II. BUSQUEDA (1:4)
El versículo 4 dice: “Atráeme; en pos de ti correremos”. Aunque tenemos el deseo y la disposición de seguir en pos de El, no podemos evitar sentir que nos faltan las fuerzas para buscarlo. Esta fuerza no es un poder grandioso que el Espíritu nos dé de una vez por todas, sino que es la hermosura y la gloria del Señor, las cuales nos atraen. Su poder de atracción equivale a nuestro poder para buscarlo. Si el Señor verdaderamente nos atrae, nos será muy fácil ir en pos de El.
Si Tú nos atraes “en pos de Ti correremos”. Correr en pos equivale a buscar continuamente. Las fuerzas para correr en pos del Señor vienen de la atracción del Señor. Debemos darnos cuenta de que nadie puede acudir al Señor por su propia cuenta. Cuando éramos pecadores necesitábamos que Dios nos atrajera para poder acercarnos a El. Del mismo modo, después de llegar a ser creyentes, necesitamos ser atraídos por el Señor antes de poder correr en pos de El.
Aquí vemos la relación que existe entre un creyente individual y los demás creyentes. “Yo” soy atraído, pero “nosotros” corremos en pos del Señor. “Yo” soy llevado a las cámaras, pero “nosotros” nos gozaremos y alegraremos en Ti. Si un hombre recibe gracia delante del Señor, con seguridad afectará otros.
(Cantar de los cantares, El, capítulo 2, por Watchman Nee)