LA CONFORMACION
En este mensaje abarcaremos la conformación y la glorificación. No es fácil presentar estas verdades. Augustín dijo que tratar de comprender al Dios Triuno, es como tratar de medir el océano con un cucharón. Esto es cierto. Del mismo modo que la verdad en cuanto al Dios Triuno es profunda, así es la verdad en cuanto a la conformación. Necesitamos ser no sólo transformados y edificados, sino también conformados.
Ser conformados a la imagen
del Hijo primogénito de Dios
¿A quién o a qué debemos ser conformados? ¿Debemos ser conformados a la imagen de los chinos o los estadounidenses o los japoneses? Debemos ser conformados a la imagen del Hijo de Dios. Romanos 8:29 dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que El sea el Primogénito entre muchos hermanos”. Dios nos predestinó para que fuésemos hechos conforme a la imagen de Su Hijo a fin de que Su Hijo fuera el Primogénito entre Sus muchos hijos.
El Hijo primogénito de Dios
es Cristo, el Dios-hombre
En cuanto al Hijo de Dios, existe una pregunta muy difícil de resolver en la teología, a saber: ¿Cuántos hijos tiene Dios? Hebreos 12:23 menciona la iglesia de los primogénitos. Estos primogénitos se refieren a nosotros, los santos. Pero, ¿cómo podemos decir que los santos sean los hijos primogénitos? Jacobo 1:18 dice que Dios “nos engendró por la palabra de verdad, para que seamos en cierto modo primicias de Sus criaturas”. Nosotros, los que constituimos la iglesia, somos las primicias de las criaturas de Dios. Decir que las primicias se refieran a los hijos primogénitos es cierto en un sentido. El día vendrá cuando tanto los gentiles como los judíos adorarán a Dios. Aunque todavía no existe esa situación, hoy nosotros los creyentes debemos ser los primeros en adorar a Dios. Por tanto, en este sentido somos los hijos primogénitos, las primicias de las criaturas de Dios.
Por otro lado, Juan 1 dice que Cristo es el Hijo unigénito de Dios (v. 18), mientras que Romanos 8 dice que Cristo sería el Primogénito entre muchos hermanos (v. 29). Cristo fue el Hijo unigénito de Dios, y luego fue hecho el Hijo primogénito de Dios con muchos hermanos. Así que Cristo, como Hijo de Dios, tiene dos condiciones que son: es el Hijo unigénito y es el Hijo primogénito. ¿Cuál es la diferencia entre el Hijo unigénito de Dios y Su Hijo primogénito? El Hijo unigénito de Dios tiene divinidad pero no humanidad, mientras que el Hijo primogénito de Dios tiene tanto divinidad como humanidad. Cuando Dios se hizo carne, introdujo lo divino en lo humano; cuando el Señor resucitó, introdujo lo humano en lo divino, es decir, mezcló humanidad con divinidad. Cuando lo humano fue mezclado con lo divino se produjo la segunda condición del Hijo de Dios, o sea, el Hijo primogénito de Dios.
En la eternidad el Señor era el Hijo unigénito de Dios. En el tiempo fue hecho carne como hombre, pero todavía no era el Hijo primogénito de Dios. ¿Cuando llegó a ser el Hijo primogénito de Dios? Romanos 1:3-4 dice: “Acerca de Su Hijo, que era del linaje de David según la carne, que fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, Jesucristo nuestro Señor”. La palabra “según” aparece dos veces en estos versículos: según la carne, El es del linaje de David, es un hombre; según el Espíritu de santidad, es el Hijo de Dios. Fue designado Hijo de Dios con poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos.
¿Cuándo fue designado y cómo fue designado? Esto requiere una explicación. En 1 Pedro 3:18 dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevaros a Dios, siendo muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu”. Este versículo nos dice que después de morir en la carne, Cristo todavía estaba activo en Su Espíritu. ¿Qué estaba haciendo? En Juan 12:24 el Señor dijo que era el grano de trigo que lleva mucho fruto al caer en la tierra y morir. Cuando un grano de trigo cae en la tierra, su cáscara exterior muere y se descompone, pero la vida interior se activa. El grano por un lado muere, y por otro vive. Cuando el grano muere, esta muerte da a la vida interior la oportunidad de actuar para llevar brotes tiernos. Esta es la resurrección. Cuando el Señor fue sepultado en la tumba, Su carne, la humanidad que estaba en El, murió. Pero Su divinidad, el Espíritu de santidad, tuvo una gran oportunidad de obrar. Primero levantó la humanidad de Cristo. Al mismo tiempo elevó la humanidad de Jesús a la divinidad. En ese momento Dios dijo: “Mi Hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy” (Hch. 13:33). Aquí, “hoy” se refiere al día de la resurrección del Señor. Por tanto, cuando el Espíritu de santidad elevó la humanidad de Cristo y levantó Su carne Dios dijo: “Yo te he engendrado hoy”. De ese momento en adelante, El fue el Hijo primogénito de Dios.
Puesto que El es el Hijo primogénito, deben de existir también los hermanos. De otro modo, ¿cómo podría llamarse el Primogénito? Nosotros los salvos somos Sus hermanos. En realidad, nosotros y El como Hijo primogénito nacimos en el mismo parto. Nacimos en Su resurrección. En 1 Pedro 1:3 dice que cuando Cristo resucitó, es decir, en Su resurrección, Dios nos regeneró a todos. Usted no debe pensar que fue regenerado hace dos meses, ni que fue regenerado hace sesenta y siete años. Fue regenerado hace dos mil años al resucitar junto con Cristo. Algunos tal vez no puedan aceptar esto. Una vez más, esto es un problema de la mente. Dios tiene Su calendario y usted tiene el suyo; los dos calendarios tienen diferentes maneras de contar. Necesitamos aceptar la manera en que Dios cuenta. Según lo que El cuenta, nos escogió antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4); además, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo, es decir, desde la creación de los cielos y la tierra (Ap. 13:8). Según la manera en que Dios reconoce las cosas, cuando Cristo resucitó, o sea, hace unos dos mil años, resucitamos con El y fuimos regenerados (1 P. 1:3).
Después de la regeneración, llegamos a ser hijos de Dios, Sus muchos hijos, y somos los muchos hermanos de Cristo. Pero, todavía necesitamos ser conformados a la imagen del Hijo de Dios. Debemos ser conformados no al Hijo unigénito de Dios sino a Su Hijo primogénito porque Su Hijo unigénito no tiene humanidad, pero Su Hijo primogénito tiene tanto divinidad como humanidad. ¿Por qué todavía tenemos que ser conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios después de ser regenerados como hijos de Dios? Aunque fuimos regenerados como hijos de Dios, todavía no parecemos hijos de Dios. Tal vez esta mañana algunos esposos y esposas discutieron, y después de hacerlo vinieron a la reunión. Por tanto, necesitamos ser conformados a la imagen del Hijo de Dios para que El sea el Primogénito entre muchos hermanos. Actualmente en los Estados Unidos unos ciento veinte millones de personas, que equivale a la mitad de la población, son protestantes y católicos. Pero adondequiera que vaya usted hoy, al observar, ¿puede discernir quién es cristiano? Si escucha la conversación de las personas en las oficinas, especialmente los lunes, se trata del lugar adonde fueron a bailar o adonde fueron para disfrutar de placeres durante el fin de semana, y dicen muchas cosas inmundas. Muchos entre ellos son cristianos, pero no han sido conformados a la imagen de Cristo. Por consiguiente, necesitamos urgentemente ser conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Ser conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios equivale a expresar Su imagen en nuestra vida. Cuando expresemos Su imagen en nuestra vida, el mundo verá a Cristo como Primogénito de Dios porque todos Sus hermanos serán manifestados allí.
(
Aspecto orgánico de la obra salvadora de Dios, El, capítulo 5, por Witness Lee)