Mateo 5:13 dice: “Vosotros sois la sal de la tierra”. Aquí el Señor Jesús se refiere al pueblo del reino de los cielos (vs. 3, 10). En particular, “vosotros” en 5:13 se refiere a los creyentes vencedores en la vida del reino. Además, ser la sal de la tierra es un asunto corporativo, no individual. Individualmente no podemos ser la sal apropiada. Es como entidad corporativa que el pueblo del reino es la sal de la tierra. Si nos separamos de la vida de iglesia, no podemos ser dicha sal.
Que nosotros seamos la sal de la tierra significa que impedimos que la tierra se corrompa por completo. Esto significa que ejercemos nuestra influencia sobre la tierra creada por Dios a fin de conservarla en su condición original. La tierra, que fue creada por Dios, ha sido afectada por la caída del hombre; en tal sentido, la tierra se ha deteriorado y corrompido. Pero la sal mata los gérmenes, elimina la podredumbre y conserva las cosas en su condición original. La sal es por naturaleza un elemento que mata los gérmenes de la corrupción y los elimina. Por tanto, por medio de su función aniquiladora y preservante la sal lleva a la tierra a su condición original o la mantiene en su condición original. Así que, la función de la sal consiste en conservar lo que Dios ha creado. Toda la tierra está cada vez más y más podrida. Por consiguiente, tenemos que ejercer nuestra influencia sobre esta tierra corrupta. Para la tierra corrupta, el pueblo del reino de los cielos es el elemento que impide que la tierra se corrompa por completo. Ellos cumplen la función de salar para aniquilar gérmenes, eliminar la podredumbre y conservar las cosas en su condición original o llevarlas de regreso a la condición en que fueron creadas por Dios.
El Señor se ha propuesto llevar a la tierra a su condición original. Aunque no podemos ver esto en la era presente, lo veremos en la era siguiente. Cuando el reino milenario sea establecido, la tierra entera será “salada”. Todos los gérmenes que afectan a la tierra serán completamente aniquilados, y la tierra entera será no solamente reconquistada por Cristo, sino también llevada de regreso a la condición en que fue creada por Dios. Esta obra será realizada por el pueblo del reino.
Dondequiera que el pueblo del reino se encuentre, ellos deben ejercer una influencia “saladora” sobre aquellos que los rodean. En nuestros vecindarios debemos desempeñar nuestra función que consiste en matar los gérmenes. Si poseemos la naturaleza propia del pueblo del reino descrito en Mateo 5:3-12, hemos de ser verdaderamente salados. Si somos pobres en espíritu, aquellos que lloran, mansos, justos, misericordiosos y puros en nuestra búsqueda de Dios, entonces hemos de ejercer una función saladora. No habrá necesidad de que reprendamos a los demás o que señalemos sus errores y deficiencias. Ellos serán “salados” simplemente mediante nuestra presencia. Esto es lo que significa que la sal mate los gérmenes de esta tierra corrupta.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 099-113), capítulo 9, por Witness Lee)