Entrenamiento de perfeccionamiento, por Witness Lee

SER FLEXIBLES PARA VIVIR A DIOS

El propósito de Dios es que el hombre viva a Dios. Ésta también es la meta de la redención y la transformación que Dios efectúa. Desde 1963 les he dado muchos mensajes sobre la transformación, pero no les enfaticé mucho que la transformación tiene como objetivo hacernos flexibles para vivir a Dios. La transformación no sólo sirve para cambiarnos, sino que nos hace flexibles a fin de que vivamos a Dios. Sin embargo, es posible que experimentemos mucha transformación y, aun así, no queramos vivir a Dios.

Entonces, ¿qué es nuestra peculiaridad? Es simplemente vivirnos a nosotros mismos. Según nuestro diccionario, la peculiaridad quizás involucre algún rasgo extraño. Pero esa es nuestra interpretación humana. Desde el punto de vista espiritual es posible que seamos una persona bastante común y ordinaria sin nada particular y nada extraño, y sin embargo, somos tan fuertes que nos vivimos a nosotros mismos. A uno simplemente le agrada vivirse a uno mismo. Ustedes deben darse cuenta de que la persona más común, la persona más ordinaria, se vive a sí misma aún más. Quizás una persona peculiar no se viva tanto a sí misma. Hay quienes son muy peculiares y a la vez muy flexibles. Pero hay quienes siendo personas comunes y corrientes, carecen por completo de flexibilidad. Muchas personas peculiares son muy flexibles. Sin embargo, algunas personas bastante comunes y ordinarias no son flexibles, porque a ellos les gusta ser así.

Entonces la manera humana de definir la peculiaridad es diferente de la manera espiritual. La manera espiritual de definir la peculiaridad es simplemente: vivirse a uno mismo. Las personas comunes, desde el punto de vista espiritual, son las más peculiares porque ellas no viven a Cristo, sino que sólo se viven a sí mismas. Esto no quiere decir que sean egoístas. Ciertamente, ellas condenan su egoísmo; pero probablemente nunca han condenado el hecho de que se viven a sí mismas. Es probable que se hayan sentido condenadas por no vivir a Cristo, pero quizás nunca se hayan sentido condenadas por vivirse a sí mismas. No vivimos a Cristo, porque nosotros nos vivimos a nosotros mismos. Inconsciente y subconscientemente, indeliberada e incluso de manera habitual, nosotros nos vivimos a nosotros mismos. Uno no necesita procurar vivirse a sí mismo, puesto que es un hábito. Mientras tenga vida, usted vivirá por sí mismo. Necesitan ver la visión de que no importa cuán buenos cristianos sean, no viven a Cristo. Todos debemos convencernos de que nosotros no vivimos a Cristo. Por más que lo he tratado e intentado, todavía yo no vivo mucho a Cristo. Si recibe esta visión de que usted no vive mucho a Cristo, se condenará a sí mismo.

Además, deben escuchar una palabra aún más severa: ustedes se viven a sí mismos. Ésta es su peculiaridad. La peculiaridad suya no es un rasgo peculiar; es simplemente el hecho de que se viven a sí mismos. En cierto sentido yo no necesito pedirles que se condenen por vivirse a sí mismos. Mientras sepan que su peculiaridad consiste en vivirse a sí mismos, es suficiente. Luego tendrán que practicar todo el día vivir a Cristo.

(Entrenamiento de perfeccionamiento, capítulo 13, por Witness Lee)