UNA DESCRIPCIÓN DE LOS VERSÍCULOS PRINCIPALES
EN EL LIBRO DE COLOSENSES
En este mensaje quisiéramos considerar algunos de los versículos principales hallados en los cuatro capítulos del libro de Colosenses.
Colosenses 1:13-19 dice: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino del Hijo de Su amor, en quien tenemos redención, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación. Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean señoríos, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El. Y El es antes de todas las cosas, y todas las cosas en El se conservan unidas; y El es la Cabeza del Cuerpo que es la iglesia; El es el principio, el Primogénito de entre los muertos, para que en todo El tenga la preeminencia; por cuanto agradó a toda la plenitud habitar en El”.
En estos versículos hay catorce puntos principales. El primero es que Dios nos ha trasladado de la potestad de las tinieblas —el reino del Satanás— al reino del Hijo de Su amor. No sólo hemos experimentado cierta clase de cambio interior, sino que hemos sido trasladados de una esfera a otra, de un reino a otro. El segundo punto se encuentra en el título el Hijo de Su amor. Esto se refiere al Señor Jesús, quien es el Cristo. Cristo es el Hijo amado de Dios. Tercero, Cristo es la imagen del Dios invisible. El Hijo de Dios es la imagen del Dios invisible; Él le da al Dios invisible una imagen visible. Cuarto, Cristo es el Primogénito de toda creación. Esto significa que en toda la creación, Cristo es el primer hombre. El quinto, sexto y séptimo puntos van juntos: el quinto punto es que en Cristo fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra; el sexto, que todas las cosas fueron creadas por medio de Cristo; y el séptimo, que todas las cosas fueron creadas para Cristo. Todas las cosas fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo. Octavo, Cristo es antes de todas las cosas. Esto significa que Él existía antes de que todas las demás cosas llegaran a existir. El noveno punto es que todas las cosas se conservan unidas, subsisten juntamente, en Él. Esto significa que en Cristo todas las cosas encajan armoniosamente, están unidas y existen. Décimo, Cristo es la Cabeza del Cuerpo, que es la iglesia. Undécimo, Cristo es el principio, el comienzo; duodécimo, Él es el Primogénito de entre los muertos; decimotercero, Él tiene la preeminencia o el primer lugar en todas las cosas; y decimocuarto, toda la plenitud de la Deidad mora en Él.
Si dedicamos algún tiempo para leer Colosenses 1:13-19 y para meditar sobre estos catorce puntos, descubriremos qué Cristo tenemos. El reino de Dios ha sido confiado a Cristo, Cristo es el Hijo amado de Dios y Él es la imagen del Dios invisible. Con respecto a la creación, Cristo es el Primogénito de toda creación y todas las cosas fueron creadas en Él, por medio de Él y para Él. Además, Cristo es antes de todas las cosas y todo lo que ha sido creado subsiste en Él: Él es el centro y la esfera dentro de la cual todas las cosas existen unidas. Con respecto a la nueva creación, Él es la Cabeza del Cuerpo, el principio y el Primogénito de entre los muertos, es decir, el Primogénito en la resurrección. Él también es quien tiene el primer lugar en todas las cosas y en el cual habita toda la plenitud de la Deidad. Si meditamos en estos catorce puntos revelados en Colosenses 1:13-19, tendremos un entendimiento más profundo acerca de quién es Cristo.
Colosenses 2:2-3 dice: “Para que sean consolados sus corazones, entrelazados ellos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento, hasta alcanzar el pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Estos dos versículos contienen tres puntos importantes. El primer punto es el misterio de Dios; el segundo, que el misterio de Dios es Cristo; y el tercero, que todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están escondidos en el misterio de Dios, el cual es Cristo. No sólo toda sabiduría y conocimiento moran en Cristo, sino aún más, todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento moran en Él.
Los versículos del 6 al 9 continúan: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en El; arraigados y sobreedificados en El, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de su filosofía y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Estos versículos contienen seis frases cruciales. La primera frase es habéis recibido al Cristo. Éste es el único lugar en las todas las Escrituras que nos dice directamente que hemos recibido a Cristo. La segunda expresión es andad en El. Puesto que hemos recibido a Cristo, debemos andar en Él. Esto significa que todo nuestro vivir diario debe estar en Cristo. La tercera frase importante en estos versículos es arraigados, y la cuarta es sobreedificados. Ya hemos sido arraigados en Cristo, pero todavía estamos en el proceso de ser sobreedificados en Él. Debemos prestar mucha atención a estas cuatro expresiones: recibido, andad, arraigados y sobreedificados.
La quinta expresión de la cual debemos tomar nota es mirad que nadie os lleve cautivos. En el griego original la expresión “os lleve cautivos”, trasmite la idea de ser capturados y hechos prisioneros. En este versículo Pablo les advierte a los creyentes en Colosas que ellos estaban en peligro de ser capturados y ser llevados cautivos. ¿De qué temía Pablo que ellos fueran apartados? Él temía que ellos fueran separados de Cristo. Así que, les mandó que miraran que nadie los llevara cautivos por medio de su filosofía y huecas sutilezas, “según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”.
La sexta expresión importante en estos versículos es porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Ésta es la razón por la que debemos prestar atención a no ser llevados cautivos, ya sea por los hombres o por cualquier otra cosa. Hay tantas cosas en este mundo que tratan de apresarnos y apartarnos de Cristo. Tenemos que estar alertas para evitar que esto suceda, porque en Cristo habita toda la plenitud de la Deidad. Tenemos que buscar a Cristo y asirnos de Él.
Los versículos 16 y 17 dicen: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; mas el cuerpo es de Cristo”. En estos dos versículos vemos que la comida, la bebida, los días de fiesta, la luna nueva y el sábado son todos sombras y figuras, pero la realidad es Cristo mismo. La verdadera comida y la verdadera bebida son Cristo mismo. Además, el verdadero día de fiesta, que es un tiempo de alegría, la verdadera luna nueva, que es un nuevo comienzo, y el verdadero sábado, que es un día de reposo, todos son Cristo mismo. Cristo es nuestro tiempo de alegría, Cristo es nuestro nuevo comienzo, y Cristo es nuestro reposo. Cristo mismo es el cuerpo de todas estas cosas.
El versículo 19 continúa diciendo: “Y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el Cuerpo, recibiendo el rico suministro y siendo entrelazado por medio de las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento de Dios”. Este versículo revela que en el Cuerpo existen coyunturas y ligamentos. Las coyunturas suministran, y los ligamentos entrelazan. Este versículo también revela que cuando nos asimos de la Cabeza, esto da como resultado el aumento, el crecimiento, de Dios. Aquel de quien nos asimos es Cristo, y Aquel que aumenta es Dios. Mientras nos asimos de Cristo, las coyunturas suministran, los ligamentos entrelazan, y el resultado es que el elemento y la plenitud de Dios crecen y aumentan en nosotros.
Colosenses 3:3-4 dice: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros seréis manifestados con El en gloria”. Estos versículos son muy misteriosos. El versículo 3 dice que hemos muerto, pero luego inmediatamente dice que tenemos vida. Por una parte, estamos muertos y hemos llegado a nuestro fin, pero por otra, aún tenemos vida. La vida que ahora tenemos es una nueva vida, una vida que “está escondida con Cristo en Dios”. Además, esta vida, que está escondida con Cristo en Dios, es Cristo, y este Cristo, con quien nuestra vida está escondida en Dios, es nuestra vida. Además, este Cristo quien es nuestra vida se manifestará en gloria, y cuando esto suceda, nosotros seremos manifestados juntamente con Él. ¿Quién puede entender tales palabras? Ciertamente son muy misteriosas.
Los versículos del 9 al 11 continúan diciendo: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus prácticas, y vestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. Por una parte, nos hemos despojado del viejo hombre, y por otra, nos hemos vestido del nuevo hombre. En este nuevo hombre no hay judíos, griegos, chinos ni estadounidenses, sino que Cristo es el todo, y en todos. En el nuevo hombre no hay nada excepto Cristo.
Los versículos del 15 al 17 dicen: “Y la paz de Cristo sea el árbitro en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo Cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more ricamente en vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando con gracia en vuestros corazones a Dios. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de El”. Estos versículos hablan de dos asuntos: la paz de Cristo y la palabra de Cristo. Nuestro corazón debe ser gobernado por la paz de Cristo, y nuestra boca debe llenarse de la palabra de Cristo. Cuando esto suceda, expresaremos a Cristo. Interiormente, la paz de Cristo será el árbitro, y exteriormente, lo que expresemos con nuestra boca será la palabra de Cristo. Debemos ser llenos de la palabra de Cristo hasta el grado en que expresemos a Cristo con salmos, himnos y cánticos espirituales. No sólo debemos expresar a Cristo con palabras comunes y diálogo ordinario, sino que también debemos proclamar salmos, himnos y cánticos espirituales que estén llenos de la expresión de Cristo, llenos del idioma de Cristo y de la palabra de Cristo.
Después de decirnos que nuestro corazón sea gobernado por la paz de Cristo y que nuestra boca sea llena de la palabra de Cristo, estos versículos añaden que debemos hacer todas las cosas “en el nombre del Señor Jesús”. ¿Qué significa hacer todas las cosas en el nombre del Señor Jesús? Esto significa que lo hagamos todo como representantes de Cristo. La expresión en el nombre de Cristo significa que somos representantes de Cristo. Cuando visito a alguien en el nombre del señor Jones, significa que voy como representante del señor Jones. Es decir, que todo lo que hagamos debemos hacerlo como un Cristo-hombre, como un cristiano, como una persona que representa a Cristo.
Ahora consideremos un versículo del capítulo cuatro. El versículo 6 dice: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. El vocablo palabra en este versículo proviene del griego logos. ¿Qué significa la expresión con gracia, sazonada con sal? ¿Qué es la gracia? Las Escrituras revelan que la gracia es Cristo mismo (Gá. 2:20; 1 Co. 15:10). ¿Y qué es la sal? A diferencia de la miel o del azúcar, la sal puede ser usada para matar gérmenes. El significado espiritual de la sal alude a la operación de la cruz que mata todos los gérmenes. Por tanto, el hecho de que nuestra palabra sea siempre con gracia, sazonada con sal, significa que nuestra palabra siempre debe estar llena de Cristo y que siempre debe pasar por la operación aniquiladora de la cruz.
(
Misterio de Dios y el misterio de Cristo, El, capítulo 2, por Witness Lee)