CUATRO ASPECTOS DE SER ÚTIL AL DUEÑO
¿Qué tipo de persona es útil al Señor? Por lo menos hay cuatro aspectos. Primero, uno tiene que amar y desear al Señor. Si no ama ni desea al Señor, ni siquiera podemos hablar de serle útil. No necesitamos abarcar este asunto básico aquí. Segundo, uno tiene que tener una visión del Señor y un encuentro con Él. Necesita tener una revelación de que el propósito eterno de Dios es forjar a Cristo en nosotros y expresarlo a través de nosotros. Esto es importante. He conocido a muchos santos que aman al Señor, pero que no han visto a este Cristo de Dios. Solamente han visto a Jesús su Salvador, no al Cristo de Dios. Puede ser que sean fervientes y llenos de amor, pero en su servicio no ministran al Señor a otros, porque no han visto a este Cristo y no han recibido esta revelación. Para ser útil en las manos del Señor, una persona tiene que ver la revelación respecto a Cristo. Tercero, su yo, su persona, debe haber sido quebrantado por la cruz. Tiene que darse cuenta de que cualquier cosa que tenga y que proceda de él no puede ser traída al servicio del Señor. Su ser natural tiene que haber sido terminado en la cruz. Sólo aquellos que han visto su carne y su hombre natural se dan cuenta de cuán preciosa es la cruz. Solamente cuando usted ha visto que es carnal y que no es más que una zarza de espinos, un leproso y un hombre natural, entonces atesorará la experiencia de la cruz. A esto se le puede llamar la revelación del hombre natural o la revelación de la cruz. Después de tener un corazón para amar al Señor, tiene que tener por lo menos dos revelaciones, una con respecto a Cristo y la otra con respecto al yo, el cual también se relaciona con la cruz. No puede carecer de ninguno de estos tres aspectos.
Sin embargo, estos tres aspectos no son suficientes. Si cuenta con éstos, tal vez pudiera hacer algo de valor, pero no algo extenso. Ciertamente impartirá y ministrará a Cristo, pero tal vez sea solamente una vez al año o a una persona en seis meses.
Suponga que hay un hermano que ama sinceramente al Señor y que no está ocupado con el mundo. Él ha sido iluminado, ha visto al Cristo de Dios y ve que Cristo es el propósito de Dios en este universo, y que este Cristo tiene que ser forjado en los hombres y ser expresado desde ellos. Él tiene verdaderamente la revelación de Cristo. También ve que lo que más estorba a Cristo es su yo, su carne y su vida natural, y al ver esto cae derrotado; y posee el conocimiento de su vida natural, lo cual es la revelación de la cruz. Al encontrarse con este hermano, usted siempre siente que el Señor es muy dulce, muy precioso y muy grandioso. Sin embargo, ve cierta peculiaridad en este hermano. Por ejemplo, si le pregunta si tiene tiempo para ayudar a algunos hermanos que lo necesitan, él contestará: “Bien, bien”. Pero se olvida de ello tan pronto se va a su casa. Esto yo lo vi que sucedió en realidad. Este hermano verdaderamente ama al Señor, recibe misericordia y se ve a sí mismo y ve el camino de la cruz; pero algo le falta que lo hace inútil al Dueño.
Es posible que este mismo hermano un día llegue a ser un anciano. Entonces, tal vez un hermano se acerque a decirle: “Cierta hermana tiene un problema serio relacionado con el matrimonio. Estaba comprometida con alguien, pero ahora está comprometida con otro. ¿Qué cree usted que debemos hacer?”. Quizás él diga: “Bueno, busquemos al Señor”. Luego, otro hermano viene y le dice: “La familia de cierto hermano está pasando por dificultades, él perdió su trabajo. ¿Qué debemos hacer?”. Es posible que él conteste: “Bueno, vamos a orar. Si el Señor no hace algo, ¿qué podemos hacer nosotros?”. No piense que no existen hermanos así. Me da temor cuidar de los asuntos de la iglesia con tales hermanos y hermanas. Cuando lo hago, inevitablemente me frustro. ¿Cuál es el problema con ellos? ¿Están carentes de amor para con el Señor o carecen del conocimiento de Cristo? ¿O es que no conocen la cruz lo suficiente? No es nada de esto, el problema radica totalmente en su carácter.
Durante todos estos años hemos estado estudiando el asunto del servicio. Por medio de indagar e investigar continuamente, hemos llegado a la conclusión de que los cuatro aspectos anteriores son todos indispensables. Sin embargo, es asombroso ver que el cuarto aspecto, el aspecto del carácter, a menudo se rechaza o descuida con facilidad. Muchos suponen que siempre y cuando amen al Señor, vean a Cristo y conozcan el camino de la cruz, han alcanzado la cima. No obstante, los primeros tres aspectos son insuficientes. Un cocinero tiene que tomar cuatro pasos para preparar una comida: primero, tiene que salir a comprar al mercado; segundo, tiene que remover muchas cosas, tales como las hojas de los tallos, las escamas de los pescados y las raíces de los vegetales; tercero, necesita cocinar la comida; y cuarto, tiene que preparar las sillas, los platos, los palillos y las cucharas. ¿Por qué hace falta el cuarto paso? Ciertamente, el cocinero no va a servir los cubiertos y la mesa como comida. Sin embargo, sin palillos, cucharas, platos y una mesa, no se puede servir la cena apropiadamente. Estos utensilios que se usan para comer ilustran el carácter de aquellos que servimos al Señor. Sin ellos, la comida se quedará en las cacerolas. Aun se podría comer, pero no se disfrutaría. Nadie se comería los palillos y las cucharas juntamente con la comida; eso sería terrible. Le servimos una cena a las personas para que puedan comer la comida, pero no los utensilios. De manera similar, no ministramos a otros nuestro carácter, pero les llevamos a Cristo por medio de nuestro carácter.
Por ejemplo, puede ser que cierto hermano sea distraído y olvidadizo. ¿Puede su carácter olvidadizo reemplazar al Cristo que él conoce interiormente? De ningún modo; pero su carácter afecta grandemente su servicio. Tiene que compensar esta falta si quiere ser adecuado para el uso del Señor. Tiene que aprender a recordar cosas. Debe llevar una libreta en el bolsillo para anotar las cosas que se tiene que hacer. Éste es solamente un ejemplo pequeño.
(
Carácter, capítulo 5, por Witness Lee)