Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020), por Witness Lee

B. ESPÍRITU, AMOR Y LUZ

¿Qué es la naturaleza de Dios? Según el Nuevo Testamento, Dios es Espíritu (Jn. 4:24), amor (1 Jn. 4:8, 16) y luz (1:5). Las expresiones Dios es Espíritu, Dios es amor y Dios es luz no son usadas en un sentido metafórico, sino que tienen sentido predicativo. Estas expresiones denotan y describen la naturaleza de Dios.

En Su naturaleza, Dios es Espíritu, amor y luz. Espíritu denota la naturaleza de la persona de Dios; amor denota la naturaleza de la esencia de Dios; y luz denota la naturaleza de la expresión de Dios. Tanto el amor como la luz se relacionan con Dios como vida, vida que es del Espíritu (Ro. 8:2). Dios, el Espíritu y la vida son, en realidad, uno solo. Dios es Espíritu, y el Espíritu es vida. Dentro de esta vida está el amor y la luz. Cuando este amor divino es manifestado a nosotros, se convierte en gracia, y cuando esta luz divina resplandece sobre nosotros, se convierte en verdad.

El Evangelio de Juan revela que el Señor Jesús trajo la gracia y la verdad a nosotros (1:14, 17) para que tuviéramos la vida divina (3:14-16), mientras que la Epístola de 1 Juan revela que la comunión de la vida divina nos lleva al origen mismo de la gracia y de la verdad, las cuales son el amor divino y la luz divina. La Epístola de 1 Juan da continuación al Evangelio de Juan. En el Evangelio de Juan, Dios vino a nosotros en el Hijo como gracia y verdad para que lleguemos a ser Sus hijos. En la Epístola de 1 Juan, nosotros los hijos, en la comunión de la vida del Padre, vamos al Padre para participar de Su amor y de Su luz. Lo primero era Dios que salía del atrio exterior para satisfacer nuestra necesidad en el altar trayendo consigo Su gracia y verdad (Lv. 4:28-31); lo segundo somos nosotros que entramos en el Lugar Santísimo para, en el Arca, tener contacto con Él en el amor divino y la luz divina (Éx. 25:22). Esto es más avanzado y más profundo en lo referente a nuestra experiencia de la vida divina.

Dios es Espíritu. Esto hace referencia a Su persona. Dios también es amor y luz. El amor hace referencia a Su esencia, y la luz hace referencia a Su expresión. Tanto el amor de Dios como la luz de Dios guardan relación con Su vida. En realidad, esta vida es Dios mismo. La vida es también el Espíritu.

Cuando esta vida fue manifestada, trajo consigo la gracia y la verdad. Cuando recibimos al Señor Jesús, recibimos la vida, por lo cual ahora disfrutamos la gracia y la verdad. Esta vida nos lleva de regreso a Dios a fin de que disfrutemos Su amor y luz. Primero, Dios vino a nosotros a fin de que pudiéramos recibir gracia y verdad. Ahora nosotros regresamos al Padre y le contactamos como Aquel que es la fuente de la gracia y la verdad, y esta fuente es amor y luz. Por tanto, en la comunión de la vida divina somos llevados de regreso a Dios para disfrutar Su amor como fuente de la gracia y Su luz como fuente de la verdad.

Esta comprensión de lo que es el amor y la luz no se deriva del razonamiento humano, sino que procede de la revelación divina contenida en la Palabra. En esta revelación tenemos una serie de ítems para nuestro disfrute, los cuales podríamos comparar a los diversos platos de un banquete. Tenemos a Dios, tenemos al Espíritu como naturaleza de la persona de Dios, tenemos el amor como naturaleza de la esencia de Dios y tenemos la luz como naturaleza de la expresión de Dios. Cuando tenemos todas estas cosas divinas, esto significa que hemos sido traídos de regreso a Dios el Padre. Cuando somos traídos de regreso a Dios el Padre, nos reunimos con Él y le disfrutamos como amor, el cual es la fuente de la gracia, y como luz, la cual es la fuente de la verdad. ¡Cuán maravilloso es que en la comunión de la vida divina disfrutamos la luz divina y el amor divino! Por tanto, en nuestra experiencia podemos disfrutar la naturaleza de Dios, esto es, podemos disfrutar a Dios como Espíritu, amor y luz.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020), capítulo 7, por Witness Lee)