Revelación y visión de Dios, La, por Witness Lee

LA TRINIDAD DIVINA HALLADA EN JUAN 14—17

El mensaje central del Evangelio de Juan se halla en los capítulos del 14 al 16 y en la oración final del capítulo 17. Estos cuatro capítulos hablan sobre la Trinidad Divina, y su armazón es la Trinidad Divina. En mi juventud, cuando atendía al servicio de adoración dominical en el cristianismo, escuché algunas personas hablar acerca de Juan 14. Principalmente nos decían que el Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida” (v. 6). También decían que el Señor Jesús debía irse, pero como Él estaba muy preocupado por nosotros, le pidió al Padre que nos diese otro Consolador, para que estuviera con nosotros para siempre (v. 16), y ahora el Consolador había venido y cuidaba de nosotros. Luego, otros decían que en el capítulo 15 el Señor Jesús describió la relación íntima que existe entre Él y nosotros, comparándola con la relación que existe entre la vid y los pámpanos (v. 5); por lo cual, debíamos tener tal relación íntima con Él. Aunque ellos vieron estas cosas, lo que vieron era algo superficial, pues no vieron que el Dios Triuno es el armazón.

Debemos ver que desde el comienzo del capítulo 14 se hace referencia al Dios Triuno. El Señor dijo que Él iba al Padre y que a dónde Él iba, los discípulos ya sabían el camino. Pero los discípulos dijeron que no lo sabían y, por tanto, le pidieron a Él que les dijera cuál era el camino. Entonces el Señor dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí” (vs. 1-6). “Por” el Señor significa pasar por medio del Señor. Para que sea legible, los traductores de la Biblia al chino tradujeron la frase al Padre como “a dónde está el Padre”, que no es lo que el texto griego dice. Como resultado, los lectores de la Biblia se interesan por el dónde, pensando que denota un lugar, y pasan por alto al Padre mismo. Ésta es una gran desviación.

Luego, el Señor siguió hablando, y Felipe vino y lo interrumpió (vs. 7-8). Felipe le dijo: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta”. Esto indica que aunque Felipe y los otros discípulos habían estado con el Señor tres años y medio, todos los días vieron sólo el nazareno; Felipe pensaba que aun cuando el Señor les había estado hablando sobre el Padre, Él nunca les había mostrado el Padre. Por consiguiente, Felipe le pidió al Señor que les mostrara el Padre, y les bastaría. Entonces, muy sorprendido, el Señor Jesús le dijo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí?” (vs. 9-10). Aquí, el Señor presentó al Hijo con el Padre. Según lo dicho por el Señor, el Padre y el Hijo son inseparables porque Ellos moran el uno en el otro.

Después, en los versículos 16 y 17, el Señor pasó a decir: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad”. El Hijo rogó al Padre que enviara el Espíritu, y cuando el Espíritu viene, Él no sólo es el Consolador, sino también el Espíritu de realidad. Consolador es un término que no es fácil de entender; pocos pueden componer su traducción exacta. Cuando los eruditos británicos traducían la Biblia, encontraron algunas palabras que no eran traducibles, así que simplemente pasaron las palabras griegas directamente al inglés, usándolas como palabras inglesas. Por ejemplo, bautizar es la forma hispanizada de la palabra griega baptízo. Asimismo, paráclito es la forma hispanizada de la palabra griega parákletos. Esta palabra tiene una variedad de significados, tales como un “enfermero”, un “consejero”, un “médico”, una “nodriza” y un “asistente”. Darby expresó que esta palabra tiene el mismo sentido que el de un “patrono” romano. Un patrono es alguien que está siempre a nuestro lado para satisfacer nuestras necesidades, encargarse de nuestro caso y defender nuestra causa. Cuando el Espíritu viene, Él viene como tal Consolador.

Además, Él es también el Espíritu de realidad. La palabra griega traducida “realidad” es alétheia, una palabra que también es muy difícil de explicar. Denota algo que es genuino, real, sustancial y concreto. Esto significa que aunque el Señor habló mucho acerca del Padre, y aunque Él mismo había estado con los discípulos por mucho tiempo, ellos todavía no podían palparlo. Los discípulos tenían que esperar hasta que viniera el Espíritu para hacer real en ellos al Padre y al Hijo. Por esta razón, el Espíritu es el Espíritu de realidad. Cuando el Espíritu entra en los creyentes, el Dios Triuno es hecho real en ellos y se mezcla con ellos para ser su propia vida y esencia. Éste es el Dios Triuno que se nos revela desde el comienzo de Juan 14.

Juan 15 y 16 también hablan del Dios Triuno. Los dos capítulos 14 y 15 tienen un versículo 26 que hace referencia al Dios Triuno. Juan 14:26 dice: “El Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre [el del Hijo]”; 15:26 dice: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo [el Hijo] os enviaré del Padre, el Espíritu de realidad, el cual procede del Padre”. El capítulo 14 dice que el Padre enviaría al Espíritu en el nombre del Hijo; luego el capítulo 15 dice que el Hijo enviaría al Espíritu que procede del Padre. En el griego, el sentido que conlleva la preposición de en 15:26 es “de con”. Esto quiere decir que el Padre envía al Espíritu en el Hijo, y el Hijo envía al Espíritu del Padre y también con el Padre. Además, cuando el Espíritu viene, viene del Padre; esto es, Él viene del Padre y también con el Padre. Y puesto que el Padre está en el Hijo, el Hijo también viene. De manera que, cuando el Espíritu viene, el Dios Triuno viene.

Estas cosas simplemente no pueden describirse con lenguaje humano; son muy difíciles de traducir y aún más difíciles de explicar. Por tal razón, los cristianos en su mayor parte no se atreven a hablar de ellas porque realmente son cosas muy difíciles. ¿Qué significa que el Padre envía al Espíritu en el Hijo? Dado que el Padre ha enviado al Espíritu, cómo es que después el Hijo también envía al Espíritu que procede del Padre. ¿Entonces quién envía al Espíritu? ¿Es el Padre o el Hijo? Cuanto más lo explicamos, es más desconcertante. Aunque esta verdad es difícil de entender, llega a ser muy clara en nuestra experiencia y aprehensión.

Aun cuando el Señor Jesús predicaba la verdad en la tierra, era también difícil que la gente lo entendiera. En Juan 6 lo dicho por el Señor era tan difícil de entender que muchos de los discípulos dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?”, y volvieron a lo que habían dejado, y ya no andaban con Él (vs. 60, 66). Luego el Señor dijo a los doce, de los cuales Pedro era quien llevaba la delantera: “¿Queréis acaso iros también vosotros?”. Le respondió Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (vs. 67-68). Vemos que en aquel tiempo, el confuso Pedro era el que tenía mayor claridad que los otros. Al final del capítulo 6, él estaba muy claro y libre de toda confusión. ¿Cómo sabemos eso? En este capítulo el Señor Jesús no usó la frase palabras de vida eterna; Él sólo había dicho que “las palabras que Yo os he hablado [...] son vida” (v. 63). Sin embargo, Pedro entendió y acuñó la frase palabras de vida eterna. Esto muestra que Pedro verdaderamente lo tenía bien claro. Hoy algunos dicen que cuando leemos la Biblia, no debemos cambiar sus palabras. Pero aquel día en su respuesta, Pedro “cambió” las palabras del Señor. Cuando Pedro oyó lo que el Señor hablaba, él se dio cuenta de que si las palabras del Señor eran espíritu y eran vida, éstas tenían que ser palabras de vida eterna. Por consiguiente, aunque muchos de los discípulos no entendieron lo que el Señor decía, al menos había uno, Pedro, que sí lo entendió.

Por lo tanto, yo espero que, en primer lugar, ustedes tengan un conocimiento básico respecto a la Trinidad Divina. Entonces bien sea en su estudio de la Biblia, en su servicio espiritual, o en su crecimiento en vida, ustedes tendrán un cimiento. Segundo, también deben ver que nuestro Dios, el Dios Triuno en el universo, tiene un propósito, un plan, una intención y una obra. Dado que Él no es un Dios confuso ni desorientado, Él ciertamente tiene una economía; éste es otro asunto grandioso que debemos ver.

(Revelación y visión de Dios, La, capítulo 7, por Witness Lee)