I. EL VERBO, QUIEN ERA DIOS,
VINO COMO VIDA Y LUZ
PARA PRODUCIR A LOS HIJOS DE DIOS
A. En el principio: el Verbo
El vocabulario del Evangelio de Juan es sencillo y breve, pero este libro es en realidad el más profundo de toda la Biblia. Consideremos, por ejemplo, la primera cláusula del libro: “En el principio era el Verbo”. Aunque aquí el vocabulario parece muy sencillo, la profundidad de su significado no puede penetrarse. ¿Qué es el principio? ¿Entiende usted qué es el principio? ¿Cuándo fue el principio? Es muy difícil contestar. Además, ¿qué es el Verbo? Si uno dijera que el Verbo es Cristo, yo le preguntaría: ¿por qué a Cristo se le llama el Verbo en este versículo? ¿Por qué no es llamado de otra forma? El hecho de que aquí se usa la expresión, “el Verbo”, es muy significativo. Aunque esta cláusula es extremadamente profunda, vamos a intentar entenderla.
1. El principio: la eternidad pasada
La Biblia comienza con las palabras: “En el principio”. Sin embargo, lo que dice Génesis 1:1 difiere a lo dicho en Juan 1:1. Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Aunque los dos libros, Génesis y Juan, comienzan con la misma frase, el significado de cada una es completamente diferente. La frase, “en el principio”, hallada en Génesis, denota el principio del tiempo, pues se refiere a la obra creadora de Dios. Por lo tanto, Génesis 1:1 se refiere al principio del tiempo, cuando Dios creó todas las cosas. El significado de la frase hallada en Juan 1:1 es distinto, pues se refiere a la eternidad pasada, la cual no tiene principio. El principio mencionado en Génesis 1 comienza desde la creación, mientras que el principio de Juan 1 es antes de la creación. En otras palabras, el principio de Génesis 1 es el principio del tiempo, y el principio mencionado en Juan es el principio antes de que el tiempo existiera; se refiere a la eternidad pasada, la cual no tiene principio.
Como señalamos en el mensaje anterior, el ministerio de Juan era un ministerio que remendaba. Remendar significa que algo había existido por un tiempo, pero se quebró, rompió o dañó, y necesita ser arreglado. Remendar siempre hace que el objeto vuelva a su condición original. Por ejemplo, hace siete años que tengo una chaqueta. A veces, ésta se rasga, y mi esposa tiene que remendarla. Cuando ella remienda las partes rasgadas, la chaqueta es restaurada a su condición original. Del mismo modo, la iglesia ha existido desde el día de Pentecostés. No obstante, muy poco después de sus comienzos, la iglesia fue perjudicada y dañada por muchos pensamientos, opiniones, conceptos, filosofías, ideas, enseñanzas y doctrinas diferentes. Si uno lee con cuidado el Nuevo Testamento junto con la historia de la iglesia, notará que muchos conceptos perjudiciales entraron en la iglesia a través del judaísmo. Estas ideas hicieron daño a la antigua iglesia. Además, en los primeros días, es decir, en el primer siglo, el gnosticismo, el cual era una mezcla de las filosofías griega, egipcia y babilónica, también se introdujo en la iglesia, haciendo mucho daño. Así que, la iglesia primitiva fue perjudicada por los conceptos religiosos de los judíos así como por las ideas filosóficas de los griegos, lo cual produjo varias doctrinas y enseñanzas que perjudicaron a la iglesia e hicieron muchos agujeros en la red espiritual.
El agujero más grande de la red de la iglesia fue causado por algunos llamados cristianos que, en sus conceptos filosóficos, no reconocieron que Cristo era Dios encarnado quien se había hecho hombre. Pretendían ser cristianos, pero no creían que Cristo, el Hijo de Dios, había venido en carne. Juan llamó a estas personas anticristos (1 Jn. 2:18, 22). Así que, 1 Juan 4:1-3 dice que podemos probar la autenticidad de un espíritu al preguntarle si reconoce o no que Cristo ha venido en carne, porque “todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios”. Además, Juan, en su segunda epístola advirtió a los creyentes acerca del anticristo, el cual es una persona que pretende ser cristiano, pero no confiesa que Jesucristo ha venido en carne (v. 7). Los que predicaron acerca del cristianismo sin creer que Cristo era Dios encarnado como hombre, hicieron un gran agujero en la red. Por lo cual Dios, en Su soberanía, preparó un ministerio remendador, el cual cerraría todos los agujeros que habían sido hechos. El ministerio de Juan cumplió esta tarea, dando testimonio de que Cristo, el mismo Dios encarnado, vino en carne (Jn. 1:1, 14).
Conforme al mismo principio, hoy en día nos enfrentamos a la misma situación a la que se enfrentaba Juan en el primer siglo. La red espiritual está rota y llena de grandes agujeros causados por muchas doctrinas, enseñanzas, conceptos e ideas. Debemos regresar al principio. ¿Cuál fue el principio? En el principio había una sola cosa: la vida. “En el principio era el Verbo ... y el Verbo era Dios ... en Él estaba la vida”. El Evangelio de Juan no dice: “En Él existían muchas doctrinas”. La manera de remendar los agujeros en la red espiritual es la vida. No debemos discutir acerca de la doctrina, sino disfrutar la vida. Si alguien se me acerca con el propósito de discutir acerca de doctrinas, yo diría: “¡Oh Señor Jesús! Cristo es tan amoroso, dulce y querido. Vamos a invocarle. Querido hermano, disfrutemos al Señor. Si tenemos al Señor Jesús como nuestro disfrute, todo es maravilloso. Olvidémonos de la doctrina y disfrutémoslo a Él”. El ministerio que remienda se lleva a cabo por la vida, porque la vida nos lleva al principio. En el principio no había nada mas que la vida.
(
Estudio-vida de Juan, capítulo 2, por Witness Lee)