Revelación y visión de Dios, La, por Witness Lee

LA NECESIDAD DE HACER UN ESTUDIO Y UN AJUSTE

Desde octubre de 1984 hemos presentado el asunto de cambiar el sistema. En ese tiempo convoqué a los santos en la iglesia en Taipéi, y les dije que para cambiar el sistema debíamos desechar las prácticas viejas del pasado y adoptar prácticas nuevas para todo lo que hiciéramos. Las llamadas prácticas nuevas son aquellas que ya se encuentran en las Santas Escrituras, pero que no las hemos practicado. Hemos estado practicando la vieja manera con tranquilidad, y ahora de repente queremos practicar la nueva manera, y la llamada nueva manera aún no está allanada. Por consiguiente, mientras avanzamos debemos ir probando, investigando por un lado y haciendo ajustes por otro. Al mismo tiempo, les dije a los santos que, si bien yo introduje enérgicamente el asunto de cambiar el sistema, yo mismo no estaba seguro. Esto se debe a que, aunque tenía experiencia en muchas cosas, aún no había investigado nada sobre cómo practicar la nueva manera, ni había tenido una experiencia en dicha práctica. Por esta razón estamos estudiando mientras lo estamos practicando; no se ha hecho ninguna conclusión final.

Es muy difícil llevar a cabo un asunto que no tiene una conclusión final, y las complicaciones se presentan con facilidad. Generalmente, los cristianos tienen el concepto religioso de que para hacer lo apropiado las personas deben adorar en una gran capilla. Hoy, al hallarnos en la etapa de investigación respecto a nuestra práctica de la nueva manera, debemos cuando menos desprendernos de esta clase de formalismo religioso. Sin embargo, en un sentido positivo todavía debemos mejorar.

Un ejemplo de una reunión de hogar

El sábado pasado asistí a una reunión en un hogar. Si no hubiese ido, nadie se habría bautizado, pero fui y dos personas fueron bautizadas. En esa reunión de hogar había muchos amigos del evangelio, y ellos estaban muy abiertos. Algunos ya habían venido a la reunión varias veces, y uno de ellos incluso ayudó a servir. Pero la reunión se había prolongado por mucho tiempo, y aun así nadie iba a bautizarse. Sin embargo, me contuve para no hacer algo de inmediato; y cedí la reunión a los santos. Quería entender por qué teniendo tantos buenos candidatos del evangelio, aun así no lograban bautizarlos. Un anciano que estaba en la reunión pensó que estos amigos del evangelio todavía necesitaban entender la verdad, así que comenzó a hablar a partir de la Biblia y luego de los himnos. Cuando vi la situación, interiormente vi todo con claridad. Supe que mientras más él hablara, más impediría que las personas se bautizaran; las personas tal vez se arrepintieran y creyeran, pero no se bautizarían. Por lo tanto, esperé que se me presentara una oportunidad.

Después que el anciano terminó de hablar, el anfitrión también dijo algo; luego hubo un “selah”. Si todos hubieran sido como en Job, donde hablaban elocuentemente con largos discursos, yo no habría podido participar, pero cuando hubo el “selah”, esto me dio una buena oportunidad. Inmediatamente, me volví al amigo del evangelio que parecía más prometedor y le pregunté si ya había orado antes. Él me dijo que no. Así que, me dirigí a Romanos 10:13 y le mostré el versículo que dice: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”. Luego, lo conduje a orar y finalmente le pedí que orara él solo. Después, le pregunté qué decía Romanos 10:13. Él respondió: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”. Le pregunté si había invocado el nombre del Señor. Y dijo que lo había hecho. Le pregunté si era salvo. Respondió que él era salvo. Entonces guie a todos para que lo felicitaran por su salvación. Luego, le pedí que leyera la primera parte de Marcos 16:16, que dice: “El que crea y sea bautizado, será salvo”. Cuando él estaba por leer la segunda parte, le dije: “No es necesario seguir leyendo; esa parte está dirigida a los que perecerán. Usted sólo debe leer esta parte de la oración: ‘El que crea y sea bautizado, será salvo’”. Le pedí que repitiera esta oración varias veces, entonces le pedí al anfitrión que preparara el agua para el bautismo. Él fue bautizado en quince minutos. Una hermana de edad avanzada incluso fue por una camera y tomó fotos.

Mientras transcurría el bautismo, la hermana de la nuera de la anfitriona vino con una hermana en el Señor; ella también era un buen “contacto del evangelio”, pues aún no se había bautizado. Yo estaba claro interiormente que ella también debía ser bautizada. Inmediatamente después que el hermano fue bautizado y que le tomaron sus fotos, esta hermana nueva también fue bautizada. Esto no habría sido posible en una reunión grande. Al final, la hermana de edad avanzada dijo: “Hermano Lee, hace treinta años que no había hablado con usted. Hoy estoy muy feliz de poder tomarme una foto a su lado”. ¿Qué piensan acerca de esta clase de reunión? Si una persona viene a visitar a la iglesia en Taipéi y ve esta clase de reunión de hogar, donde hay bautismos tan rápidos y hasta se les toma fotos, dicha persona podría preguntar: “¿Qué clase de reunión es ésta?”.

(Revelación y visión de Dios, La, capítulo 9, por Witness Lee)