Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020), por Witness Lee

B. EN PARÁBOLAS Y SEÑALES

1. El Dueño de casa en la parábola de los viñadores malvados

La persona de Dios también es revelada en las parábolas del Nuevo Testamento. En la parábola de los viñadores malvados (Mt. 21:33-46), Dios es el Dueño de casa. Al respecto, Mateo 21:33 dice: “Oíd otra parábola: Había un hombre, dueño de casa, el cual plantó una viña, la cercó con un seto, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos viñadores, y se fue al extranjero”. El dueño de casa es Dios, la viña es la ciudad de Jerusalén (Is. 5:1) y los viñadores son los líderes de los israelitas (Mt. 21:34). En esta parábola vemos que Dios, el Dueño de casa, envió a Sus esclavos, los profetas. Después, el Dueño de casa envió a Su Hijo, el Señor Jesús. Finalmente, el Dueño de casa destruyó a los viñadores malvados y arrendó la viña a otros viñadores. Esto se cumplió cuando Tito y su ejército destruyeron Jerusalén en el año 70 d. C. Los “otros viñadores” en esta parábola eran los apóstoles, quienes cuidaron de la iglesia, el reino de Dios (v. 41) en el Nuevo Testamento.

2. El Rey en la parábola de la fiesta de bodas

Dios es el Rey en la parábola de la fiesta de bodas (Mt. 22:1-14). Al respecto, Mateo 22:2 dice: “El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un rey que hizo fiesta de bodas para su hijo”. El “rey” aquí es Dios, y el “hijo” es Cristo. Primero, según esta parábola, Dios envió a “sus esclavos”, el primer grupo de apóstoles del Nuevo Testamento, a fin de que éstos llamen a quienes fueron invitados a la fiesta de bodas (v. 3). Después, Él envió “otros esclavos”, es decir, los apóstoles que el Señor envió después (v. 4). En los versículos 6 y 7 vemos que el Rey se enojó con quienes maltrataron a Sus esclavos y los mataron, por lo cual Él, “enviando sus tropas, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad”. Éstas fueron las tropas romanas lideradas por Tito, que destruyeron Jerusalén en el año 70 d. C.

3. El amigo en la parábola de la oración persistente

Lucas 11:5-8 presenta la parábola de la oración persistente. En esta parábola Dios, a quien oramos, es comparado a nuestro amigo, y nosotros somos comparados a Su amigo, lo cual indica que en oración Dios es un amigo íntimo para nosotros y nosotros somos amigos íntimos para Él en mutuo amor. Este cuadro de intimidad entre amigos anula el concepto religioso de supuesta “reverencia” en nuestra oración a Dios.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020), capítulo 6, por Witness Lee)