Espíritu, El, por Witness Lee

EL AVE QUE SE MOVÍA

Génesis 1:2 dice: “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. El Espíritu se movía o se cernía, como una gallina sobre sus huevos, sobre las aguas con el objetivo de producir vida. De hecho, en Génesis 1 el Espíritu de Dios se cernía sobre aguas de muerte con el objetivo de producir de la muerte algo de vida. El Espíritu que se movía introdujo luz. Sin luz, no hay vida. Después que la luz entró, se produjo la vida vegetal, y después, la vida animal, que está compuesta de las aves, los peces, los ganados y todo animal que se arrastra sobre la tierra. Finalmente, se creó la vida humana, el hombre. Fue entonces que el árbol de la vida, el cual denota la vida divina, la vida más elevada, le fue presentado a la vida humana. Todas estas diferentes clases de vida se produjeron en virtud del Espíritu que se cernía como un ave. El cernir del Espíritu produjo vida. Éste es el principio básico del mover que el Espíritu realiza hoy en día. Antes de oír el evangelio, nosotros, al igual que las aguas de muerte, estábamos muertos. Entonces, el Espíritu de Dios vino a cernirse sobre nosotros y este cernir produjo vida en nosotros. El pensamiento de que el Señor se cierne sobre nosotros como lo haría un ave que empolla a sus polluelos se halla expresado en Deuteronomio 32:11 y en Isaías 31:5. Siempre que el Dios de vida viene a aquellos que se encuentran en muerte, Él viene como lo haría un ave que empolla, Él viene a empollarlos a fin de producir vida.

(Espíritu, El, capítulo 3, por Witness Lee)