EXPERIMENTAR A CRISTO
PROGRESIVAMENTE EN CINCO ETAPAS
Experimentamos a Cristo de manera progresiva en cinco etapas. Gálatas 1:16a dice: “Revelar a Su Hijo en mí”, y 2:20a declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. El primer versículo dice que Cristo es revelado en nosotros, y el segundo, que Cristo vive en nosotros. El versículo 19 del capítulo cuatro dice: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Este versículo revela que Cristo puede ser formado en nosotros. Efesios 3:17a menciona que Cristo hace Su hogar en nuestro corazón: “Para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. Y el versículo 19 continúa diciendo: “Para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. Por último, Efesios 4:13 dice que finalmente llegaremos “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. En conjunto, estos versículos revelan cinco etapas de nuestra experiencia progresiva de Cristo, a saber: Cristo es revelado en nosotros, Cristo vive en nosotros, Cristo es formado en nosotros, Cristo hace Su hogar en nosotros y la medida de Cristo llega a ser nuestra medida.
Dios desea que Cristo sea revelado en nosotros, que viva en nosotros y que aumente y se extienda en nosotros hasta el grado en que sea formado en nuestro ser. Cuando Dios creó al hombre, lo creó a Su imagen (Gn. 1:26). ¿Quién es la imagen de Dios? Colosenses 1:15 dice que Cristo “es la imagen del Dios invisible”. Puesto que Cristo es la imagen del Dios invisible y el hombre fue creado a la imagen de Dios, podemos decir que el hombre fue creado conforme a Cristo. Un guante es hecho conforme a la forma de una mano; como tal, tiene cuatro dedos y un pulgar, al igual que una mano. El guante es hecho conforme a una mano, es decir, con cuatro dedos y un pulgar, a fin de que la mano pueda entrar en el guante. ¿Por qué fue creado el hombre según Cristo? Para que Cristo pudiera “encajar” en el hombre. Cristo creó al hombre con una mente, una parte emotiva y una voluntad. Estas partes del hombre son como los dedos de un guante, y Cristo es como la mano que entra en el guante. Nuestra mente, parte emotiva y voluntad fueron todas hechas para Cristo. Es posible que Cristo ya haya sido revelado en nosotros, pero ¿se ha extendido Él a nuestra mente, parte emotiva y voluntad? ¿Ya ha sido formado Cristo en nosotros? Si bien fuimos creados conforme a Cristo, muchos quizá todavía tengamos una mente, parte emotiva y voluntad que carecen totalmente de Cristo. En otras palabras, Cristo como la mano no ha llenado ninguno de los “dedos” del guante. Si Cristo aún no se ha extendido a nuestra mente, parte emotiva y voluntad, entonces Él todavía no ha sido formado en nosotros. Por tanto, tenemos que permitir que Cristo llene nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad.
De tiempo en tiempo, un marido se enfada con su esposa. Es posible que los casados entre nosotros tengan esta experiencia, pero cuando esto sucede, ¿pueden ellos decir: “Señor, estoy enfadado con mi esposa, pero incluso en mi enfado Tú moras en mí. Tú estás en mi enfado”. No debemos pensar que esto es imposible. Cuando el Señor anduvo sobre la tierra, en ocasiones se llegó a enfadar, y como aquellos que hemos sido creados conforme a Cristo, el enfado es una de nuestras emociones (cfr. Ef. 4:26). Así que, la cuestión no radica en si nos enfadamos o no, sino, más bien, si Cristo ha llenado nuestras emociones. De igual manera, debemos considerar si Cristo ha llenado nuestra mente y nuestra voluntad. Si un guante no ha sido llenado por una mano, entonces todavía no ha adquirido forma; del mismo modo, si Cristo no ha llenado nuestra mente, parte emotiva y voluntad, entonces Cristo aún no ha sido formado en nosotros.
Cristo puede hacer Su hogar en nuestros corazones sólo cuando Él es formado en nosotros al extenderse y aumentar en cada parte de nuestro ser; y sólo cuando Él haya hecho Su hogar en nuestros corazones, tendremos la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Cristo primero es revelado en nosotros, luego Él vive en nuestro ser, es formado dentro de nosotros y hace Su hogar en nuestro corazón. Finalmente, el resultado de todo esto —que Cristo sea revelado en nosotros, viva en nosotros, sea formado en nosotros y haga Su hogar en nuestro corazón— es que llegamos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Esto es lo que Dios planeó y determinó desde la eternidad pasada para todo cristiano: que éste fuera una persona llena de Cristo. Dios desea que seamos llenos de Cristo no sólo en nuestro espíritu, sino también en nuestra mente, parte emotiva, voluntad y corazón. Cuando Cristo regrese, aun nuestro cuerpo entero será lleno de Él. En aquel entonces Él será glorificado en nosotros y mediante nosotros, y nosotros estaremos en Su gloria.
(
Misterio de Dios y el misterio de Cristo, El, capítulo 6, por Witness Lee)