En el libro de Apocalipsis las estrellas son aquellos que resplandecen en las iglesias como servidores (ángeles) de las iglesias, quienes sobrellevan las responsabilidades por el testimonio de Jesús (Ap. 1:20, 2, 9). Apocalipsis 1:20 dice: “Las siete estrellas son los mensajeros de las siete iglesias”. Estos mensajeros son las personas espirituales en las iglesias. Ellos no son necesariamente los responsables de los asuntos administrativos de la iglesia, pero sí son quienes sobrellevan las responsabilidades por el testimonio de Jesús. Como estrellas, ellos deben poseer la naturaleza celestial y estar en una posición celestial.
En Hechos y en las Epístolas, los ancianos eran los que tomaban la delantera en la administración de las iglesias locales (Hch. 14:23; 20:17; Tit. 1:5). El ancianato es en cierto modo oficial, y en los tiempos en que se escribió Apocalipsis los cargos en las iglesias se habían deteriorado por causa de la degradación de la iglesia. Por tanto, en este libro el Señor nuevamente dirige nuestra atención a la realidad espiritual. Por esta razón, Apocalipsis da más énfasis a los mensajeros de las iglesias que a los ancianos. El oficio de los ancianos se percibe fácilmente, pero es necesario que los creyentes vean la importancia de la realidad espiritual y celestial de las estrellas a fin de que la vida de iglesia apropiada sea portadora del testimonio de Jesús en medio de la oscuridad de la degradación de la iglesia.
Las estrellas pueden o no ser ancianos. Pero con certeza ellas son las personas fieles, las personas auténticamente espirituales, los vencedores entre los santos en la iglesia. A los ojos de Dios, estas personas son las estrellas resplandecientes.
Todos los creyentes deben aspirar a ser tales estrellas. No aspiren a obtener una posición; más bien, deseen ser estrellas resplandecientes. Todos nosotros, no solamente los que toman la delantera en las iglesias locales, debemos ser estrellas. Lo que el Señor Jesús les escribió a los mensajeros, las estrellas, en Apocalipsis 2 y 3 estaba dirigido a toda la iglesia. Esto indica que todos podemos ser estrellas. Esto no es cuestión de tener un determinado título o posición, sino que guarda relación íntegramente con el hecho de resplandecer. Todos debemos ser estrellas resplandecientes que son portadoras del testimonio de Jesús.
Las estrellas son sostenidas en la mano de Cristo, la Cabeza de la iglesia. Apocalipsis 1:16a dice: “Tenía en Su diestra siete estrellas”, y 2:1 dice que el Señor es quien “tiene las siete estrellas en Su diestra” mientras anda en medio de los siete candeleros de oro. Los mensajeros de las iglesias, las personas espirituales, representados por las estrellas, son sostenidos por la diestra del Señor, y el Señor mismo anda en medio de las iglesias representadas por los siete candeleros de oro. ¡Qué escena tan maravillosa! Mientras el Señor está sentado a la diestra de Dios como nuestro Sumo Sacerdote que intercede por nosotros (He. 7:25), Él sostiene a las estrellas y anda en medio de las iglesias para cuidar de ellas. Esto es de mucho consuelo. Los que toman la delantera deben alabar al Señor por estar en Sus manos y porque Él los sostiene. Verdaderamente Cristo es quien sobrelleva la responsabilidad por Su testimonio.
En Apocalipsis 3:1 el Señor Jesús se refiere a Sí mismo como Aquel “que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas”. Esto indica que las estrellas participan y disfrutan de los siete Espíritus de Dios. Los siete Espíritus son uno con las siete estrellas, y las siete estrellas son uno con los siete Espíritus. Si somos uno con los siete Espíritu, con el tiempo llegaremos a ser estrellas, pues los siete Espíritus hacen posible que los creyentes sean estrellas resplandecientes. Esto significa que el Espíritu siete veces intensificado, quien escudriña, infunde e ilumina, tiene como objeto a las estrellas resplandecientes. La función escudriñadora e iluminadora del Espíritu tiene por finalidad el resplandecer de las estrellas. En otras palabras, el resplandecer de las estrellas es fruto del escudriñar e iluminar del Espíritu siete veces intensificado. Durante el tiempo de la degradación de la iglesia, los creyentes fieles deben ser llenos del Espíritu siete veces intensificado a fin de que sean hechos estrellas resplandecientes portadoras del testimonio vivo de Jesús.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 099-113), capítulo 15, por Witness Lee)