III. LA INTENCIÓN DE DIOS PARA JOB
A. Consumir al Job “perfecto y recto”
y despojarlo de sus logros relacionados
con el nivel más alto de ética
en perfección y rectitud
La intención de Dios para Job era consumir a esta persona “perfecta y recta” y despojarla de sus logros, sus éxitos, relacionados con el nivel más alto de ética en perfección y rectitud (Job 1:1).
B. Demoler al Job natural
en cuanto a su perfección y rectitud
La intención de Dios era también demoler al Job natural en cuanto a su perfección y rectitud para poder edificar un Job renovado con la naturaleza y los atributos de Dios.
C. Obtener un Job
en la línea del árbol de la vida
La intención de Dios no era obtener un Job que estuviera en la línea del árbol del conocimiento del bien y del mal, sino un Job en la línea del árbol de la vida (Gn. 2:9).
D. Hacer de Job un hombre de Dios
Por último, la intención de Dios era hacer de Job un hombre de Dios (1 Ti. 6:11; 2 Ti. 3:17), lleno de Cristo, la corporificación de Dios, que fuese la plenitud de Dios para la expresión de Dios en Cristo; no era Su intención hacer de Job una persona con el nivel más alto de ética en su propia perfección, rectitud e integridad naturales, las cuales Job procuraba mantener y a las cuales él se aferraba (Job 2:3, 9a). Tal persona, cuyo elemento constitutivo —en conformidad con la economía divina— sería Dios mismo, jamás se vería enredado por dificultad o problema alguno al punto de maldecir su nacimiento y preferir morir antes que vivir.
Después que Dios creó a Adán, lo puso frente a dos árboles: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios entonces le encargó a Adán que no comiera del árbol del bien y del mal, pues si comía de ese árbol, habría de morir (Gn. 2:9, 16-17). Dios deseaba que Adán comiese del árbol de la vida. Si Adán hubiese comido del árbol de la vida, este árbol habría entrado en él y crecido dentro de él. Sin embargo, en lugar de ello, Adán comió del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por tanto, este árbol fue sembrado en Adán y comenzó a crecer en él y ha continuado creciendo en todos los descendientes de Adán. En tiempos de Job, el árbol del conocimiento del bien y del mal había crecido por lo menos dos mil años, pero ahora este árbol tiene más de seis mil años. Hoy en día todo el linaje humano se halla constituido por el árbol del conocimiento del bien y del mal. En toda sociedad, independientemente de las normas éticas que ella adopte, el árbol del conocimiento del bien y del mal sigue creciendo. Mientras este árbol siga creciendo entre el linaje humano, no habrá paz.
Antes de ser regenerados, estábamos en la línea del árbol del conocimiento del bien y del mal. Cuando fuimos regenerados, Cristo se sembró en nosotros como árbol de la vida. Sin embargo, en nuestra vida diaria práctica, ¿estamos en la línea del árbol del conocimiento del bien y del mal o estamos en la línea del árbol de la vida? En nuestra vida matrimonial, por ejemplo, es posible que estemos en la línea del árbol del conocimiento, y por la manera en que hablamos con nuestro cónyuge quizás no sólo hacemos que este árbol siga creciendo, sino que también lo regamos y le abonamos la tierra. ¿Qué debemos hacer entonces? Debemos recordar las palabras de Pablo en Gálatas 2:20: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, y debemos volvernos del árbol del conocimiento al árbol de la vida. Si hacemos esto, viviremos a Cristo y cultivaremos a Cristo como árbol de la vida.
(
Estudio-vida de Job, capítulo 4, por Witness Lee)