIOS 14
El conocimiento y la experiencia
que tenemos de Dios,
de Cristo y de las cosas espirituales
La composición de una profecía, según la manera descrita en 1 Corintios 14, incluye en primer lugar el conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales. Si queremos profetizar, debemos tener cierto conocimiento y experiencia de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales.
Las palabras para proclamar lo que conocemos
y lo que hemos experimentado de Dios,
de Cristo y de las cosas espirituales
Segundo, la composición de una profecía incluye las palabras con las cuales podemos proclamar lo que conocemos y hemos experimentado de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales. Primero, necesitamos el conocimiento y la experiencia; luego, necesitamos las palabras, esto es, necesitamos la palabra y la expresión. Podemos componer una profecía corta y después practicarla hablándonos a nosotros mismos en casa. Tal vez debemos hablarla a nosotros mismos diez veces. Después de hablarla varias veces, sabremos cómo corregirla y mejorarla. Mediante esta práctica, tendremos la expresión apropiada.
Lo que vemos bajo la iluminación divina
acerca de la situación
y el medio ambiente en que estamos
La composición de una profecía también incluye la visión bajo la iluminación divina acerca de la situación y el medio ambiente en que estamos. Entre nosotros hay muchos que no están claros respecto al contenido intrínseco del presente disturbio en el recobro del Señor, y algunos prefieren no estar claros. Su actitud es que otros deben estar claros con respecto a la situación, pero que ellos mismos sólo deben preocuparse por disfrutar a Cristo. Esta actitud está equivocada. La iglesia es nuestro hogar y nuestra familia. Si hay un disturbio en nuestro hogar, entre los miembros de nuestra familia, no podemos decir: “No quiero saber nada al respecto. Sencillamente quiero disfrutar”. Debemos tener la perspectiva de ver las cosas que ocurren entre nosotros y conocer la situación de todos los santos. Si no podemos ver claramente, debemos orar: “Señor, muéstrame la verdadera situación. Alúmbrame e ilumíname. Ilumina todo para que pueda ver el contenido intrínseco de la situación actual”. Debemos saber lo que está pasando en la iglesia, pero no para que nos pongamos del lado de cierto grupo de santos en contra de otro, sino para que sepamos cuál es la verdadera situación.
La inspiración para el momento
que recibimos del Espíritu
que mora en nosotros, la cual estimula
nuestro espíritu para hablar
El conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales, las palabras con las cuales podemos proclamar lo que conocemos y hemos experimentado, y una visión clara con respecto a nuestra situación y medio ambiente, son la preparación básica para nuestro hablar. Además de esto, necesitamos la inspiración para el momento que recibimos del Espíritu que mora en nosotros, la cual estimula nuestro espíritu para hablar. Nosotros somos diferentes de los profetas del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, el Espíritu no moraba en los santos. Ellos tenían que esperar hasta que el Espíritu viniera sobre ellos, antes de que pudieran hablar por el Señor (2 Cr. 15:1; Ez. 11:5). Sin embargo, el Nuevo Testamento dice: “El Señor esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22). No necesitamos que el Espíritu venga sobre nosotros, porque siempre lo tenemos en nuestro espíritu humano. Por lo tanto, no debemos esperar a que el Espíritu venga sobre nosotros; más bien, debemos ejercitar nuestro espíritu. Cuando ejercitamos nuestro espíritu, el Espíritu Santo que mora en nuestro espíritu será movido por nosotros, y tendremos inspiración. No es Él quien nos mueve a nosotros, sino que nosotros somos quienes lo movemos a Él. Si permanecemos delante del Señor al confesar nuestros fracasos, tendremos una comunión directa y abierta con Él. Él está en nuestro espíritu, y nosotros estamos en Él. Cuando venimos a la reunión, sólo necesitamos ejercitar nuestro espíritu y decir: “Señor Jesús, quiero hablar”. Luego Él se pondrá en pie y nosotros podremos hablar conforme a nuestra experiencia, con las palabras que hayamos ganado y con la iluminación que tengamos. Si hacemos esto, todos tendremos algo que decir en la reunión del día del Señor por la mañana.
Necesitamos tener la práctica de componer una profecía según la manera descrita en 1 Corintios 14. Para ayudarnos en este asunto, hemos preparado el libro La palabra santa para el avivamiento matutino. Si usamos el contenido de este libro con el conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales, con palabras para proclamar lo que conocemos y hemos experimentado, con la visión que hemos recibido bajo la iluminación divina respecto a nuestra situación y con la inspiración para el momento que recibimos del Espíritu que mora en nosotros, por medio de la comunión clara y abierta que tenemos con el Señor al ejercitar nuestro espíritu, fácilmente podremos componer una profecía y hablarla en la reunión de la iglesia.
(
Práctica del profetizar, La, capítulo 1, por Witness Lee)