I. VENCER LA PERSECUCION,
LA CUAL INCLUYE LA TRIBULACION,
LA POBREZA, LAS PRUEBAS,
LAS PRISIONES Y LAS CALUMNIAS
DE LA RELIGION TERGIVERSADA DE SATANAS
La segunda epístola está dirigida a Esmirna. Esta epístola revela que necesitamos vencer la persecución, la cual incluye la tribulación, la pobreza, las pruebas, las prisiones y las calumnias de la religión tergiversada de Satanás (Ap. 2:9-10a). Esmirna nos muestra básicamente una sola cosa: la persecución. ¿Amamos al Señor? ¿Le damos al Señor la preeminencia en todas las cosas? Si es así, debemos estar preparados para la persecución.
La persecución vendrá a nosotros de muchas direcciones. Es posible que a un hermano le venga persecución de parte de su esposa. Cuando él no amaba al Señor como lo primero en todas las cosas, no tenía problemas con su esposa. Pero cuando empezó a amar al Señor y a darle la preeminencia en todas las cosas, su esposa notó que él era diferente. Ahora él le da la preeminencia a alguien más aparte de ella.
En mi pueblo natal de Chifú, había un hermano que trabajaba en la aduana china y ganaba bastante dinero. El era muy mundano, y su esposa estaba muy contenta de ir con él en busca de diversiones mundanas. Sin embargo, un día él empezó a amar al Señor y a darle al Señor la preeminencia. Le dio al Señor el primer lugar en todas las cosas y hubo un gran cambio en él. Como resultado, la esposa se sintió infeliz porque su esposo ya no deseaba las cosas del mundo.
Como este hermano tuvo un cambio tan positivo hacia el Señor, quiso invitar a algunos hermanos a su casa para tener comunión. Le dijo a su esposa que una tarde iba a invitar a algunos hermanos a su casa para cenar. Yo era uno de esos hermanos. Todos fuimos muy alegres a la casa de este hermano para tener comunión. Cuando nos sentamos a comer, su esposa nos sirvió sobras frías. El hermano se sintió tan mal por esto que lloró. Sin embargo, en lugar de ser afectados por la situación, todos participamos gozosos de la comida que se nos sirvió, a fin de apoyar a nuestro hermano. Este hermano sufrió mucha persecución de parte de su esposa por causa de su decisión de hacer al Señor lo primero en todas las cosas.
Algunos padres persiguen a sus hijos porque éstos aman al Señor, y algunos hijos persiguen a sus padres por esta misma razón. Es posible que la suegra persiga a la nuera porque ésta ama al Señor. Es por eso que el Señor dijo que un hombre que lo pone a El primero tendrá enemigos en su propia familia (Mt. 10:36).
La persecución revelada en la epístola a la iglesia en Esmirna comprende la tribulación, la pobreza, las pruebas, las prisiones y las calumnias de la religión tergiversada de Satanás. La religión tergiversada de Satanás era la sinagoga de Satanás (Ap. 2:9). En los tiempos del Señor y en la época de los primeros apóstoles, las sinagogas de los judíos habían llegado a ser, a los ojos de Dios, la sinagoga de Satanás.
Según la historia, durante el período de la iglesia de Esmirna los santos tuvieron tribulación por diez días (v. 10). Los diez días mencionados aquí son una señal que indica proféticamente los diez períodos de persecución que la iglesia sufrió bajo los emperadores romanos, empezando con César Nerón en la segunda mitad del siglo primero y terminando con Constantino el Grande en la primera parte del siglo cuarto. En la historia de Roma se nos dice que el Imperio Romano persiguió a los cristianos por diez períodos de tiempo.
Es posible que sintamos que a diferencia de los santos de Esmirna, nosotros hoy tenemos un buen gobierno. No obstante, la persecución nos puede venir de muchas otras direcciones. Por lo tanto, como buscadores que aman a Jesús, debemos estar preparados para sufrir. Los mártires de Cristo pueden ser mártires físicamente. Pablo sufrió tal martirio (2 Ti. 4:6). Sin embargo, es posible que muchos de nosotros no suframos un martirio físico, sino un martirio psicológico o un martirio espiritual. El hermano que mencionamos, el que era maltratado por su esposa, sin duda fue un mártir bajo la persecución de ella. El solía venir a nosotros para tener comunión, y nosotros hacíamos lo posible por apoyarlo y consolarlo. En un sentido, el fue un mártir por los intereses del Señor. El no estaba dispuesto a que cambiara su sentimiento para con el Señor, y él nunca ha cambiado.
Incluso entre los ancianos en la iglesia es posible que exista la experiencia del martirio. Un hermano entre los ancianos tal vez sea muy fuerte y dominante. Tal vez sea un buen hermano que ama al Señor y a la iglesia, pero domina a los demás ancianos. Quizá los otros ancianos se sientan que no pueden funcionar bajo el dominio de tal hermano y quieran renunciar. Tal vez alguien les pregunte: “¿No aman ustedes al Señor? ¿No aman la iglesia? ¿No tienen un amor tierno por todos los santos?" Es posible que digan que sí, pero que les es intolerable servir bajo un hermano tan dominante. No obstante, si estos hermanos renuncian, eso significa que ellos están renunciando al martirio. Por lo tanto, están perdiendo la oportunidad de ser martirizados, una oportunidad que nunca volverá en todo el tiempo de su vida. ¡Qué bueno es que estos ancianos sean martirizados bajo el dominio de este hermano que es como un dictador!
En 1935 y 1936, se me asignó la obra en el norte de China. Los ancianos de la iglesia en Pekín no se llevaban bien unos con otros. Frecuentemente requerían mi presencia y ayuda. Estuve dos o tres días con ellos para tener comunión, y pensaron que sus problemas se habían resuelto, pero una semana más tarde me volvieron a llamar para que fuera y los ayudara porque todavía no se llevaban bien. Estos ancianos tuvieron la oportunidad de ser mártires vencedores en la vida de iglesia.
Cuando el apóstol Pablo le pidió al Señor tres veces que quitara el aguijón de él, la respuesta del Señor fue: “Bástate Mi gracia” (2 Co. 12:9). El Señor permitió que el aguijón permaneciera en Pablo para que pudiera disfrutar al Señor como su gracia suficiente. Los sufrimientos, pruebas y persecuciones son a menudo ordenados por el Señor para que nosotros lo experimentemos como gracia. Por lo tanto, a pesar de la súplica de Pablo, el Señor no le quitó el aguijón.
No necesitamos viajar por toda la tierra para experimentar sufrimiento y persecución. Podemos experimentar persecución en nuestra iglesia local. Hay una puerta muy angosta frente a la vida de iglesia; pero una vez que tomamos la decisión de entrar a la vida de iglesia, no hay “puertas traseras” y no hay “salidas de emergencia”. En cierto sentido, todos los santos que están en la vida de iglesia vienen a ser nuestros perseguidores. Inicialmente cuando venimos a la vida de la iglesia, todos eran atentos con nosotros. Esa fue nuestra luna de miel en la vida de iglesia, pero la luna de miel no dura mucho. Después de estar en la vida de iglesia por muchos años, nos damos cuenta de que el Señor utiliza casi a todos los santos para tratar con nosotros.
Algunos santos me han dicho que no pueden soportar estar en sus localidades y que quieren que yo les ayude a escoger un lugar mejor. Siempre digo que el mejor lugar es el lugar donde están. Ningún lugar es mejor que el lugar donde están ahora. Con el tiempo, he convencido a muchos santos. Ellos se dieron cuenta de que no debían mudarse a otra localidad siguiendo su preferencia. Si ellos se mudan a otra localidad de acuerdo a su gusto, el lugar al que se muden será peor para ellos que el lugar del cual salieron. En la vida de iglesia no podemos evitar la “persecución”.
Necesitamos vencer toda clase de persecución siendo fieles hasta la muerte, sin amar nuestra propia vida (Ap. 2:10b; 12:11b). Entonces seremos recompensados con la corona de la vida (2:10c), y no sufriremos daño de la segunda muerte (2:11).
(
Vencedores, Los, capítulo 3, por Witness Lee)