IV. EL PUENTE DEL TIEMPO
ENTRE LAS DOS SECCIONES DE LA ETERNIDAD
En Juan 1 se revelan las dos secciones de la eternidad. El principio que se menciona en Juan 1:1 se refiere a la eternidad pasada. Luego en el versículo 51, cuando el Señor le dijo a Natanael que él vería el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre, Él no estaba hablando de ese momento, sino de la eternidad futura. Si unimos estas dos secciones, veremos la eternidad en su totalidad.
A. En la primera sección de la eternidad:
la eternidad pasada
En la eternidad pasada, Cristo, como el Verbo, estaba con Dios y era Dios. Él solamente era Dios y sólo tenía la divinidad. Puesto que el Verbo no se había encarnado todavía, Él no era un hombre y no tenía humanidad.
B. En la segunda sección de la eternidad:
la eternidad futura
En la eternidad futura, Cristo no sólo será Dios, sino también hombre; no sólo será el Hijo de Dios, sino también el Hijo del Hombre. Puesto que el Verbo se encarnó (v. 14), también es un hombre, el Hijo del Hombre, quien posee humanidad para siempre. Después de la encarnación, Él sigue siendo Dios, pero es Dios y hombre. Sigue siendo el Hijo de Dios, pero es el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Es decir, que en la eternidad futura, además de ser el Hijo de Dios por la eternidad también será el Hijo del Hombre. En la eternidad pasada Él era Dios, poseyendo única y solamente la divinidad, no tenía la humanidad. Sin embargo, en la eternidad futura Él será Dios y hombre, el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, con divinidad y humanidad. Él tendrá dos naturalezas, dos esencias y dos substancias: la divina y la humana.
Cuando Natanael le dijo al Señor: “Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel” (v. 49), Jesús le dijo que él vería “a los ángeles de Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre”. ¿Quién es más importante: el Hijo de Dios o el Hijo del Hombre? Lógicamente todos dirían que el Hijo de Dios es más importante que el Hijo del Hombre. Entonces, permítanme preguntarles: ¿ustedes prefieren ser hijos del hombre o ser hijos de Dios? Con toda seguridad, contestarían que prefieren ser hijos de Dios. Todo el mundo desea ser hijo de Dios. Por eso fue un hecho maravilloso que Natanael se diera cuenta de que Jesús, un humilde hombre de Nazaret, era el Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús inmediatamente le dijo que Él era el Hijo del Hombre. Aunque los hombres tratan de exaltarlo, a Él le gusta permanecer humilde.
¿Qué era más importante, que Jesús fuera el Hijo de Dios o que fuera el Hijo del Hombre? Si usted contesta a la ligera, tal vez responda con una herejía. ¡Cuán difícil es responder a esto! El Señor es el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Si Él no fuera el Hijo de Dios, no podría ser nuestra vida y si no fuera el Hijo del Hombre, no podría ser la esencia del edificio de Dios. El Hijo de Dios se relaciona con la vida, y el Hijo del Hombre con la edificación. Para poder recibir vida la Biblia no nos pide que creamos que Jesús es el Hijo del Hombre, sino que todos debemos creer que Jesús es el Hijo de Dios, que un humilde nazareno, es el Hijo de Dios. Si creemos esto tendremos la vida eterna. Después de recibir la vida eterna, debemos darnos cuenta de que este Jesús, el Hijo de Dios, también es el Hijo del Hombre. Su divinidad es nuestra vida, y Su humanidad es para el edificio de Dios. El edificio de Dios necesita Su humanidad. Necesitamos a Jesús como el Hijo de Dios, pero Dios lo necesita como el Hijo del Hombre.
Para nosotros, Jesús es el Hijo de Dios, pero para Dios y para el diablo, Satanás, Él es el Hijo del Hombre. El diablo no tiene miedo de que Jesús sea el Hijo de Dios, sino de que sea el Hijo del Hombre. En varias ocasiones cuando Jesús echaba fuera a los demonios y éstos lo llamaban Hijo de Dios, Jesús los hacía callar (Mt. 8:29; Mr. 3:11-12), ya que delante de ellos, Él era el Hijo del Hombre. Cuando el diablo tentó a Jesús en el desierto, diciendo: “Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes” (Mt. 4:3), Jesús resistió la tentación de negar Su posición como Hijo del Hombre diciendo: “No sólo de pan vivirá el hombre” (Mt. 4:4). Jesús mantuvo Su posición como hombre. Satanás no le teme al Hijo de Dios; pero sí le teme al hombre. ¿Por qué? Porque Dios, en Su economía, dispuso que el hombre debe ser el que derrota a Satanás.
Además, Dios no quiere morar en Sí mismo. La divinidad no puede ser la morada de Dios. La intención de Dios en Su economía es morar en la humanidad. La intención de Dios es derrotar a Su enemigo por medio del hombre y hacer Su morada en la humanidad. Por lo tanto, para que Satanás sea derrotado y para que Dios obtenga Su morada, se necesita la humanidad. Si el Señor Jesús sólo fuese el Hijo de Dios, sólo podría impartirle vida al hombre. No tendría sustancia con la cual derrotar a Su enemigo o para llegar a ser la morada de Dios. Alabado sea el Señor por ser el Hijo de Dios, quien nos imparte la vida, y por ser el Hijo del Hombre, quien le proporciona una morada a Dios.
En la eternidad pasada, ¿Acaso Dios tenía una morada hecha de humanidad? Por supuesto que no. En Isaías 66:1 Dios dice: “El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies ... ¿dónde [está] el lugar de mi reposo?”. Aunque el cielo se considera la habitación de Dios (Dt. 26:15; 1 R. 8:49; Sal. 33:13-14; Is. 63:15); Él se pregunta ¿dónde está el lugar de Mi reposo? Cuando Dios gana al hombre, éste llega a ser Su lugar de reposo (Is. 57:15; 66:2). Hoy Dios mora en los cielos, pero éstos no serán Su habitación por la eternidad. Por la eternidad, en el cielo nuevo y la tierra nueva la habitación de Dios será la Nueva Jerusalén, la cual se compone de todos Sus santos redimidos y la cual descenderá del cielo (Ap. 21:1-3). ¿Cuál será la habitación eterna de Dios? La humanidad regenerada, transformada, elevada y edificada llegará a ser la morada de Dios. Dios no morará con una humanidad natural, sino con una humanidad que haya sido regenerada, transformada, unida y edificada con la vida divina. La vida divina elevará nuestra humanidad hasta que lleguemos a ser la morada de Dios.
En Juan 1 se revela a Cristo como el Hijo de Dios y como el Hijo del Hombre. Él es el Hijo de Dios para impartir a Dios en nosotros como vida, y Él es el Hijo del Hombre para ser la esencia misma de la edificación de la casa de Dios. En la eternidad pasada no existía la humanidad, ni Dios tenía una morada. Pero en la eternidad futura Dios tendrá Su morada en la humanidad.
(
Estudio-vida de Juan, capítulo 5, por Witness Lee)