COLABORADORES DE DIOS
Atados junto con Cristo
El sexto aspecto de una persona que vive en el espíritu, en el Lugar Santísimo, consiste en ser un colaborador de Dios (6:1). No es fácil ser colaborador de alguien. Uno puede trabajar con otros y aun así no ser un colaborador de ellos. Para que dos hermanos sean colaboradores, primero Dios los debe atar el uno al otro. Esto sería semejante a atar una de las piernas de un hermano a la del otro, para que en lugar de cuatro piernas tengan tres. Es difícil correr con “tres piernas” en una carrera. Si dos hermanos pueden trabajar juntos de esta forma, entonces podemos llamarlos colaboradores, pues son colaboradores que caminan juntos.
Para ser colaboradores de Dios es preciso que estemos atados a El. Tenemos que cederle algo nuestro. Es más fácil ser un siervo del Señor que ser Su colaborador; de igual manera, es más fácil servir a un hermano que ser colaborador de él. Todo colaborador está atado. Quizás yo desee levantarme a las seis de la mañana, pero el hermano con el que laboro quiere dormir hasta las siete y cuarenta y cinco. Debido a que soy su colaborador, debo esperar a que despierte. Quizás yo tenga la carga de ir a Seattle, pero el otro hermano quiere quedarse en San Francisco. ¿Qué se puede hacer en tal caso? Nada. No podemos huir, pues estamos atados a nuestros colaboradores.
Un colaborador de Dios está atado a El: cuando Dios trabaja, él trabaja; cuando Dios camina, él camina; y cuando Dios se detiene, él también se detiene. Quizás usted sea una persona muy diligente y quiera seguir trabajando, sin embargo, puede ser que Dios le diga: “No quiero que trabajes ahora; quiero que descanses conmigo. Yo estoy descansando, así que descansa conmigo”. Muchos de los supuestos siervos del Señor no soportan descansar con El. La iglesia no necesita un grupo de obreros hábiles, sino un grupo de personas que estén atadas a Dios y que colaboren con El. De manera que si Dios trabaja, nosotros trabajamos; si El descansa, nosotros también descansamos; y si retrocede o avanza, nosotros hacemos lo mismo. Esto se debe a que estamos atados a El como una sola unidad.
Las señales de un colaborador
Ahora necesitamos ver en 2 Corintios 6:4-10 cuáles son las señales que prueban si uno es un colaborador de Dios. En los versículos del 4 al 7a, Pablo enumera dieciocho requisitos que un ministro del nuevo pacto debe llenar: en mucha perseverancia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en vigilias, en ayunos, en pureza, en conocimiento, en longanimidad, en bondad, en un espíritu santo, en un amor no fingido, en la palabra de verdad, en el poder de Dios. Desde la mitad del versículo 7 hasta el versículo 10 Pablo menciona tres grupos de cosas y siete tipos de personas. El fue recomendado como ministro de Dios mediante tres grupos de cosas: mediante armas de justicia a diestra y a siniestra, a través de gloria y deshonra, y de mala fama y buena fama (vs. 7-8). Además, fue recomendado como ministro de Dios de siete maneras, es decir, como siete clases de personas: “como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo” (vs. 8b-10). En 2 Corintios 6:4-10 se nos presentan los requisitos, las pruebas y las señales de una persona que es colaborador de Dios.
De mala fama y de buena fama
Si usted se considera colaborador de Dios, debe preguntarse si alguna vez lo han difamado. Si esto nunca ha sucedido, me temo que usted no es un colaborador de Dios. Ser un fiel colaborador de Dios causa que los demás hablen mal de uno. Cuando colaboramos fielmente con Dios y somos uno con El en nuestra conducta, muchas calumnias se levantan en contra nuestra. Sólo los políticos tratan de complacer a todo el mundo. Si somos diplomáticos, la gente hablará bien de nosotros, pero si somos colaboradores de Dios y somos fieles a Su propósito, ofenderemos a muchos. Cuando colaborábamos con Dios en la China, algunos dijeron de nosotros: “La obra que ellos llevan a cabo en la China es maravillosa, pero hay una ‘mosca muerta’ en el perfume”. Si se les preguntaba cuál era la mosca muerta, no respondían nada específico.
La mala fama proviene de los opositores y de los perseguidores (Mt. 5:11), pero la buena fama proviene de los creyentes y de los que reciben la verdad que los apóstoles predican y enseñan. Esta ha sido nuestra situación durante años. La gente ha hablado bien de nosotros y también ha hablado mal de nosotros. Así que, si sólo nos enteramos de buenos informes, probablemente no hemos sido sinceros ni fieles al Señor; pero si somos fieles al Señor y sinceros con la iglesia y con los santos, tendremos mala fama y buena fama.
Debemos aprender a ser fieles colaboradores de Dios. Es necesario aprender a sufrir para experimentar las señales y las pruebas que caracterizan a los que colaboran con Dios. Que el Señor levante santos en muchas ciudades que colaboren con Dios y cuiden de Sus intereses en la tierra.
(
Autobiografía de una persona que vive en el espíritu, La, capítulo 6, por Witness Lee)