EN EL NUEVO TESTAMENTO: LOS HECHOS
En los mensajes anteriores, hemos abordado las funciones del Espíritu en el Antiguo Testamento y en los cuatro Evangelios. Las funciones del Espíritu consisten en lo que el Espíritu hizo, lo que el Espíritu hace y lo que el Espíritu hará. En este mensaje deseamos ver las funciones del Espíritu en el libro de Hechos.
Da los mandamientos del Señor a los apóstoles
Hechos 1:2 dice con respecto al Señor Jesús: “Hasta el día en que fue llevado arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido”. El Señor dio los mandamientos a los apóstoles por medio del Espíritu Santo, quien es la realidad de la resurrección del Señor. De hecho, el Espíritu es la resurrección. Cuando el Señor en Su resurrección dio los mandamientos a Sus discípulos, quiere decir que Él estaba haciendo algo en el Espíritu; en realidad, en ese momento como el Cristo resucitado era el Espíritu. El Cristo resucitado es el Cristo pneumático. Debido a que es pnéuma es pneumático. Así pues, el Cristo pneumático es el pnéuma, y el pnéuma es el Espíritu como el aliento. El Espíritu como el aliento puede ser inhalado por nosotros.
Siempre que el Señor habla, ése es Su aliento. Juan 3:24 muestra que Cristo, como Aquel que es ilimitado, nos habla las palabras de Dios y nos da el Espíritu sin medida. Hablar la palabra de Dios se relaciona con darnos el Espíritu. El Señor nos da el Espíritu al hablarnos. Las palabras de Dios que Cristo nos habla es Su aliento, y Su aliento es el Espíritu. El Espíritu como aliento es el propio Cristo pneumático.
Sin el aliento del Espíritu, nuestras reuniones carecerían de contenido. Este aliento implica el hablar de la palabra de Dios. Ministramos el Espíritu a otros por medio de hablar la palabra de Dios. Si nuestro hablar es correcto y apropiado, entonces formará parte del hablar de Cristo. Este hablar del Espíritu es el soplo que procede del Espíritu. Después de oír tal hablar, seremos vivificados y estaremos llenos de gozo. El hablar apropiado de la santa Palabra es semejante a un soplo que libera el Espíritu para impartirlo a los oyentes.
Bautiza
El Espíritu también cumple la función de bautizar a los creyentes (Hch. 1:5; 8:15-19; 10:44, 47; 11:15-16; 19:2, 6). Cuando decimos esto, no queremos decir que el Espíritu Santo es el que bautiza, sino que el Espíritu Santo es para bautizar. Es como si dijéramos que la gasolina sirve para conducir un automóvil. Lo que quiere decir, que la gasolina es el medio y el poder mediante los cuales el automóvil puede ser conducido; por tanto, la gasolina sirve para que conducir un automóvil. El Espíritu Santo es el medio por el cual el Señor Jesús, la Cabeza, nos bautiza a todos en un solo Cuerpo. Debido a que el Espíritu es el medio por el cual el Señor Jesús bautiza a los creyentes, podemos decir que dicho Espíritu cumple la función de bautizar.
Les da el poder de Dios a los apóstoles
En Hechos 1:8 el Señor les dijo a los apóstoles: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. El Espíritu Santo cumple la función de dar a los apóstoles el poder de Dios. De hecho, este poder, “el poder desde lo alto” (Lc. 24:49), es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo también tiene la función de ser nuestro poder.
Profetiza
El libro de Hechos muestra que el Espíritu cumple una función en el profetizar (1:16; 2:17-18; 4:25; 11:28; 19:6b; 21:11; 28:25). Si bien la Biblia nos dice que el Espíritu habla, es difícil encontrar un versículo que nos diga expresamente que el Espíritu profetiza. Esto se debe a que el profetizar implica el principio de encarnación. Conforme a este principio, Dios no obra por Sí mismo, sino que obra juntamente con el hombre, mediante el hombre y en el hombre. Según el principio de encarnación, Dios no puede profetizar sin el hombre. Si Dios hablara por Sí mismo o si nosotros habláramos por nosotros mismos, eso no sería profetizar. Profetizar es hablar con el Espíritu, en el Espíritu y mediante el Espíritu. No podemos profetizar sin el Espíritu, y el Espíritu no puede profetizar sin nosotros. El profetizar se lleva a cabo absolutamente en el principio de encarnación.
(
Espíritu, El, capítulo 7, por Witness Lee)