Vencedores, Los, por Witness Lee

III. VENCER LA TIBIEZA QUE HAYA EN EL TESTIMONIO DEL SEÑOR

También debemos vencer la tibieza que haya en el testimonio del Señor (Ap. 3:15-16; 12:17b). Ser tibio es no ser ni caliente ni frío.

A. Aborrecer y odiar el orgullo y la jactancia de ser ricos y adinerados en el vano conocimiento doctrinal

Para vencer la tibieza, tenemos que aborrecer y odiar nuestro orgullo. Es posible que seamos muy orgullosos y estemos contentos con nuestra situación actual. También tenemos que odiar y aborrecer la jactancia de ser ricos y prósperos en el vano conocimiento doctrinal (Ap. 3:17a). Es posible que hayamos estado en el recobro por muchos años, y durante ese tiempo pensemos que hemos acumulado muchas verdades. Tal vez creamos que somos prósperos; sin embargo, sólo somos prósperos en el conocimiento vano de la doctrina. Es posible conocer las doctrinas sin tener la perspicacia espiritual de comprender la realidad genuina de la economía de Dios. Tenemos que odiar esto porque tal conocimiento es vano y carece de significado.

B. Estar conscientes de nuestra condición espiritual

A fin de vencer la tibieza, también tenemos que estar conscientes de nuestra condición espiritual. Según Apocalipsis 3:17, los que estaban en Laodicea eran desventurados (debido a su orgullo y jactancia en la vanidad), miserables (por su pobreza, desnudez y ceguera), pobres (en la experiencia de Cristo y en la realidad de la economía de Dios), ciegos (sin perspicacia espiritual para las cosas espirituales genuinas), y desnudos (sin la cobertura de Cristo como la justicia subjetiva). Necesitamos comprender nuestra condición espiritual y tener un nuevo comienzo en nuestra vida espiritual.

C. Comprar oro refinado, vestiduras blancas y colirio

Al comprar se requiere el pago de un precio. La iglesia recobrada degradada debe pagar un precio por el oro, las vestiduras blancas y el colirio, que ella necesita desesperadamente (Ap. 3:18).

1. Oro refinado, que representa la fe viva

Necesitamos comprar oro refinado, el cual representa la fe viva (1 P. 1:7) para obtener al Dios Triuno corporificado en Cristo como oro puro (Ex. 25:11), a fin de ser el candelero de oro puro (Ap. 1:20) para la edificación de la Nueva Jerusalén de oro (Ap. 21:18) y así seremos verdaderamente ricos. Nuestra fe viva es oro, y Cristo, la corporificación de Dios también es oro. En realidad, nuestra fe y Cristo son uno, por eso son el mismo oro.

En el Nuevo Testamento nuestra fe, la fe viva, es una persona, y esa persona es Cristo. Por eso tenemos que buscarlo, orar a El, tener comunión con El y leer Su Palabra. Cuanto más leamos Su Palabra y más la escuchemos, más el Cristo viviente nos será internamente revelado, y el Cristo interno será espontáneamente fe para nosotros. La fe no es una mera acción, sino una persona viva que mora en nosotros y actúa en nosotros. La fe viva, la cual es Cristo mismo, es el oro que tenemos que comprar.

2. Vestiduras blancas, que representan a Cristo expresado en nuestro vivir como justicia subjetiva, la cual cubre nuestra desnudez

También necesitamos comprar vestiduras blancas, las cuales representan al Cristo que vivimos como nuestra justicia subjetiva para cubrir nuestra desnudez. ¿Qué tanto tenemos de Cristo como nuestra justicia subjetiva, la cual es Cristo mismo que vivimos desde nuestro interior? Todos tenemos que confesar nuestra pobreza en este asunto. Necesitamos al Señor mismo que vive en nosotros como nuestras vestiduras blancas y cubre nuestra desnudez.

3. Colirio, que representa al Espíritu vivificante que unge, a fin de que tengamos una vista clara de las cosas divinas y espirituales para ser sanos de nuestra ceguera espiritual

También necesitamos comprar colirio, que representa al Espíritu vivificante que unge (1 Jn. 2:27; 1 Co. 15:45). Esto tiene como fin que tengamos una vista clara de las cosas divinas y espirituales para que nuestra ceguera espiritual sea sanada. Todos necesitamos pagar el precio por estas tres cosas: el oro refinado, las vestiduras blancas y el colirio.

D. Abrirnos al Señor, quien está dejado afuera de la puerta de la iglesia

A fin de vencer la tibieza, debemos abrir nuestro ser al Señor, quien está dejado afuera de la puerta de la iglesia tibia. Apocalipsis 3:20 revela que el Señor está fuera de la iglesia en Laodicea. Así que, El no está dentro de la iglesia en Laodicea sino fuera de ella, y está tocando la puerta. La puerta es la puerta de la iglesia; no obstante, la puerta la abren los creyentes individuales. Al que abra la puerta, el Señor entrará y cenará con él. Debemos tener la seguridad de que cada mañana nuestra puerta sea abierta ampliamente para que el Señor entre a cenar y a festejar con nosotros.

E. La recompensa

1. Cenar con el Señor, lo cual representa el disfrute rico y pleno de las inescrutables riquezas de Cristo

Los vencedores serán recompensados por Cristo. Ellos cenarán con el Señor, lo cual representa el disfrute rico y pleno de las inescrutables riquezas de Cristo (Ap. 3:20b; Ef. 3:8). Cuando abramos la puerta al Señor, El y nosotros nos tengamos un disfrute mutuo, entonces Su presencia llega a ser nuestra fiesta, y nuestra presencia llega a ser Su fiesta. Por consiguiente, cenamos juntos y tenemos una fiesta. Este es el disfrute pleno y práctico de Cristo en nuestra vida diaria. Cada día debemos tener esta fiesta.

2. Participar al sentarse con Cristo en Su trono para tener comunión en Su reinado con autoridad

Finalmente, los vencedores participarán de sentarse con Cristo el Rey sobre Su trono para tener comunión, participación, en Su reino como Sus correyes con autoridad para regir a todas las naciones (Ap. 3:21; 20:4, 6).

En esta comunión podemos ver que todos debemos aspirar a ser vencedores. Tenemos que vencer las cosas grandes como las tres religiones tergiversadas, y las cosas pequeñas como nuestra actitud y la manera en que nos vestimos. Cuando un esposo se enoja con su esposa, en ese momento deja de ser un vencedor, y viene a ser un fracaso en su vida diaria. Día tras día tenemos que vencer en todas las cosas pequeñas.

No debemos decir “no” al Señor y “sí” a Satanás. Siempre debemos decir “sí” al Señor y “no” a Satanás. Debemos decir “no” a todos los “ismos”. Debemos decir “no” a las denominaciones, “no” a la exaltación de cualquier nombre que no sea el nombre único de Cristo. Que un cristiano tome otro nombre además del nombre de Cristo es una vergüenza y un insulto a Cristo. Debemos tomar la decisión irrevocable de seguir el camino del Señor, el camino de ser un vencedor. Debemos vencer la tendencia a no guardar la palabra del Señor, la corriente de negar el nombre del Señor y la tibieza en cuanto al testimonio del Señor.

(Vencedores, Los, capítulo 5, por Witness Lee)