LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL
DEPENDE DE LA REVELACIÓN
Cuando amamos al Señor con todo nuestro corazón, algo sucede en nuestro espíritu. Quizá oremos al Señor diciéndole: “Señor, por Tu gracia me siento constreñido por Tu amor a amarte. Señor, quisiera aprender a amarte. Te ofrezco mi amor, mi corazón y todo mi ser”. Cuando oramos de tal manera, percibimos que algo maravilloso ocurre en lo más profundo de nuestro ser. Ésta es la experiencia de ser llenos de la sabiduría de Dios. Simplemente al amar al Señor de todo corazón, nuestro espíritu se llena de la sabiduría de Dios. Una vez experimentemos esto, debemos acudir al Señor para recibir no sólo la sabiduría, sino también el entendimiento espiritual a fin de comprender lo que estamos experimentando (Col. 1:9). Necesitamos recibir entendimiento espiritual para comprender lo que acontece en nuestro espíritu y experimentarlo más profundamente. El principio espiritual es el siguiente: para experimentar genuinamente a Cristo como nuestra vida y nuestro todo, debemos poseer el conocimiento del plan eterno de Dios de una manera verdadera y completa. Si no poseemos el conocimiento pleno y la revelación de Cristo en el plan de Dios, nunca podremos experimentar genuinamente a Cristo como nuestra vida en nuestro diario vivir.
Ésta es la razón por la que debemos pasar tiempo con el Señor en oración. Necesitamos pasar mucho tiempo en la presencia del Señor para orar de una manera particular acerca de este asunto. Debemos orar diciendo: “Señor, revélame Tu propósito eterno. Revélame Tu plan respecto a Cristo. Revélame todo respecto a quién es este Cristo, al cual he experimentado. Señor, abre mis ojos. Concédeme el pleno entendimiento acerca de Tu plan eterno”. Debemos poner en práctica orar de esta manera todos los días. De hecho, sería muy bueno si eleváramos esta clase de oración todos los días por seis meses. Durante medio año, cuando vayamos al Señor, deberíamos orar diciendo: “Señor, abre mis ojos. Concédeme el entendimiento para que pueda ver, experimentar y comprender lo que significa que Cristo sea mi vida. Muéstrame Tu plan eterno respecto a Cristo como el misterio de Dios”. Debemos orar y orar día tras día para recibir revelación.
En la Biblia no figuran muchas de las oraciones de los apóstoles, pero sí hallamos en ella algunas de las oraciones del apóstol Pablo. Si leemos dichas oraciones, podremos ver que éstas tienen una misma naturaleza y contenido. Pablo oró mucho para que nuestros ojos fueran abiertos a fin de que recibiéramos revelación respecto al plan eterno de Dios (Ef. 1:16-19; 3:14-19). Así que, nosotros también debemos pedir por esto. Debemos pedirle revelación al Señor; de otra manera, nunca podremos experimentar plenamente a Cristo como nuestra vida.
Más que cualquier otra cosa, necesitamos luz espiritual y el conocimiento que proviene de la revelación. No necesitamos conocimiento doctrinal. Lo que necesitamos es el entendimiento espiritual y el conocimiento que proviene de la revelación espiritual. Cuando el conocimiento que proviene de la revelación deja una impresión en nuestro espíritu, en nuestro corazón, en nuestra mente y en todo nuestro ser, éste llega a ser el factor que nos rige interiormente, esto es, el factor que rige nuestro ser entero y dirige nuestro andar. La revelación que hemos recibido siempre nos gobierna. Si no tenemos revelación, no estamos sometidos bajo ninguna autoridad ni gobierno (cfr. Pr. 29:18). El conocimiento doctrinal no vale nada, pero el conocimiento proveniente de la revelación celestial, que deja una impresión en nuestro espíritu mediante el Espíritu Santo, es un factor interior que nos rige y nos gobierna. Este factor incluso nos rige día a día, y hace que estemos sometidos bajo el control o la dirección de dicha revelación.
(Misterio de Dios y el misterio de Cristo, El, capítulo 7, por Witness Lee)