Cristo en Su excelencia, por Witness Lee

LA GLORIFICACIÓN ES UN ASUNTO DE VIDA

El hecho de que el Padre sea glorificado en la glorificación de Su Hijo Jesús es algo que está estrechamente ligado con la vida divina. De entre los millones de personas que existieron hace dos mil años, el Señor Jesús fue el único que tenía la vida y la naturaleza divinas dentro de Él con el propósito de expresar a Dios. El énfasis dado a la vida y la naturaleza divinas no es tanto en capacitarnos para hacer obras, sino en capacitarnos para vivir y expresar la vida que se halla en nosotros. Si usted es chino y posee la vida y la naturaleza de un chino, espontáneamente expresará unas características que son propias de un chino. Si usted es japonés y tiene la vida y la naturaleza japonesas, entonces usted expresará los rasgos característicos de un japonés. En otras palabras, lo que usted exprese dependerá de la vida y la naturaleza que tenga en su ser. El Señor Jesús tenía en Su interior la vida y la naturaleza de Dios, y no le fue necesario hacer cosa alguna, sino que simplemente vivía a Dios y le expresaba en Su vivir. Sin embargo, en ese tiempo Dios aún se hallaba oculto en la carne del Señor Jesús y, por lo tanto, era imprescindible que el Señor quebrantase Su carne por medio de la muerte, tal como una semilla tiene que ser plantada en la tierra a fin de que la vida que está encerrada en ella quebrante la cáscara y pueda ser liberada. Eso es gloria. Por consiguiente, el Señor Jesús oró al Padre Dios pidiendo que lo pusiese en la tierra de muerte y que lo resucitara de entre los muertos. De esta manera el Padre Dios sería liberado del interior del Señor Jesús, y la vida y naturaleza del Padre Dios serían manifestadas, lo cual es la glorificación del Hijo por el Padre.

(Cristo en Su excelencia, capítulo 3, por Witness Lee)