INMERSOS EN EL DIOS TRIUNO
No debemos prestar atención a todas las enseñanzas inadecuadas que existen concernientes al Dios Triuno. En el Vaticano, en Roma, hay un gran mural en el que se ve a un anciano con una larga barba sentado al lado de un joven que está en pie, el cual supuestamente representa al Hijo, y además, se ve una paloma que revolotea sobre ellos, la cual supuestamente representa al Espíritu. La Iglesia Católica llama a dicho mural una representación pictórica de la Trinidad. También se exhibe allí otro cuadro muy similar, en el cual el padre anciano está sentado, el joven está de pie y la paloma vuela sobre ellos; pero en medio de ellos está además una mujer. Así pues, ellos han añadido a alguien más a la Trinidad: a María. ¡Esto es diabólico! Esto es levadura añadida a la revelación pura de la Trinidad Divina.
La Trinidad Divina está en nosotros ahora mismo. El Padre está en nosotros, el Hijo también lo está y el Espíritu también se halla en nuestro ser. Además, en este mismo momento, nosotros estamos en la Trinidad. ¡Alabémosle por tal misterio! Ciertamente éste es un misterio, pero hecho manifiesto mediante la economía de Dios por medio de la impartición divina. Primero, Dios se hizo hombre para ser el Cordero a fin de efectuar la redención y quitar nuestros pecados. Luego, en resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante es el Hijo hecho real para nosotros, y el Hijo es la corporificación del Padre. Por tanto, hoy, cuando creemos en el Hijo, obtenemos al Padre; y cuando invocamos el nombre del Hijo, recibimos al Espíritu. Ahora somos uno con Él. ¡Alabémosle! Éste es el misterio divino que la economía divina hizo manifiesto mediante la impartición divina en sus varios pasos.
En el ultimo capítulo de Apocalipsis, este Dios Triuno es Aquel que está en el trono, Aquel que nos redime y Aquel que fluye por nosotros como un río en espiral a fin de regarnos a todos con todo lo que Él es. Aquí aplacamos nuestra sed, aquí somos nutridos por el árbol de la vida y aquí encontramos satisfacción y reposo.
Lo más sobresaliente es que somos hechos uno con Dios, y esto se logra de una manera misteriosa. ¡Aleluya! Podemos proclamar que Dios ha dejado de ser meramente Dios, pues ahora Él es Dios mezclado con la humanidad. Él se ha mezclado completamente con nosotros. Nosotros ya no somos meramente seres humanos, sino que ahora somos seres humanos saturados del Dios Triuno, seres que están inmersos en el Dios Triuno y en quienes el Dios Triuno se ha infundido.
(
Dos grandes misterios en la economÃa de Dios, Los, capítulo 2, por Witness Lee)