Cantar de los cantares, El, por Watchman Nee

II. UNA VIDA QUE SE EXPERIMENTA DETRAS DEL VELO (6:4-13)

A. La alabanza del amado (6:4-9)

Después de que la doncella llega a este nivel, vemos la satisfacción que el Señor halla en ella. El libro habla de una unión progresiva, y el propósito de esta unión es la comunión, mientras que el significado de la comunión es la identificación. En consecuencia, la doncella ve en el rey lo que ella ha experimentado en él. El Rey ve la manifestación de Su vida en la doncella. La alabanza del Rey es una proclamación de las riquezas que los creyentes han recibido por medio de su unión con El.

El versículo 4 dice: “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como ejércitos en orden”. El Señor ve a los creyentes desde el cielo, desde el santuario. Así que, esto es algo que sucede detrás del velo. El Señor ya había mencionado la belleza y la hermosura de ella. Pero la belleza y hermosura que se mencionan en este versículo son más específicas que las de antes. Por consiguiente, dice: “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa, de desear, como Jerusalén”.

Tirsa es el lugar donde se asienta el palacio (1 R. 14:17). Jerusalén es la ciudad del gran Rey. Tirsa representa el santuario celestial, la morada de Dios. Jerusalén denota la Jerusalén celestial. El Señor examina nuestra naturaleza y vida celestiales en el santuario. En Jerusalén todo es hermoso, y en esta Tirsa todo es bello, porque ambos lugares son la nueva creación. Hoy los creyentes expresan la belleza y la hermosura del santuario que está por venir.

Las armas son lo más importante para un ejército en medio de la batalla, mientras que la bandera lo es en la victoria. Si la batalla se pierde, la bandera se esconde con vergüenza. Una bandera desplegada exhibe la gloria de la victoria. Este versículo indica que la doncella es hermosa y bella delante del Señor, tan sólida como la ciudad celestial y tan serena como el santuario. Al mismo tiempo, expresa la gloria de la victoria obtenida sobre el enemigo y el mundo. Una vida que se experimenta detrás del velo no es sólo una vida delante del Señor, sino también delante del enemigo, puesto que el cielo en el que moran los santos es el mismo cielo donde el enemigo ataca. Dios no tiene la intención de que Sus creyentes posean sólo la belleza celestial sin tener una naturaleza guerrera. La guerra celestial nunca disminuye delante del Señor.

Los creyentes deben ser amables e imponentes al mismo tiempo. Los creyentes de hoy han perdido su hermosura delante del Señor y su imponencia ante el enemigo y ante el mundo. ¿Se asustan los hombres ante nuestra presencia? La Biblia menciona reiteradas veces cuán terrible es el Señor; El es imponente debido a que es santo. Si mantenemos nuestra santidad y nuestra victoria, veremos al enemigo retroceder y al mundo alejarse. Pero los creyentes de hoy han sacrificado su imponencia, y ni los hombres ni los demonios les temen.

El versículo 5a dice: “Aparta tus ojos de delante de mí, porque ellos me vencieron”. La primera frase del versículo 5 es una expresión poética. El poder del amor se expresa en los ojos. El Señor no rechaza el amor de los creyentes, pues vemos que responde dando aliento y elogiando. El invita a la doncella en un tono aparentemente áspero, a que lo siga mirando con esa expresión de amor, de la misma manera que el no concedió inicialmente lo que le pidió la mujer sirofenicia (Mr. 7:25-29); tardó dos días antes de ir a Judea (Jn. 11:5-7); cuando le dijo a Moisés: “Déjame” (Ex. 32:10) y le permitió a Jacob asirse de El (Gn. 32:26). Apartar los ojos de un objeto es lo opuesto a fijarlos en él. Esto no se refiere exclusivamente al amor, sino también a la firmeza del amor. Parece que El se hubiera debilitado ante el amor de ella. Esta debilidad que parece verse en El se ha expresada en ocasiones en su rostro amoroso. Parece que se insinuara una total incapacidad, un aparente fracaso y falta de defensa ante este amor. Sólo quienes han experimentado ese aparente rechazo, esa demora, esa debilidad y esa negación del Señor, conocen el camino del Señor.

Los versículo del 5b al 7 dicen: “Tu cabello es como manada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, todas con crías gemelas, y estéril no hay entre ellas. Como cachos de granada son tus mejillas detrás de tu velo”. Igual que antes “el cabello” representa poder de consagración, y los “dientes”, la capacidad de asimilación. Las mejillas detrás del velo representan la belleza escondida. La alabanza de estos versículos es la misma que en se ve en 4:1-3, pero aquí vemos dos hechos importantes: (1) El amor del Señor nunca cambia. Aunque la doncella falló al demorarse en obedecer, ella siente que ha pecado al estar en tinieblas, el Señor la ha castigado de la misma manera que antes. Para quitar la duda de que El tal vez haya cambiado, El se le revela con las mismas palabras. Lo que más necesita un creyente después de haber fracasado es la certeza de la fe; es fácil desarrollar una evaluación equivocada de su relación con el Señor. Muchas veces no nos damos cuenta de cuán llenos de dudas estamos. Esta es la razón por la cual el Señor usa las mismas palabras, y lo hace para eliminar nuestras dudas.

(2) Muchas experiencias espirituales necesitan repetirse aun después de que el creyente obtiene el nivel más alto. Así como en las primeras etapas de crecimiento son necesarias la consagración, la capacidad de recepción y una vida escondida, también lo serán en las etapas de madurez. Algunas experiencias espirituales pueden cambiar en la medida en que uno progresa, pero otras experiencias espirituales tales como las mencionadas aquí, no cambian mientras se progresa. Estas experiencias se hacen más profundas al llegar a un mayor nivel de madurez. ¿No hemos experimentado muchas lecciones repetidas en nuestro caminar espiritual? ¿No hemos aprendido, en las etapas posteriores, lecciones más perfectas que las aprendidas en la etapa inicial? Las experiencias pueden ser las mismas, pero el nivel o el grado son diferentes.

El versículo 8 dice: “Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número”. Todas estas personas se relacionan con Salomón. En el mundo esto puede ser maligno, pero en el campo espiritual, esto representa un cuadro hermoso para los que entienden los tipos espirituales. Nuestro Señor obtiene la iglesia con todos los creyentes. Colectivamente, el Cordero tiene una sola esposa, pero en el aspecto individual, El tiene muchas personas que lo aman. Algunas en calidad de reinas, algunas como concubinas, y otras en calidad de vírgenes. Adán, Isaac y Moisés tipifican al Cristo que se casa con una esposa corporativa. Pero Salomón tipifica a Cristo con sus muchos creyentes. Parece que los que son santos y espirituales no son escogidos como tipo de Dios, sino las personas injustas. Sin embargo, la injusticia de la persona no es tipificada. Un ladrón puede ser un tipo del Señor pero sólo se usa como tipo el acto de robar. Los que tienen sabiduría deberían entender esto.

Las experiencias de los creyentes individuales, en su comunicación y relación de amor con el Señor, no son las mismas. Algunos son como reinas, otros concubinas y otros vírgenes. Pero sea cual fuere la relación, todas ellas tienen una relación de amor con el Rey. Pero ninguna de ellas tiene el mismo nivel de búsqueda de la doncella.

El versículo 9 dice: “Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; es la única de su madre, la escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron”. Aquí el Señor resalta a una de entre todas las personas, que satisface Su corazón. El Señor la considera como la única. Esto no significa que sólo hay una persona como ella; más bien significa que a los ojos de Dios, ella puede ser considerada la única. Ella está absolutamente en el Espíritu Santo, y por eso, ella es una paloma. También está apartada del mundo. Por lo tanto, ella es en verdad “perfecta”. Parece como si ella fuese la única que es perfecta y que nace por gracia, la única hija nacida mediante la gracia. Parece que de todos los resultados de la obra de la gracia, ella es la obra más excelente. Ser un hijo de la gracia no significa solamente experimentar la paciencia y el perdón de Dios. Todo lo que Dios realiza en el corazón del hombre son obras de gracia. La gracia equivale a lo que es hecho por Dios y no por el hombre. La persona que recibe más gracia es la que más permite que Dios obre en ella, mientras que la que recibe menos gracia es la que da menos libertad a Dios para obrar. Dios tiene la gracia, pero el hombre no siempre permite que Dios obre en él. Todo lo que es del yo pertenece a la ley, y todo lo que es de Dios pertenece a la gracia. La iglesia está llena de hijos de gracia; no obstante, sólo un número reducido de personas permite que la gracia opere en ellas hasta ser perfeccionadas. Cuando se habla de la única hija de la gracia, no se da a entender que la doncella sea la única, sino que ella es la mejor. (El significado del hijo único es que posee una unión incondicional con el Señor y que todo le pertenece al Señor. Ella ha alcanzado una unión completa con el Señor.)

“La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada”. Aunque muchos creyentes se dan cuenta de que no se han entregado incondicionalmente al Señor, pueden reconocer a quienes sí lo han hecho. Ellos tienen suficiente vida dentro de sí para admirar a los que son absolutamente obedientes, aunque ellos mismos no lo sean. Las hijas, reinas y concubinas tal vez no admiren a la doncella de una manera carnal, pero no pueden hacer otra cosa que reconocer que la doncella es bienaventurada por recibir tal gracia. La vida que se experimenta detrás del velo y todo lo proveniente de Dios que se halla en el hombre, debe tenerse en alta estima.

(Cantar de los cantares, El, capítulo 5, por Watchman Nee)