LA REDENCIÓN Y LIBERACIÓN DE PARTE DE DIOS
La primera sección de Romanos habla de la redención de Dios, y la segunda trata de la liberación efectuada por Dios en Cristo. Tenemos que ver cuál es la diferencia entre la redención y la liberación. La redención es algo que Dios en Cristo hace por nosotros, pero que está fuera de nosotros. Por otra parte, la liberación es algo que Dios logra en Cristo, no sólo por nosotros, sino también dentro de nosotros. Por lo tanto, la redención es objetiva, mientras que la liberación es subjetiva.
Dios efectuó la redención y nos libera, debido a que tenemos dos grandes problemas. Primero, tenemos muchos pecados, esto es, actos pecaminosos, delante de Dios. Como consecuencia de haber cometido esos pecados, estamos condenados por Dios conforme a Su ley santa y justa (cfr. Ro. 3:23). No obstante, nuestros actos pecaminosos no es el único problema que tenemos delante de Dios. El otro problema es que somos pecadores con una naturaleza pecaminosa. No sólo cometemos pecados, sino que nosotros mismos poseemos una naturaleza pecaminosa, y por tanto somos pecadores. Dado que tenemos estos dos grandes problemas, Dios tuvo que hacer dos cosas por nosotros. Primero, Él tuvo que redimirnos de la ley; Él tenía que hacer esto por nosotros para que los requisitos de Su ley justa y santa fuesen satisfechos y así pudiese liberarnos de la ley. Dios en Cristo efectuó la redención en la cruz. En la cruz Cristo cargó todos nuestros pecados y murió por nosotros. Todos los requisitos de la ley de Dios fueron satisfechos por la muerte redentora de Cristo (Mt. 5:17; Ro. 10:4; He. 9:14; 1 P. 1:19). Gracias a la muerte redentora de Cristo, hemos sido redimidos y liberados de la condenación de la justa y santa ley de Dios (Gá. 4:5). Cuando oímos estas buenas nuevas, el Espíritu Santo operó en nuestro interior e impartió fe dentro de nosotros, haciendo que creyéramos en la muerte redentora de Cristo y recibiéramos a Cristo como nuestro Salvador (Ro. 10:17, 14). Cuando creímos en Cristo, fuimos justificados por Dios (Hch. 13:39) mediante la fe en el Señor Jesucristo, quien murió por nosotros en la cruz para redimirnos de la condenación de la ley de Dios. Ya no estamos bajo la condenación de Dios; hemos sido justificados por Dios (Ro. 5:18). Esto es la redención (3:24; 5:1).
Hemos sido justificados por Dios, y por lo tanto ya no estamos bajo la condenación de Dios en conformidad con Su justa y santa ley. Aun cuando el problema de nuestros pecados ha sido resuelto, tenemos un segundo problema: poseemos la naturaleza pecaminosa. Y a fin de librarnos de nuestra naturaleza pecaminosa, Dios tiene que hacer algo adicional. No es suficiente que Él nos redima; Él también tiene que librarnos en Cristo de nuestra naturaleza pecaminosa. Mientras que Su redención es objetiva para nosotros, en nuestra experiencia la liberación que Él nos da es subjetiva y mucho más vital e importante para nosotros. Supongamos que no hubiese liberación con la redención que Dios efectúa. Si Dios sólo efectuara la redención, no podríamos ser librados nunca de la naturaleza pecaminosa que está dentro de nosotros. Aunque podríamos ser justificados por Dios, jamás podríamos ser conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios (8:29). Por esta razón, no solo tenemos que ser redimidos, y así rescatados de la condenación de la justa ley de Dios; también tenemos que ser librados de nuestra naturaleza pecaminosa, nuestro hombre natural, y ser conformados a la imagen de Cristo.
(Experiencia que tienen los creyentes de la transformación, La, capítulo 6, por Witness Lee)