LA PLENITUD DE CRISTO ES
EL REBOSAMIENTO DE LA GRACIA Y LA REALIDAD
Basados en Juan 1:16, podemos afirmar que la plenitud de Cristo es el rebosamiento de la gracia y de la realidad. Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de realidad, y nosotros hemos recibido de Su plenitud, y gracia sobre gracia. No obtenemos esta plenitud de una vez por todas, sino que la recibimos gracia sobre gracia, continua y gradualmente. En griego, la frase gracia sobre gracia da a entender que la gracia es como las olas del mar, las cuales vienen incesantemente una tras otra. Desde el momento en que fuimos salvos recibimos la gracia y la realidad que provienen de la plenitud de Cristo, y seguiremos recibiendo dicha gracia y realidad hasta que crezcamos y lleguemos a ser hombres de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Dios se ha dado a Sí mismo a nosotros para ser nuestra gracia y realidad con miras a producir la iglesia. Juan 12:24 dice: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Este “mucho fruto” es compenetrado para formar un solo pan que es la iglesia. Dios se hizo carne y trajo gracia y realidad con el propósito de producir la iglesia. La iglesia no sólo tiene las riquezas de Cristo, sino que ella también es la plenitud de Cristo; la iglesia es el rebosamiento de las riquezas de Cristo, y dicho rebosamiento es Su expresión.
Génesis 1:27 dice que Dios creó al hombre y a la mujer según Su imagen. Sin embargo, cuando Dios creó al hombre del polvo de la tierra, en realidad Él creó solamente al varón, a Adán, y no a la mujer, Eva (2:7). Dios no creó dos personas. Después, al ver Dios que no era bueno que Adán estuviese solo, le hizo una mujer para que fuese su pareja. ¿Cómo creó Dios a la mujer? Dios hizo que Adán entrase en un sueño profundo y tomó una de sus costillas; de esa costilla edificó una mujer y la puso delante de Adán. En cuanto Adán la vio, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (v. 23). Debido a que ambos se correspondían perfectamente el uno al otro, se unieron y llegaron a ser una sola carne. Esto demuestra que Eva procedió de Adán, por tanto, ella era el rebosamiento de Adán. En el Nuevo Testamento, Pablo nos dice en Efesios 5 que la historia de Adán y Eva se refiere a Cristo y la iglesia lo cual explica también cómo se produjo la iglesia. La iglesia fue producida cuando Cristo “durmió” en la cruz y de Su costado herido salió sangre y agua. La sangre nos lava de nuestros pecados, y el agua nos da vida. Después, en resurrección, Cristo como Espíritu entró en nosotros y nos regeneró. De esta manera, todos nosotros estamos siendo edificados conjuntamente para ser la iglesia, la pareja de Cristo. Por tanto, la iglesia no sólo es el rebosamiento de las riquezas de Cristo, sino también la plenitud de Cristo. La iglesia no sólo es el fruto de las riquezas de Cristo, sino también el rebosamiento y la expresión de Cristo.
(Cristo en Su excelencia, capítulo 5, por Witness Lee)