EL ESPIRITU SANTO SOBRE NOSOTROS
En 1:8 el Señor añadió: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Recibir poder significa ser bautizado en el Espíritu Santo (v. 5), lo cual cumple la promesa del Padre (v. 4).
Recibir el Espíritu Santo sobre nosotros es diferente a recibirlo en nosotros (Jn. 14:17). El día en que el Señor Jesús resucitó, el Espíritu Santo fue impartido como aliento en los discípulos y llegó a ser el Espíritu esencial de vida en ellos. El mismo Espíritu Santo vino sobre los discípulos el día de Pentecostés y se derramó como Espíritu económico de poder. En cuanto al Espíritu de vida, necesitamos inhalarlo como aliento; y en cuanto al Espíritu de poder, debemos revestirnos de El, como nuestro uniforme, tipificado por el manto de Elías (2 R. 2:9, 13-15). En el primer aspecto, el Espíritu es el agua de vida que necesitamos beber (Jn. 7:37-39), mientras que en el segundo, es el agua del bautismo, en la cual debemos ser sumergidos. Estos son dos aspectos del mismo Espíritu que debemos experimentar (1 Co. 12:13). El Espíritu de vida que mora en nosotros es esencial, para que tengamos vida y vivamos por ella; el derramamiento del Espíritu de poder es económico, para que llevemos a cabo nuestro ministerio y nuestra obra.
(Estudio-vida de Hechos, capítulo 4, por Witness Lee)