II. EL PROPÓSITO DE LA VIDA:
EDIFICAR LA CASA DE DIOS
Es muy interesante ver que en el capítulo 2 de Juan primeramente tenemos el caso en el cual el agua se convierte en vino (vs. 1-11), y después, el caso de la purificación del templo (vs. 12-22). Debemos creer que ambos casos fueron incluidos con el fin de revelar algo más que el simple relato de eventos históricos. ¿Cuál es la razón por la que el caso de la purificación del templo viene después del cambio de muerte en vida? Esta secuencia demuestra que la vida es para la edificación del templo de Dios. En otras palabras, la vida es para el edificio de Dios. El caso en que el Señor cambió el agua en vino nos muestra el principio de la vida, el cual es cambiar la muerte en vida. Ahora, en el caso del templo vemos la meta, el propósito, de la vida, el cual es edificar la casa de Dios.
A. El Señor Jesús purifica el templo
Juan 2:12-22 presenta dos aspectos de cómo el Señor se ocupó del templo: el aspecto de la purificación y el de la edificación. Satanás, el enemigo de Dios, siempre trata de dañar o frustrar el templo de Dios. Intenta contaminarlo introduciendo muchas cosas pecaminosas. Esta es la razón por la que la casa de Dios requiere purificación.
1. “Estaba cerca la Pascua”
El Señor Jesús purificó el templo cuando “estaba cerca la Pascua de los judíos” (2:13). En ese tiempo la Pascua era una conmemoración de la salvación de Dios (Éx. 12:2-11; Dt. 16:1-3); y los judíos la recordaban adorando a Dios en el templo. Pero cuando el Señor Jesús subió a Jerusalén, encontró el templo lleno de bueyes, ovejas, palomas y cambistas de monedas. Así que, el templo requería ser purificado, y el Señor Jesús lo hizo.
La Pascua prefiguraba la memoria que hacemos del Señor (1 Co. 11:24-25). Y nosotros somos el templo de Dios (1 Co. 3:16). Es muy posible que cuando venimos a la mesa del Señor para hacer memoria de Él, nos encontremos llenos de asuntos terrenales. Así que, también nosotros necesitamos ser purificados para poder ser el templo adecuado de Dios.
2. La purificación del templo
a. Con un azote de cuerdas de junco
Leamos Juan 2:14-16: “Y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de Mi Padre casa de mercado”. El Señor purificó la casa de Dios usando un azote de cuerdas de junco. La versión King James dice que el Señor hizo “un azote de pequeñas cuerdas”, pero otras versiones dicen que hizo un azote de juncos, los cuales eran baratos y comunes. El Señor hizo el azote con algo ordinario, con juncos, y lo utilizó para limpiar el templo. Él echó fuera los bueyes, las ovejas, las palomas y las monedas. Esto representa el echar fuera todas las ocupaciones terrenales. Nosotros somos el templo de Dios, pero no estamos llenos de Él. Al contrario, estamos ocupados con muchos otros asuntos que no son Dios. Y aunque, como casa de Dios, deberíamos estar llenos de Él, la realidad es que estamos llenos de mercadería, dinero y mesas de cambistas. Por lo tanto, el Señor debe hacer un azote de cuerdas para echar esas cosas fuera de nosotros.
A menudo, el Señor usa las cosas ordinarias y comunes, como los juncos, para purificarnos. A veces utiliza a un familiar, por ejemplo nuestro cónyuge o nuestros padres o nuestros hijos, nuestro jefe o nuestros empleados. Todos hemos experimentado el azote de cuerdas que el Señor ha hecho de familiares o de cosas ordinarias, con el fin de purificarnos. Muchas veces el Señor interviene en nuestras vidas, revolviéndolo todo. Echa fuera las ovejas, los bueyes, las palomas, y vuelca las mesas a fin de confundir toda la situación. Por ejemplo, tal vez el año pasado usted ganó mucho dinero en sus negocios, pero este año lo pierde todo; éste es un azote que el Señor usa para purificarlo. Con cada creyente que busca al Señor siempre hay alguien o algo que lo purifica.
Una esposa, que es hija de Dios y busca más del Señor, por lo general siempre anhela que su esposo sea espiritual y ame al Señor, pero esto muchas veces es al revés. Un esposo que ama al Señor y siempre ora pidiendo que su esposa sea espiritual y ame al Señor, hallará muchas veces que sucede lo contrario a su deseo. También los padres que sinceramente buscan al Señor y oran diariamente por sus hijos, en ocasiones sufren al ver que éstos se descarrían del camino del Señor. El azote que usted experimenta es preparado por el Señor. Si su cónyuge fuera muy espiritual, el Señor no tendría un azote con que purificarlo. Si sus hijos fueran como Pedro y Juan y su hija fueran como María, el Señor no tendría juncos disponibles para hacer un azote. Si sus padres fueran como Abraham y Sara, no habría nada que pudiera purificarlo. Por un lado, usted debe disfrutar diariamente al Señor como un banquete, pero por otro, muchas veces el Señor le enviará un azote de cuerdas para purificarlo. A menudo, el Señor usará aun a los hermanos y hermanas de la iglesia como un azote de cuerdas para echar fuera la mercancía y a los cambistas que hay dentro de usted.
(
Estudio-vida de Juan, capítulo 7, por Witness Lee)