Vencedores, Los, por Witness Lee

VENCER EL ABANDONO DEL PRIMER AMOR

El Señor nos exhorta a vencer toda clase de religión, y en estas siete epístolas también nos exhorta a vencer otros asuntos. Lo primero que se nos manda que venzamos es el abandono del primer amor, la ausencia y la pérdida de éste (Ap. 2:4-5a). Muchos en el catolicismo están entregados de llenos a la Iglesia Católica, pero ellos no aman al Señor ni Su Palabra santa. Ellos no dicen: “La Biblia dice...”, sino: “El Papa dice...” o: “La Iglesia dice...”. Cuando ellos dicen: “La iglesia”, se refieren a la Iglesia Católica. Esta es la razón por la que el Señor Jesús en Apocalipsis 2 dice que Jezabel se llama a sí misma profetisa, y enseña y conduce a sus esclavos al error (v. 20). Esto indica que la Iglesia Católica Romana se designa a sí misma como profetisa, o sea que afirma estar autorizada por Dios para hablar por El. Los que son fieles católicos respetan sólo lo que el Papa dice, y lo que la iglesia dice. A ellos no les interesa lo que la Biblia dice. Esto indica que no aman al Señor.

Si amamos a alguien, indudablemente queremos oír su voz, sus palabras. Por otro lado, si no amamos a una persona, no queremos oír su voz, ni su palabra. Muchos católicos son así con el Señor. Tienen a Cristo de nombre, pero no tienen ningún afecto personal ni amor dentro de ellos para Cristo. El caso es el mismo con la cizaña del protestantismo, que se refiere a los que no son salvos. No aman la persona del Señor.

Debo dar testimonio de que amo al Señor. Recibí al Señor hace sesenta y siete años, en 1925. Después de todos esos años, siento que el Señor sigue estando tan cercano a mí y que yo estoy muy cerca de El. No me interesa ninguna religión. Me interesa esta persona querida y viviente. Siempre que menciono Su nombre, soy feliz. Cuando despertemos en la mañana, la primera cosa que debemos decir es: “Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús”. Y es mejor agregar: “Te amo”. Debemos decir: “Oh, Señor Jesús, te amo. Oh, Señor Jesús, te amo”. ¡Qué íntimo, qué dulce, y qué cariñoso es esto!

Nuestro Dios, nuestro Cristo, nuestro Señor, no sólo es amoroso sino también muy cariñoso. El está lleno de afecto. Dios se ha “enamorado” de nosotros, Su pueblo escogido y redimido. Si usted dice: “Oh Señor Jesús, te amo”, inmediatamente se enamorará de El. A menudo no hago ciertas cosas, no meramente porque no estén bien, ni porque tenga temor de Dios, sino porque lo amo. Me gusta decir: “Señor Jesús, te amo, por eso no puedo hacer aquello”. Simplemente no puedo hacer ciertas cosas porque lo amo.

Necesitamos vencer la pérdida del primer amor. La iglesia en Efeso era una buena iglesia. Era una iglesia ordenada y formal (Ap. 2:2-3). Indudablemente nos gustaría tal iglesia; no obstante, esta iglesia ordenada había dejado su primer amor (v. 4). La palabra griega que se traduce primer es la misma que se traduce mejor en Lucas 15:22. Nuestro primer amor por el Señor debe ser el mejor amor. Cuando el hijo pródigo, en Lucas 15, regresó a casa, el padre dijo a sus siervos que trajeran el mejor vestido. Aquí, mejor significa el primero.

Consideremos ahora qué es el primer amor. Muchos cristianos piensan que el primer amor es el amor con el cual amamos al Señor Jesús cuando recién fuimos salvos. No digo que esto sea incorrecto, pero sí que no es suficiente. El primer amor, el mejor amor, es mucho más que eso.

El primer amor es el amor que es Dios mismo. En la Biblia se nos dice que Dios es amor (1 Jn. 4:8, 16). En todo el universo, sólo Dios es amor. El Señor exhorta a los esposos a que amen a sus esposas. Sin embargo, es imposible que los esposos amen a sus esposas en sí mismos ya que nosotros no somos amor. Sólo existe una persona que es amor: Dios.

Dios no sólo es el mejor, sino también el primero. En todo el universo, Dios es primero. Génesis 1:1 dice: “En el principio Dios...”. Esta es la manera en que comienza la Biblia. Dios es el principio; El es el primero. Colosenses nos dice que nuestro Cristo debe tener el primer lugar. El debe tener la preeminencia (1:18b). Cristo debe ser el primero. ¿Qué significa recobrar el primer amor? Recobrar el primer amor es considerar al Señor Jesús como el primero en todo. Si dejamos que Cristo sea el todo en nuestra vida, habremos vencido la pérdida del primer amor.

Necesitamos considerar nuestra situación. ¿Es Cristo lo primero en todo para nosotros? El primer asunto que tenemos que vencer es haber perdido a Cristo como el primero, como el mejor y verdadero amor. El error de Israel fue que ellos abandonaron a Dios, la fuente de agua viva, y la degradación de la iglesia es el abandono del primer amor. En realidad, dejar el primer amor es dejar a Cristo, no tomándole como el primero en todas las cosas.

Cristo debe ser el primero no sólo en las cosas grandes, sino también en las cosas pequeñas. Cuando los hermanos compren una corbata, deben dar a Cristo el primer lugar. Si usara cierta clase de corbata que tuviera un estilo muy mundano, no podría hablar por el Señor en mi ministerio. Incluso por causa de mi conciencia, no puedo usar ciertos tipos de corbatas. Las hermanas deben dar a Cristo el primer lugar en la manera de peinar su cabello. Si las hermanas le dan a Cristo la preeminencia en la manera en que ellas se peinan, esto quiere decir que están tomándolo a El como el primer amor. Las hermanas que tienen un estilo mundano en su cabello no tienen a Cristo como su primer amor. Ellas no le están dando a El la preeminencia. Debemos darle a Cristo la preeminencia en la manera en que nos vestimos y en la manera en que nos peinamos. Cuando le damos a Cristo la preeminencia en todas las cosas, recobramos el primer amor.

Algunos piensan que el primer amor fue el amor que teníamos por el Señor al principio de nuestra vida cristiana, cuando recién fuimos salvos. Sin embargo, cuando yo fui salvo, aunque estaba muy agradecido con el Señor, no tenía un corazón firme para amar a Cristo como lo amo hoy. Hace sesenta y siete años, fui salvo y amé al Señor Jesús, pero no tanto como lo amo hoy. Así que, el primer amor debe ser tener a Dios, quien es Cristo, el Señor, nuestro Amo, como el primero en todas las cosas.

A veces, cuando me estoy vistiendo, converso con el Señor y le digo: “Señor, ¿te gusta esta camisa? ¿te gusta este par de zapatos?” Tal conversación es muy íntima con el Señor como el primer amor. Recobrar el primer amor es darle a El la preeminencia en las cosas grandes así como en las cosas pequeñas. Los esposos deben dar a Cristo la preeminencia en la manera en que hablan a sus esposas. Necesitamos pedirle perdón al Señor por todas las cosas en las cuales no le damos la preeminencia.

Si amamos al Señor Jesús de tal manera y a tal grado, nunca estaremos en ninguno de los tres “ismos” y nunca permaneceremos en ninguna religión. Amaremos a todos los cristianos, pero aborreceremos cualquier “ismo”. Debemos amar a todos los cristianos, pero debemos aborrecer las religiones en las que ellos están. Ya que el Señor aborrece los “ismos”, también nosotros debemos aborrecerlos. Debemos aborrecer lo que el Señor aborrece (cfr. Ap. 2:6).

El Señor dijo que dejaran que el trigo y la cizaña crecieran juntos hasta el día de la cosecha. Después, cuando El regrese, la primera cosa que El hará será enviar a los ángeles para atar la cizaña en manojos y arrojarla al lago de fuego. Los hijos del reino, el trigo, constituyen el reino, mientras que los hijos del maligno, la cizaña, han formado la apariencia externa del reino, que es la cristiandad de hoy. El Señor aborrece esta apariencia, por lo tanto nosotros debemos vencerla.

También debemos vencer asuntos tales como la clase de corbatas que usamos, la manera en que nos peinamos y todas las demás pequeñeces. Debemos darle a Cristo la preeminencia en todas las cosas. Si hacemos esto, nuestra vida cristiana será diferente, y nuestro sentir será diferente. A lo largo del día, estaremos contentos en el Señor. Cuando estamos contentos en el Señor y con El, todo es placentero. Por otro lado, cuando no estamos gozosos en el Señor y con el Señor, todo nos es molesto. El disfrute del Señor como gracia lo tienen aquellos que lo aman (Ef. 6:24). Así que, la primera cosa que tenemos que vencer es el abandono de nuestro primer amor. Abandonar el primer amor es la causa y la razón principal del fracaso de la iglesia durante todas las edades.

(Vencedores, Los, capítulo 2, por Witness Lee)