UN VENCEDOR QUE TIENE LA VICTORIA
SOBRE EL JUDAISMO, EL CATOLICISMO
Y EL PROTESTANTISMO
Mi carga en este capítulo es que veamos cómo vencer el caos satánico y qué es lo que debemos vencer. Es posible que pensemos que como cristianos debemos vencer el pecado, el mundo, nuestra carne y nuestro yo. Pero Apocalipsis 2 y 3 muestra que el Señor desea que obtengamos la victoria sobre tres cosas: el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo. El Señor se refirió a los que están el judaísmo como a aquellos que eran de la sinagoga de Satanás. Si todavía queda algo del judaísmo en nosotros, seremos derrotados. Tenemos que vencer todo lo que sea judaico.
También tenemos que vencer tres tipos de enseñanzas: la enseñanza de Balaam (Ap. 2:14), la enseñanza de los nicolaítas (v. 15), y la enseñanza de Jezabel (v. 20). En las siete epístolas enviadas a las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3, éstas son tres enseñanzas diferentes de la enseñanza de los apóstoles. La enseñanza de Balaam y la enseñanza de los nicolaítas son las enseñanzas de las iglesias protestantes de hoy. Estas enseñanzas desarrollan el sistema organizado del cristianismo. Si hemos de ser vencedores, tenemos que vencer la enseñanza de Balaam y la enseñanza de los nicolaítas.
La enseñanza de Jezabel es la enseñanza de la Iglesia Católica. A los ojos de Dios, la Iglesia Católica es una prostituta malvada, una gran ramera (Ap. 17:1). Según Apocalipsis 17:5 esta gran ramera tiene hijas. Las hijas de la iglesia apóstata deben de ser todas las diferentes sectas y grupos del cristianismo que retienen en cierta medida la enseñanza, las prácticas y la tradición de la Iglesia Romana apóstata.
El contenido de la enseñanza de la Iglesia Romana, la enseñanza de Jezabel, consiste primeramente en adorar ídolos. Las catedrales católicas están llenas de ídolos. G. H. Pember en su libro The Great Prophecies [Las grandes profecías], muestra cómo Buda ha entrado al catolicismo. En el calendario católico hay un santo llamado Josafat, cuya historia es en realidad la historia de Buda (véase el mensaje cincuenta y uno de Life-study of Revelation [Estudio-vida de Apocalipsis], pág. 585). Alexander Hislop, en su libro The Two Babylons [Las dos Babilonias], expone el origen de las cosas malignas, demoníacas y paganas que han sido introducidas en la iglesia apóstata. También en la Iglesia Católica están las profundidades de Satanás (Ap. 2:24).
Nosotros tenemos que ser los vencedores que obtienen la victoria sobre todo lo que sea del judaísmo, del catolicismo y del protestantismo. A los ojos del Señor, estos tres “ismos” son más malignos que el pecado, que el mundo y que nuestro yo. El judaísmo, el catolicismo y el protestantismo deben ser la primera categoría de cosas que usted y yo debemos vencer. Vale la pena estudiar el bosquejo que está al comienzo del capítulo tres, el cual trata de los vencedores de los que se habla en las epístolas enviadas a las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3. El Señor nos manda en estas epístolas que obtengamos la victoria sobre el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo, que los venzamos.
El libro de Apocalipsis nos dice que el anticristo destruirá todas las religiones al comienzo de la gran tribulación; se exaltará sobre todos los dioses y obligará a la gente a adorarlo (Dn. 8:9-11; 11:36-37; 2 Ts. 2:3-4; Ap. 13:4-6, 12, 14-15); perseguirá a la Iglesia Romana y la destruirá. Apocalipsis 17:16 dice: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. Esta ramera es la Iglesia Católica, y la bestia es el anticristo. Este versículo profetiza claramente que el anticristo quemará la Iglesia Católica, la dejará desolada y desnuda y comerá sus carnes. Pedro nos dice que debemos atender a la palabra profética como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro (2 P. 1:19). Dicha profecía es una lámpara para nuestros pies (Sal. 119:105).
Por supuesto que no debemos permanecer en nada del judaísmo, del catolicismo ni del protestantismo. Si hemos de ser vencedores, tenemos que vencer estos tres “ismos”. Es por esto que he invertido siete años en derribar el sistema de un solo orador en las iglesias. Dicho sistema corresponde a la enseñanza de los nicolaítas (en cuanto a los nicolaítas, véanse Ap. 2:6 y la nota 1 y Ap. 2:15 y la nota 1). En 1937 el hermano Watchman Nee vio la necesidad de que la iglesia tuviera sus reuniones en mutualidad, como se revela en 1 Corintios 14. Esto consta en el libro La vida cristiana normal de la iglesia. Sin embargo, en ese entonces no pudimos hallar la forma de reemplazar el servicio matutino del domingo donde sólo un orador hablaba. Más de diez años después, en 1948, el hermano Nee habló de esto nuevamente en su libro Los asuntos de la iglesia. Dijo que este sistema es difícil de derribar, pero si usted hace presión y yo también, y todos ejercen presión, a la postre este sistema será quitado de en medio.
El verdadero factor del reciente conflicto fue que yo estaba laborando para quitar de nuestro medio la práctica de que sea una sola persona la que hable y las demás escuchen, es decir, la reunión dominical que teníamos en las iglesias en la cual se daba un mensaje. Los principales disidentes no iban a decir que se oponían a esto, pero de hecho éste era el caso. Ellos pensaban que si esta práctica desaparecía, ellos perderían sus “empleos”. Ellos estaban apegados a eso de predicarle a una congregación. No es un asunto insignificante deshacerse de la práctica de un solo orador, la práctica dominical de tener una reunión para oír un mensaje. El hermano Nee dijo que esta práctica concordaba con las costumbres de las naciones (2 R. 17:8). Esto es parte de los “ismos” que tenemos que vencer.
Para poder erradicar el sistema de clérigos y laicos, el sistema donde una sola persona habla y las demás escuchan, tenemos que ser aquellos que hablan por el Señor. Si todos nos levantamos para hablar por el Señor, el sistema de clérigos y laicos será eliminado. Si llegamos a la reunión del día del Señor por la mañana en una forma pasiva sin ninguna intención de hablar por el Señor, estamos fomentando ese sistema. Guardar silencio, no ejercer nuestra función, no abrir la boca para hablar en la reunión, es lo que constituye el sistema de un solo orador.
Todos nosotros debemos levantarnos a hablar por el Señor. Cuanto más hablamos, más jóvenes nos ponemos. Si deseamos disminuir nuestra vejez, debemos hablar. Si no hablamos en la reunión, tal vez pensemos que la reunión fue pobre. La reunión fue pobre porque nosotros no hablamos. Toda reunión en la cual hablamos es una reunión que está en los cielos. Cuanto más nos ejercitamos en hablar por el Señor en las reuniones, más elevadas serán las reuniones para nosotros y más nos gustarán.
El Señor se complace con nuestro hablar porque así vencemos y anulamos el caos destructivo. Después de estos últimos siete años, varias iglesias han gustado la riqueza y la dulzura de la reunión de profetizar, la reunión de la iglesia en mutualidad. Con esta práctica muchos de los jóvenes en nuestro medio serán entrenados a hablar. Si el Señor no nos hubiese guiado a tomar la manera ordenada por Dios de reunirnos en una forma en que todos ejerzan su función, no habría manera alguna de que pudiéramos llevar la obra a Rusia hoy. Todos los santos que están sirviendo en Rusia, están hablando por el Señor. Quisiera decir una vez más que en todo aspecto de la vida práctica de iglesia tenemos que recordar que tenemos que vencer el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo.
(
Caos Satánico en la vieja creación y la economía divina para la nueva creación, El, capítulo 4, por Witness Lee)