LA ALABANZA Y ORACION DE LA IGLESIA
Después de la prohibición del sanedrín (vs. 13-18), de la respuesta de Pedro y Juan (vs. 19-20), y de la liberación de Pedro y de Juan por parte del sanedrín (vs. 21-22), vemos la alabanza y la oración de la iglesia (vs. 23-31). Leamos el versículo 23: “Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho”. La expresión “los suyos” se refiere a los miembros de la iglesia, quienes fueron hechos distintos y separados de los judíos por invocar el nombre de Jesús (9:14).
Los versículos 24-26 declaran: “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que mediante el Espíritu Santo, por boca de David nuestro padre Tu siervo dijiste: ‘¿Por qué se han enfurecido los gentiles, y los pueblos planean cosas vanas? Se levantaron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra Su Cristo’”. La palabra griega traducida “Soberano Señor” en el versículo 24 no es kurios, la cual regularmente se traduce “Señor”, sino despotes, lo cual denota a alguien que es dueño de un esclavo, alguien que tiene poder absoluto, como en Lucas 2:29, Judas 4, Apocalipsis 6:10, y 1 Timoteo 6:1-2. Originalmente, la palabra traducida “enfurecido” en el versículo 25 significaba bufar como caballo, es decir, ser altivo, insolente.
Los versículos 27-28 declaran: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra Tu santo Siervo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto Tu mano y Tu consejo habían predestinado que sucediera”. La palabra “predestinado” en el versículo 28 nos recuerda “el determinado consejo y el anticipado conocimiento de Dios” que se menciona en 2:23. La crucifixión del Señor Jesús fue el cumplimiento del determinado consejo divino del Dios Triuno.
Hechos 4:29-31 declara que oraron para tener el denuedo para hablar la palabra del Señor: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (v. 31). Ellos, al igual que Pedro en el versículo 8, fueron llenos del Espíritu Santo exterior y económicamente.
(Estudio-vida de Hechos, capítulo 15, por Witness Lee)