II. PONER NUESTRA MENTE EN EL ESPIRITU
Después de avivar nuestro espíritu, debemos aprender algo más. Siempre debemos controlar nuestra mente. No debemos permitir que nuestra mente sea como un caballo sin freno. La mente es la parte principal de nuestra alma y el alma se encuentra entre nuestra carne y nuestro espíritu. Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. Después de avivar nuestro espíritu debemos aprender a poner nuestra mente en el espíritu. Nuestra mente es muy “habladora”. La mente nos habla en todas partes y todo el tiempo. Si no controlamos nuestra mente, nuestra imaginación puede vagar por todo el mundo en poco tiempo. Nuestra mente puede soñar aun durante el día. Por eso debemos dirigir nuestra mente hacia el espíritu. Cuando hacemos eso, cantamos al Señor, alabamos al Señor y trasmitimos al Señor en nuestras palabras.
No es raro que marido y mujer pequen por no poner la mente en el espíritu al estar juntos. Ante los demás quizá tengan cuidado de lo que dicen, pero entre ellos quizá tengan la confianza de hablar de otros o de hablar mal de la iglesia. Al hacer eso están en muerte porque ponen la mente en la carne. Tenemos que aprender a avivar nuestro espíritu y a controlar nuestra mente. No debemos permitir que nuestra mente esté en la carne sino que debemos dirigirla al espíritu. Este hábito debe ser desarrollado en nosotros. Poner el espíritu en la carne es muerte. Poner la mente en el espíritu es vida y paz.
(Espíritu con nuestro espíritu, El, capítulo 8, por Witness Lee)