I. VIVIR Y MAGNIFICAR A CRISTO
El primer aspecto de la vida de iglesia en la economía de Dios es que nosotros necesitamos ser aquellos que viven a Cristo y le magnifican (Fil. 1:20-21a). Si no vivimos a Cristo ni le magnificamos en nuestra vida diaria, no somos miembros, en el aspecto práctico, de una iglesia práctica. Necesitamos vivir a Cristo y magnificarle día tras día desde la mañana hasta la noche. Si la gente sólo ve lo que somos en nuestro ser natural, se debe a que no estamos viviendo a Cristo ni lo estamos magnificando. Tenemos que llevar una vida que muestre a Cristo. Cristo debe ser magnificado en nuestro vivir. No es suficiente simplemente afirmar que somos la iglesia. Tenemos que mostrarles a los ángeles, a los demonios y a los espíritus malignos, que somos un pueblo que vive a Cristo y le magnifica.
A. Amar a Cristo y valorarlo
Para poder ser aquellos que viven a Cristo y le magnifican, tenemos que amarle y valorarle (Ap. 2:4). El Señor, después de resucitar, volvió a Pedro en una forma especial. Poco antes Pedro había negado al Señor en Su cara tres veces (Jn. 18:17, 25, 27). Creo que Pedro estaba muy avergonzado. Sin duda, él todavía recordaba su fracaso. En esa ocasión el Señor le preguntó tres veces: “¿Me amas?” Pedro dijo: “Sí, Señor; Tú sabes que te amo”. Entonces el Señor le mandó a Pedro que alimentara a Sus corderos, que pastoreara a Sus ovejas y que alimentara a Sus ovejas (Jn. 21:15-17). El Señor ama a Sus corderos y a Sus ovejas, y está muy interesado en ellos. Si le amamos a El, debemos amarlos también a ellos.
B. Seguir a Cristo y ganarlo
Para poder vivir a Cristo y magnificarle para la vida de iglesia en la economía de Dios, también debemos seguir a Cristo y ganarlo (Fil. 3:12). Seguir en el griego significa perseguir. Seguir a Cristo es perseguirlo en un sentido positivo. Pablo antes de ser salvo perseguía a Cristo. Después de ser salvo, seguía a Cristo a tal grado que lo perseguía en un sentido positivo. Necesitamos ser aquellos que tienen un deseo tan grande de ganar a Cristo que están dispuestos a aferrarse de El y a no dejarlo ir.
C. Disfrutar a Cristo y participar de El
También necesitamos ser aquellos que disfrutan a Cristo y participan de El. Dios nos llamó a la comunión de Su Hijo para que disfrutemos a Cristo como la porción que El nos asignó (1 Co. 1:9). Cristo como la porción que Dios asignó a los santos es nuestra herencia divina para nuestro disfrute (Col. 1:12).
D. Exaltar a Cristo y ministrarlo
Por último, debemos exaltar a Cristo y ministrarlo (Col. 1:18b; 1 Ti. 4:6). En nuestra vida de asamblea, debemos exhibir a Cristo. Pero si no le vivimos ni le magnificamos con nuestro amor y nuestra valoración, siguiéndolo y ganándolo, disfrutándolo y participando de El, entonces no podemos exhibirlo en las reuniones. Exhibir a Cristo requiere una vida que le ame para que El sea magnificado. Vivir a Cristo y magnificarle es la primera condición, la primera cláusula, el primer requisito, para que vivamos la vida de iglesia en la economía de Dios.
(Caos Satánico en la vieja creación y la economía divina para la nueva creación, El, capítulo 5, por Witness Lee)