EN EL NUEVO TESTAMENTO: LAS EPÍSTOLAS
En el mensaje 7 vimos las funciones del Espíritu presentadas en el libro de Hechos. En este mensaje empezaremos a ver las funciones del Espíritu en las Epístolas. Comenzaremos con Romanos y 1 Corintios.
Es la esencia
de la divinidad de Cristo
En Romanos 1:4 se revela al Espíritu como la esencia de la divinidad de Cristo. Este versículo hace mención del Espíritu de Dios de una manera muy particular que difiere del resto de la Biblia. El versículo 3 dice que Cristo era del linaje de David según la carne. Según la carne, Cristo era un descendiente de David. Luego, en el versículo 4 dice que Cristo fue “designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Las dos preposiciones según usadas en los versículos 3 y 4 están en contraste. Según la carne, en Su humanidad, Él era del linaje de David. Sin embargo, según el Espíritu de santidad, Cristo fue designado Hijo de Dios por la resurrección de los muertos. Así como la carne mencionada en el versículo 3 hace referencia a la esencia humana de Cristo, el Espíritu de santidad en el versículo 4 se refiere a la esencia de la divinidad de Cristo y no a la persona del Espíritu Santo de Dios. En Romanos la primera función del Espíritu consiste en ser la esencia de la divinidad de Cristo. Cristo posee dos esencias. La esencia de la naturaleza de la humanidad de Cristo es carne; claro está que en Su carne no existía el pecado. La esencia de la naturaleza de la divinidad de Cristo es el Espíritu de santidad. Esto indica que la naturaleza de Su divinidad es algo santo, y la santidad le pertenece al Espíritu. La esencia divina de Cristo, que es Dios el Espíritu mismo (Jn. 4:24), es de santidad, cuya naturaleza y cualidad es ser santo.
Es la ley de la vida divina
Otra función que el Espíritu desempeña es la de ser la ley de la vida divina. Romanos 8:2 hace mención de “la ley del Espíritu de vida”. Cuando nos referimos a la ley del Espíritu estamos diciendo que el Espíritu mismo es la ley. Toda criatura posee una vida, y según esta vida cierta ley opera en ella. Un ave puede volar gracias a la ley de su vida; de hecho, el pájaro mismo es tanto la vida que posee como la ley de dicha vida. Estos tres son uno. Asimismo, con respecto a la ley del Espíritu de vida, podemos afirmar que la ley, el Espíritu y la vida son una sola cosa. Por ejemplo, a los gatos les gustan cazar ratones debido a la ley que opera en la vida de los gatos. Así pues, la vida de un gato está caracterizada por una vida que caza ratones. De la misma manera, los perros ladran debido a la ley que opera en la vida de los perros. Por tanto, la vida de un perro le insta a ladrar.
La vida que poseemos constituye nuestra ley y nuestra persona. De hecho, cada persona en sí misma es una ley. Somos una ley en el sentido de que todo cuanto hacemos es hecho conforme a lo que somos. Por ejemplo, para algunas personas levantarse tarde es una ley natural, o sea, se levantan tarde conforme a lo que son por naturaleza. Una persona anda y habla de cierta manera porque en sí misma ella constituye su propia ley natural. El Espíritu mismo, como el Dios Triuno procesado, es la ley del Espíritu de vida, y Él es una ley que opera dentro de nosotros. El Espíritu trabaja en nosotros a fin de librarnos por medio de la ley de vida de la ley del pecado y de la muerte.
Derrama el amor de Dios
Romanos 5:5 dice: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos fue dado”. Dios se vale del Espíritu Santo para derramar Su amor en nuestros corazones. Desde el primer día que invocamos el nombre del Señor Jesús, el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo. Esto quiere decir que el Espíritu con el amor de Dios nos da confirmación y seguridad. Aunque estemos afligidos, no podemos negar la presencia del amor de Dios dentro de nosotros.
Da a conocer las cosas relacionadas con Cristo
Romanos 8:5 dice: “Porque los que son según la carne ponen la mente en las cosas de la carne; pero los que son según el espíritu, en las cosas del Espíritu”. Debemos preguntarnos qué son las cosas del Espíritu. Los versículos del 12 al 15 de Juan 16 nos dan a conocer tales cosas. Estos versículos nos revelan que todo lo que es del Padre, le pertenece al Hijo. El Hijo hereda todas las riquezas del Padre. Entonces, todo lo que es del Hijo es recibido por el Espíritu. Finalmente, el Espíritu nos da a conocer todas estas cosas. Basado en Juan 16:12-15, las cosas del Espíritu mencionada en Romanos 8:5 deben ser las cosas relacionadas con Cristo. Por tanto, el Espíritu tiene la función de trasmitirnos las cosas que están relacionadas con Cristo.
(
Espíritu, El, capítulo 8, por Witness Lee)