A. EN PALABRAS SENCILLAS
En palabras sencillas encontramos por lo menos veintinueve ítems tal como detallamos a continuación:
1. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
El Dios que se imparte en nuestro ser es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mt. 28:19). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo ciertamente no son tres Dioses. Dios es uno; no obstante, Él es triuno.
Bautizados en el Dios Triuno
Vemos al Dios Triuno en Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. En este versículo hay un solo nombre para la Trinidad Divina: el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El nombre es la suma total del Ser divino y equivale a Su persona. Bautizar a alguien en el nombre de la Trinidad es sumergirlo en todo lo que el Dios Triuno es.
En comparación con todos los demás libros de las Escrituras, Mateo y Juan revelan de una manera más completa la Trinidad Divina para la participación y el disfrute del pueblo escogido de Dios. Con miras a nuestra experiencia de vida, Juan revela el misterio de la Deidad —el Padre, el Hijo y el Espíritu— especialmente en los capítulos del 14 al 16. Con miras a la constitución del reino, Mateo revela la realidad de la Trinidad Divina al dar un solo nombre a los tres. En el capítulo 1 de Mateo están presentes el Espíritu Santo (v. 18), Cristo el Hijo (v. 18) y Dios el Padre (v. 23) para producir al hombre Jesús (v. 21), quien, como Jehová el Salvador y como Dios con nosotros, es la corporificación del Dios Triuno. En el capítulo 3 Mateo presenta una escena en la cual el Hijo estaba de pie en el agua del bautismo bajo el cielo abierto, el Espíritu como paloma descendió sobre el Hijo y el Padre habló desde los cielos referente al Hijo (vs. 16-17). En el capítulo 12 el Hijo, como hombre, echó fuera demonios por el Espíritu para traer el reino de Dios el Padre (v. 28). En el capítulo 16 el Padre reveló el Hijo a los discípulos para la edificación de la iglesia (vs. 16-19). En el capítulo 17 el Hijo se transfiguró (v. 2) y fue confirmado por la palabra de complacencia expresada por el Padre (v. 5), produciendo así una exhibición en miniatura de la manifestación del reino (16:28). Finalmente, en el último capítulo, después de que Cristo como postrer Adán pasó por el proceso de crucifixión, entró en la esfera de la resurrección y llegó a ser el Espíritu que da vida, Él regresó a Sus discípulos en el ambiente y la realidad de Su resurrección para mandarles que convirtieran a los paganos en el pueblo del reino bautizándolos en el nombre, la persona, la realidad, de la Trinidad. Según Mateo, ser bautizado en la realidad del Padre, el Hijo y el Espíritu tiene como fin constituir el reino de los cielos. No se puede formar el reino celestial como se organiza una sociedad terrenal, con seres humanos de carne y sangre (1 Co. 15:50); este reino sólo puede estar constituido por los que han sido sumergidos en una unión con el Dios Triuno y han sido confirmados y edificados con el Dios Triuno, el cual se ha forjado en ellos.
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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020), capítulo 3, por Witness Lee)