Experiencia que tienen los creyentes de la transformación, La, por Witness Lee

REGENERACIÓN Y TRANSFORMACIÓN

En el capítulo anterior vimos que somos seres humanos creados por Dios, y como tales, estamos formados de tres partes: un cuerpo físico, un alma y un espíritu (1 Ts. 5:23). El espíritu es la parte más recóndita de todo nuestro ser creado, y el cuerpo es la parte más externa. Entre el espíritu y el cuerpo está el alma, la cual consta de la mente, la parte emotiva y la voluntad. Con la mente pensamos, con la parte emotiva sentimos el gozo o el dolor así como otros sentimientos, y con la voluntad tomamos decisiones. Además, también vimos la función de cada una de las partes de nuestro ser: con nuestro cuerpo físico contactamos el mundo físico, con el alma contactamos el mundo sicológico y con el espíritu contactamos el mundo espiritual. Si queremos tener contacto con cualquiera de estos tres mundos, debemos usar el órgano correspondiente. Puesto que Dios es Espíritu, si queremos adorarle, debemos adorarle con nuestro espíritu humano, en nuestro espíritu humano y mediante nuestro espíritu humano (Jn. 4:24).

Cuando el Señor Jesús entró en nuestro ser, Él entró en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22). El Señor es el Espíritu (2 Co. 3:17), y como Espíritu Él entró en nuestro espíritu humano. Ahora estamos unidos al Señor y hemos llegado a ser un solo espíritu con Él (1 Co. 6:17). El Espíritu divino y el espíritu humano se han mezclado y se han compenetrado juntos para formar un solo espíritu. Somos uno con el Señor, no en el cuerpo ni en la mente; somos uno con el Señor en nuestro espíritu. Cuando el Señor entró en nuestro espíritu, una reacción ocurrió en nuestro ser. Esta reacción fue nuestra regeneración. La regeneración es la transformación de nuestro espíritu. En el momento que creímos, nuestro espíritu fue transformado por Cristo con la vida divina.

Puesto que hemos sido regenerados, nuestro espíritu está plenamente transformado. Ahora debemos pasar por la transformación continua del resto de nuestro ser, en particular de nuestra alma (2 Co. 3:17-18; Ro. 12:2; Ef. 4:23). El alma es una parte muy importante de nuestro ser. Que nuestra alma sea transformada quiere decir que nuestra mente, parte emotiva y voluntad son transformadas. Si somos transformados en nuestro espíritu pero no en nuestra alma, esto significa que aun cuando tenemos a Cristo como vida en nuestro espíritu, no tenemos mucho de Cristo en nuestra alma. Necesitamos que Cristo aumente dentro de nosotros todo el tiempo, esto es, que se extienda desde nuestro espíritu a las tres partes de nuestra alma. Cuando el Señor se extienda plenamente en nuestra mente, parte emotiva y voluntad, seremos transformados a Su imagen. Cuando seamos transformados a Su imagen, sentiremos, pensaremos y tomaremos decisiones de la misma manera en que Cristo siente, piensa y toma decisiones. Al considerar cualquier asunto, lo haremos como el Señor lo hace; cuando amemos u odiemos, amaremos y odiaremos como Cristo lo hace; y cuando se trate de escoger, escogeremos lo que el Señor elige, y abandonaremos y rechazaremos lo que el Señor abandona y rechaza. Cuando nuestra alma haya sido transformada totalmente en la imagen de Cristo, nosotros los seres humanos tendremos la imagen de Cristo en nuestra vida diaria.

(Experiencia que tienen los creyentes de la transformación, La, capítulo 3, por Witness Lee)