Revelación y visión de Dios, La, por Witness Lee

UNA PALABRA QUE CONLLEVA UNA CARGA

Hermanos y hermanas, todos ustedes deben ver claramente la economía de Dios. En el bosquejo no mencioné nada acerca del pecado, los pecadores, el diablo ni Satanás. Hoy en día si les pregunta a los cristianos: “¿Qué es la economía de Dios?”, algunos cristianos que han estudiado teología le dirán: “El hombre tiene dos grandes necesidades hoy. Primero, como pecadores necesitamos la salvación provista por Dios; segundo, fuimos enredados y perturbados por el diablo, por lo cual necesitamos que Dios destruya las obras del diablo. Así pues, el primer paso del plan de Dios consiste en salvar a los pecadores, porque 1 Timoteo 1:15 dice: ‘Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores’. El siguiente paso es destruir las obras de Satanás, porque 1 Juan 3:8 dice: ‘Para esto se manifestó el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo’”. Esto es lo que la mayoría de los cristianos conocen respecto a la economía de Dios.

Cuando yo era joven, reflexioné sobre la vida humana y consideré que era un verdadero sufrimiento. Pero no culpaba a Dios, ni me atrevía hacerlo. Sólo me culpaba a mí mismo por haber nacido pecador. ¿Quién me enseñó a mentir? Supe cómo mentir por nacimiento. Mi madre siempre me enseñó a decir la verdad, y mientras más me lo enseñaba, más mentía yo. ¿Quién me enseñó a odiar? Sabía cómo odiar por nacimiento. Mi madre me enseñó a amar a mis hermanos y hermanas, pero cuanto más me lo enseñaba, más yo sentía celos y odio en lugar de amor. Debido a que la situación financiera de nuestra familia no era muy buena, a veces nuestros parientes y amigos nos hacían regalos. Cuando mi madre nos distribuía las golosinas, yo deseaba que me diera al menos la mitad; me ponía muy triste cuando recibía menos. ¿Quién me enseñó esto? Lo sabía por nacimiento. Por consiguiente, ser un pecador es algo muy molesto, y realmente no es nada fácil librarse del enredo del pecado. No sólo eso, el diablo también nos sigue. No somos capaces de hacer buenas cosas, pero somos plenamente capaces de hacer cosas malas sin que nadie nos lo enseñe. ¿De quién es esta obra? ¿Cómo se lleva a cabo esto? Todos tenemos el deseo de ir en ascenso, y resolvemos en nuestro corazón sobresalir por medio de nuestros denodados esfuerzos; no obstante, nuestros pasos siempre van en descenso. ¿Quién está haciendo esto en nosotros? Es la labor conjunta de dos participantes: el pecador y el diablo.

Uno no puede negar que el pecador es uno mismo, pero también puede decir que el pecador no es uno mismo. Discernir esto realmente es difícil. Los eruditos chinos de la antigüedad debatieron en cuanto a si la naturaleza humana era buena o mala. Mencius abogaba por que el hombre es bueno por naturaleza, mientras que Hsun-tzu abogaba por que el hombre es malo por naturaleza. De hecho, somos buenos y malos. En cuanto a nuestra buena naturaleza, los seres humanos somos muy buenos; nos agrada honrar y obedecer a nuestros padres. Es posible que en la mañana los amemos, pero en la noche podemos provocar su ira. Por consiguiente, resulta difícil decir si el hombre es bueno o malo. Esto es el resultado del problema introducido por el pecado y el diablo.

El cristianismo pone mucha atención a estas dos cosas. Ellos predican que Hebreos 2:14 nos dice que, por cuanto somos participantes de sangre y carne, de igual manera Él participó también de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo. Ellos consideran esto como la economía de Dios. Sin embargo, esto no es la economía de Dios; esto es sólo el procedimiento por el cual se alcanza la meta de la economía de Dios. A fin de cumplir Su economía, Dios tiene que tratar con el pecador y destruir las obras del diablo. La economía de Dios consiste en que Él desea forjarse a Sí mismo, el Dios Triuno, en nosotros, de modo que lleguemos a ser Su casa, para que Él obtenga una casa, una morada para Su reposo, y para que lleguemos a ser el Cuerpo de Cristo con miras a Su propia expresión. Esto es lo que el cristianismo no ha visto. Ésta es mi carga; aún no he hablado lo suficiente de este asunto. Aunque he publicado muchos libros acerca de ello, todavía tengo muchos mensajes en mí que están listos paras ser liberados.

La mayoría de los que están en el cristianismo, no solamente no ve la economía de Dios, sino que tampoco ve con claridad la verdad acerca del pecador y el diablo. Algunos incluso se oponen a mí porque digo que dentro del hombre yace el pecado (Ro. 7:17, 20), ya que ellos creen que en el hombre no hay pecado. Esto es muy lamentable. Un duraznero es un duraznero porque contiene el elemento del durazno. De igual manera, el hombre es un pecador porque en su interior yace el pecado. ¿Cómo el hombre puede ser un pecador, si no hay pecado en él? Fui más lejos y dije que el pecado que está dentro del hombre es la naturaleza pecaminosa de Satanás (cfr. Jn. 8:44). En Romanos 7 Pablo presenta al pecado personificado, diciendo que éste revivió (v. 9) y está muy activo, y puede engañar y matar a las personas (v. 11). Por consiguiente, el pecado no sólo está vivo, sino que también es una persona. ¿Quién es esta persona? El pecado no puede ser Adán; es la naturaleza maligna de Satanás, el maligno. Cuando dije esto, más gente se me opuso. Ellos dijeron que la razón por la cual dije que Satanás está en el hombre es que estoy poseído por demonios. Al oír eso, me irrité y me entretuve a la vez. Ellos dijeron esto porque han sido engañados por Satanás y, por tanto, no reconocen que Satanás está en ellos.

Esto no quiere decir que hoy no debamos hablar sobre los pecadores ni sobre el perdón de pecados, sino que nuestra meta es la economía de Dios. Para ilustrar esto diría que antes de poder reunirnos en el salón de reunión, primero debemos barrer el piso, limpiar el patio, limpiar la mesa con un trapo húmedo y colocar las sillas en orden. Sin embargo, nuestro propósito no es la limpieza, sino la reunión. La economía de Dios es una economía muy excelsa. ¿Cuán excelsa es? Es excelsa a tal grado que estamos siendo hechos Dios. Algunos dirán: “Usted otra vez está hablando herejías; está enseñando politeísmo. ¿Cómo podemos llegar a ser Dios?”. Pero esto es un hecho. El deseo de Dios es forjarse en nosotros a tal grado que seamos tan honorables y gloriosos como Él es; tenemos Su vida y naturaleza, pero no tenemos parte en Su Deidad. Ahora Él está realizando en nuestro interior una obra de transformación y conformación; en el futuro Él vendrá de nuevo para glorificar nuestro cuerpo. La Biblia dice claramente que no sabemos lo que hemos de ser; pero una cosa sabemos, y es que a Su regreso seremos semejantes a Él, porque Él nos hará exactamente como Él es (1 Jn. 3:2). Claro, nosotros no participamos en Su Deidad para llegar a ser un objeto de adoración; ésta es la diferencia entre nosotros y Él. Espero que todos ustedes puedan tener un entendimiento apropiado respecto a este asunto.

(Revelación y visión de Dios, La, capítulo 5, por Witness Lee)